Capítulo 6
Inesperado
Ellie entró a trabajar por la puerta de la cocina. Es lo que siempre hace, masculle un saludo sin disminuir el paso ni detenerse a saludar. El tramo es corto y mucho más llevadero. El hábito de entrar por la cocina en lugar de la entrada principal, lo adquirió con el propósito de librarse de las miradas que recibió los primeros días que llegó a la empresa. Sentía miradas curiosas sobre ella, como si fuera un raro espécimen. Por eso, eligió entrar por la cocina. Eso no la libró de las miradas, pero al menos era un tramo más corto y con menos tensión.
—Deténgase un momento, señorita… —escuchó una voz que le ordenaba.
Paró en seco.
Florentine se acercó a ella.
— ¿Cómo se llama usted? —preguntó sin rodeos.
——Mi nombre es Ellie Anderson. No Elisse, ni Ellen, ni Elaine, ni Elena. Solo Ellie…no es difícil de recordar —respondió un tanto sorprendida que la cocinera la increpara.
—Muy bien…señorita Ellie…ayer le envié al más guapote de los Ingvar a su oficina…y debo decir que lo hice porque ese jefe es muy joven para mí…De lo contrario, me lo quedaba —afirmó.
El resto de los empleados contenían la risa incrédulos ante el arrojo de Florentine.
Ellie pudo darse cuenta que no hablaba en serio,
—Vaya…gracias por pensar en mí…era justo lo que necesitaba…—respondió con sarcasmo y seguido reanudó la marcha hacia su oficina.
Todos se echaron a reír.
— ¡Pero no seas amargada, niña! ¡Sonríe al menos! —le gritó Florentine mientras ella se perdía tras la puerta.
Cuando llegó a su oficina, lo que acababa de suceder era solo el preámbulo de las sorpresas del día. Otro Ingvar la esperaba, esta vez el joven Iker. Estaba de pie frente a su escritorio y con una sonrisa en los labios que ella no pudo comprender.
El sobresalto por el asombro no lo pudo ocultar.
—Sr. Ingvar…me ha asustado…—fue todo lo que logró salir de su boca.
Iker tuvo un intento de sonrisa. Le costaba haber llegado hasta allí y le mortificaba tener que pedirle ayuda. No lo hubiera hecho sino estuviera tanto en juego.
—Veo que sabe quién soy…—dice por saludo.
Ellie acomoda su bolso en un cajón y coloca su abrigo en el respaldo de su asiento. No le agradan las tantas visitas de la alta esfera que ha tenido últimamente.
—Sr. Iker Ingvar, jefe del departamento de contabilidad—responde.
Iker sonríe, le agrada que lo reconozcan.
—Así es. Me alegra que sepas quien soy. Aunque debo agregar que soy sobrino del señor presidente Reuben Ingvar y próximo CEO de esta compañía
Ellie enciende su computadora y mientras espera que suba el sistema, toma un cartapacio del archivo. Tiene mucho trabajo, está ocupada, no tiene tiempo para charlas ¿Es que cuesta tanto darse cuenta?
— ¿A que debo su visita? —pregunta.
—Verá usted… Estoy necesitando que me colabore con unas estrategias que hagan subir de forma rápida las ventas de la línea exclusiva de muebles. No creo que sea algo difícil para usted. Lo digo porque trabaja en esto todos los días…—explica Iker con tal simpleza que hasta parecería que es fácil de lograr.
Ellie tardó en responder. El sistema operativo había subido y entró los datos para acceso. Tenía muchas tareas pendientes para ese día y poco tiempo para perder.
—Le pido que deje de hacer lo que está haciendo y me atienda…—ordenó, con un tono cada vez más prepotente.
Ella se detuvo a observarlo. Hubiera dado lo que fuera por tener la potestad de echarlo de su oficina pero se contuvo porque no estaba en sus planes tirar por la borda los cinco años investidos en la compañía.
—Como bien ha dicho, ese es mi trabajo diario y como también comprenderá, no es tarea fácil. En especial la parte de que sea rápido.
—Me imagino…sin embargo, estoy dispuesto a recompensar muy bien su esfuerzo.
Ahora el tema tomó otro cariz y el asunto le pareció más interesante.
— ¿A qué tipo de recompensa se refiere? —Inquirió curiosa.- ¿Será que esto es un inesperado golpe de suerte?
—Yo puedo hacer muchas cosas por usted si me ayuda a alcanzar esos números…
— ¿Cosas como cuáles?
—Escucha bien lo que te voy a decir…
Iker se había sentado frente a su escritorio y ahora se inclinaba hacia ella en un intento de capturar toda su atención. Su voz se tornó firme y determinada.
—Le voy a confesar algo…si logro subir esas ventas en corto tiempo…digamos menos de seis meses…me convertiré en el presidente de esta compañía. ¿Vas viendo todo lo que yo podría entonces hacer por ti? Dime… ¿Qué te interesaría lograr en Ingvar Woods? ¿Algún ascenso? ¿Aumento de sueldo? ¿Una mejor oficina?
Ellie no lo pensó para responder.
—Si yo logro ayudarlo, es porque soy un genio en ventas…y una persona así no puede aspirar a menos que a la vicepresidencia…—le soltó con la misma firmeza y determinación de voz que él había empleado.
Iker se echó hacia atrás. Quedó sorprendido ante la audacia de la chica.
—Veo que eres ambiciosa…
—No hay nada malo en ambicionar si es con trabajo y astucia que se pretende cumplir las ambiciones…—sostuvo con seguridad.
Él respiró hondo mientras cavilaba su respuesta. Era claro que no imaginaba un precio tan alto.
— ¿La vicepresidencia dices? —preguntó otra vez aunque había escuchado muy bien.
—Así es, señor Ingvar.
—Está bien…la vicepresidencia será tuya si me ayudas a lograrlo…—aseguró sin indicios de vacilación.
— ¿Está hablando en serio? Pensé que…
Él la miró con curiosidad.
— ¿Qué pensaste? ¿Qué me negaría?
Ellie tragó, confundida por lo que escucha.
— Para serle sincera, creí que se negaría y que me diría que la vicepresidencia se la cedería a su primo, el señor Gerard Ingvar…—respondió