“A todos los gatos les gusta ser el centro de atención”
Peter Gray
Tenía que cobrárselas al gato, después de todo desde que lo tenía era el único ser con vida que había en su entorno y de cierta forma verlo saltar de aquí y allá no lo hacía sentirse solo.
Buscó en la red información de cómo jugar con un gato:
—Un gato reduce el estrés.
Miró al felino que saltaba a una caja y comenzaba a clavarle sus garras:
—No me has ayudado mucho con eso del estrés loco.
“Tú no te ayudas men, esta caja es de lujo”.
—Dormir contigo, nunca…—murmuró.
“Se me pegarían tus pulgas, men”.
—Regaños, eso me gusta—buscó en el sitio—dice que debo tomarte del cuello y estrangularte… Eso puedo hacer.
Míster Fritz lo miró y vio sus pies descalzos, sus dedos se movían y él se puso en posición de casa y se lanzó a ellos y los comenzó a arañar.
—Ayayay…
Lo tomó del cuello y le zarandeó suave y le dijo NO, eso NO.
“Paz, men, pies, no”.
Se fue corriendo a subirse a su hamaca.
—Funcionó…—sonrió triunfal—¡Funcionó!
Se sintió bien y Tania lo fue a visitar con un postre y golosinas para el gato:
—Hola, hermanito.
—Tania es bueno verte.
—¿Cómo va todo?
—Bien, hasta ahora estoy dominando la situación.
Ella se acercó al gato y lo acarició:
—Hola, Míster Fritz, hermoso, ¿te has portado bien?
—Ese gato quiso abusar de mí y luego se comió el jamón…
Tania se reía con lo escuchado y le dio un bocadito de pescado al gato que emocionado comió con ganas:
“Ta bueno, mena”.
—¡Le gustó!—aplaudía su hermana—es hermoso.
—Ni tanto.
—Tienes que reconocerlo, es una buena compañía, es lindo, ¿duermes con él?
—No…
—Deberías su ronroneo aleja el estrés, es como una dulce melodía de amor.
—Pensé que tenía un defecto.
—Es hermoso, no entiendo por qué mamá nunca nos permitió tener una mascota.
Ni él lo sabía, porque lo cierto es que su casa era la más plana de New York.
Esa semana tendría su primera presentación con Cats y Dogs, debería ser algo memorable y de repente lo llamaron para decirle:
—Tiene que traer al gato.
Eso fue nuevo y lo colocó en la porta animal y le dijo:
—Escucha bien de todo esto, depende que tengas tu comida y tus lujos gato.
“Ok, men”
—Como si me entendieras…
“Te entiendo muy bien…”
Lo llevó a la empresa y algunos le tomaban fotos con sus móviles, uno de sus compañeros se le acercó y miró por entre la rendija:
—¿Ese es el gato?
—Sí…
—¿Estás seguro? No lo recuerdo así.
Claro, querían hacerlo sentir miedo e inseguridad y uno de ellos le dijo:
—Si no te sale, a mí gustan los gatos y lo puedo tener si gustas.
—¡NUNCA TE DARÉ AL GATO!—rugió.
Llegó a la oficina y vio al señor Cats y Dogs que lo esperaba sosteniendo un chihuahua entre sus manos y entonces Vans comentó complacido:
—Llegó y trajo a Míster Fritz.
—Sí, como pidió.
Puchi ordenó entonces:
—Sáquelo de la jaula.
Vans estaba tenso y él sacó al gato que se sacudió y comenzó a mirar a todos lados:
—Precioso, precioso…—se acercó Puchi—¿qué tal el ronroneo?
—¡Hermoso!—dijo Brian—parecen motores, pequeños motores.
—Son pequeños motores de amor, son lindos en su forma de ser, a veces indiferentes, pero rogar su amor y conquistarlo es el mayor reto para un súbdito de gatos.
—¿Súbdito?
—Eso somos para ellos, ellos son dioses y nosotros sus esclavos.
El gato al verlo se lanzó a sus brazos y comenzó a retorcerse de cariño:
—Siempre hacen eso, saben quién los ama mucho.
Solo eso le faltaba el gato, un dios y él su esclavo, más bien pensó que el gato sabía quién tenía dinero y era un interesado.
—Ten precioso, es un nuevo producto, son bocaditos de pescado para gatos.
El gato comía con deleite y entonces le preguntó: