“¿Cuántas vidas tiene un gato? Las que le des en tu corazón”
La Pluma
Kelly no dejaba de pensar en Brian y en que todo le estaba saliendo bien a él y a ella nada y hasta nueva novia tenía, estaba de plácemes y tenía que hacer algo para terminar con ese maldito gato y quitarle la racha en la que iba, pero no sabía cómo acercarse a él, nunca la dejarían ver al gato.
Entonces comenzó a mirar las redes sociales y el blog de Brian, en donde apuntaba a una causa social con los animales. De seguro quería impactar al viejo Cats y Dogs haciéndose el chico altruista, en su sitio hacía un llamado para donaciones de alimentos para gatos para la fundación Cachorritos.
Una luz se prendió en su cabeza: ¡Bingo! ¡Alimentos! Míster Fritz debía comer y esa era una forma para acercarse a él. Tenía que servir esa idea y hacer algo con eso.
Todo por la causa
Brian recibía unas fundas de alimento para gatos que la gente le entregaba y Abigail le decía:
—Mucha gente se mueve a favor de la causa de la fundación Cachorritos, me encanta la iniciativa.
—Y eso nos hace ver bien ante la gente, fue una idea genial.
Míster Fritz andaba husmeando entre las fundas y cuando olía algo que le llamaba la atención jalaba la funda y comenzaba a intentar romperla, Leona lo ayudaba.
“Tú muerde por aquí y yo muerdo por acá”.
“Sale y vale”, dijo Leona.
Brian escuchó el sonido de una funda y cuando vio los dos gatos despedazaban la funda y se volcaban a comer las golosinas.
—¡Eso no es para ustedes!
—¡Leona, no!
Ambos cogían a los gatos y veían el reguero:
—Que se lo coman, ya ni para qué hacer lío.
Los soltaron y ellos felices comiendo a sus anchas. Leona crecía preciosa:
—Tenemos que acomodar esto para que no vuelva a pasar—dijo Abigail.
Comenzaron a guardar en las cajas los alimentos y el fin de semana irían a la fundación Cachorritos y donar la comida.
Kelly no podía ir y dejar la funda de alimento envenenado personalmente y entonces pensó en contratar a alguien, un chico de entregas y le dio la funda:
—Es para Míster Fritz.
Ella especificaba eso en la nota, sonrió cuando vio que el sujeto se fue a dejar la funda.
“Y ahora qué dirás Brian cuando se te muera el gato”, pensó ella.
Roger, estaba ayudando a clasificar la comida entre fundas, latas y golosinas que también se habían donado.
—Esta campaña que hacemos con la imagen de Míster Fritz ha movido a cientos de personas, la fundación obtendrá bastante alimento.
—Además de la campaña de castración que se hará, tenemos que movernos por los peludos.
Abigail les preguntó entonces:
—¿Chicos tienen hambre?
—¡Claro!—en coro.
—Entonces iré por comida, ¿les parece?
Brian tomó sus llaves y le indicó a Roger.
—Hay un restaurante que es muy bueno y de comida vegetariana.
—Me apunto—dijo Roger.
—Iremos Abigail y yo por la comida y tú sigue recibiendo las donaciones, con una sonrisa.
—Ni más faltaba…
Abigail acarició a Leona y le dijo a su gatita con mucho amor:
—¡Pórtate bien, Leona!
—Y tu también loco—le advirtió a Fritz.
“Siempre, men”
Cuando los vieron irse:
“Vamos a jugar”, propuso Fritz.
“¿Correteamos?”
“Esas cajas se ven muy divertidas, anda correteemos”
Comenzaron a corretear por toda la sala, subían, bajaban de las cajas, por entre las fundas, tumbaban adornos y se subían a los rascadores, parecían frenéticos y Roger los filmaba, sonreía por la alegría de los dos animalitos.
Escuchó el timbre y al abrir era un chico de entrega:
—Esta comida es para Míster Fritz, le entregó la tarjeta.
Roger la recibió y vio que era Prémium y decía la tarjeta: “Admiro tu historia, espero disfrutes mucho este alimento”, solo eso.
Sonrió, los gatos se estaban peleando y él les dijo:
—Niños, basta, no quiero escándalos.
Miraba la funda con atención, decía que tenía distintos tipos de pescados: salmón, gambas, atún, sardina, bacalao y trucha… ¡Los gatos comían mejor que él!