Nathan ha llegado al lugar del encuentro. El mensaje que le mandó Belial unas horas atrás fue un poco inesperado; sin embargo, tiene la corazonada de saber exactamente qué pasa con su colega. Belial, saluda a lo lejos con un movimiento leve de su mano derecha, se encuentra cómodamente sentado en el sofá de la cafetería dónde suelen verse de vez en cuando en la ciudad. Ambos saben, que en esta parte nadie va a molestarlos mientras dure la conversación.
— Gracias por venir —, dijo Belial con agradecimiento.
— Me parece que nos hemos visto más veces desde que Lena falleció que antes... — Respondió con tranquilidad. — ¿Qué sucede contigo?
— Me estoy volviendo loco... — Confesó irritado.
Metió la mano dentro de la valija de viaje y sacó el manuscrito poniéndolo en el centro de la mesa. Nathan lo miró con firmeza, Belial pudo ver el temblor de los ojos del muchacho, podía percibir la sorpresa de su mirada convertirse en melancolía. Nathan dio un suspiro, deglutió y miró al mayor frunciendo sus labios.
— Debes terminar de leerlo, Belial.
— Ese es el problema... — Atajó de inmediato. — Cada vez que hay un pasaje interesante... — Hizo una pausa. Dudó en decirle que veía a Lena. — Lena está ahí... la escucho hablar...la veo...la siento... — Belial tembló de pies a cabeza. — Ayúdame...
Nathan pasó sus manos por su rostro jalando las mejillas hacía abajo hasta que juntó las manos cerca del cuello, sin perder de vista a Belial, tomó su barbilla entre su mano derecha.
— Termina de leerlo...— Volvió a decir. — Cuando lo termines ella se irá.
— ¿Te pasó lo mismo? — Cuestionó con voz temblorosa.
Nathan miró firmemente a su interlocutor y con un movimiento de cabeza asintió. Ambos hombres se quedaron en silencio, Nathan porqué debía acomodar el pasado que vivió con ese manuscrito en su mente, para poder contar su experiencia y Belial, porqué simplemente no lo podía creer.
— No exactamente como tú —, aclaró el joven. — Cuando iba a mandarte el manuscrito también la vi, la escuché, la sentí...y.…a pesar del tiempo que ha transcurrido, ella sigue en mis sueños...parece que se aferra a la vida a pesar de que ella misma sabe que está muerta...lo sabe, Belial.
— ¿Y crees que al terminarlo de leer se vaya?
— ¿Por qué no lo descubres tú mismo? Es normal que siga en mis sueños...construimos un futuro juntos en nuestras fantasías, íbamos a casarnos pronto...se fue de un día para otro y los planes se acabaron —, se quedó en pausa por un largo tiempo. Belial le miraba, ambos tenían sus propios pensamientos y no estaban seguros si era el momento de externarlos, Lena era amiga de Belial, Nathan, sólo fue novio de la amiga...e intentar ayudar a Belial por pasar un mal rato por la muerte de Lena; le causaba mucha incertidumbre.
— ¿Sabías que Lena te amaba? — Dijo Nathan con una sonrisa dibujada en los labios. — Era más extraño que lo confesara… parecía no importarle que también me amaba a mí. Creo que lo decía porque me tenía a mí…
Belial abrió los ojos sorprendido, tenía la mirada en otro lado, pero, al escuchar las palabras de Nathan, un leve sonrojo surco su rostro ¿qué podía contestar ante tal confesión?
— Muchas personas me aman —, aseguró con una sonrisa.
— Nunca mencionó que fueras un platónico. Lo decía en serio…
— Por eso la mataste —, concluyó Belial dolido. — Todo el mundo me ama.
Al instante el actor se perdió en el café que se movía dentro de la taza con el movimiento de la mesa. Escuchó claramente las palabras que mencionó Nathan después.
— ¿Y quién va a creerte, Belial?
Sintió que toda la sangre de su cuerpo llegó a sus pies e impresionado, miró una vez más a Nathan, su mente sólo le decía que el novio había matado a su joven amiga y eso le estaba asustando mucho; su rostro alertó al joven actor, que con preocupación le habló una y otra vez, hasta qué Belial volvió a la realidad.
— ¿Estás bien?
— ¿Quién va a creerme, que?
— Que todos te aman… —, concluyó Nathan un poco desorbitado. — Sigues pensando que alguien la asesinó, ¿verdad? Y la mejor manera es hacer bromas de mal gusto…no cambias nada a pesar del dolor que sientes por su perdida…
— Lo siento… de verdad…
— Intento comprenderte…
Nathan bajó el rostro a la vez que se acongojaba un poco sobre su lugar encorvando la espalda y bajando la mirada a sus pies. Comenzó a contarle a Belial con la voz en pausa para no ponerse a llorar qué le dolía muchísimo el simple hecho de una llamada, sólo para darle el pésame por la muerte de su novia. Más porqué todos querían tenerlo entretenido para no pensar en ella y, sobre todo, porque no querían que pasara tiempo en casa, ya que estaba llena de recuerdos con la mujer que amó. Era normal tener dolor, recordarla, llorar, extrañarla y desear con todo el amor del mundo que volviera, a veces, se repetía a diario que toda su vida desde hace meses, era una terrible pesadilla y dolorosa y que, al despertar, Lena estaría dormida a su lado dándole la espalda como la mayoría de las veces al abrir los ojos; sin embargo, despertaba y el lugar de su novia se encontraba vacío.