El Héroe Caído

17

Ya era de día, yo fui el último en despertar y al parecer el sol ya estaba en lo más alto, mis “amigos” parecían enojados conmigo, esto hizo que me sintiera estresado, al ver alrededor mío, no vi ni rastro de Moteado, al parecer, él ya se había ido.

-porque no llamaste a alguien para que hiciera guardia mientras tu dormías-dijo José enojado-nos pudieron haber robado y todo por tu culpa-

Yo no le tome importancia y gire la cara.

-ohh, así que no te importa-dijo José mientras me miraba con temor-ohh, por favor perdóname por esto-dijo entre susurros.

Dicho esto, el procedió a darme un golpe en la cara, esto hizo que mi enojo se saliera de los límites, me abalance contra el dejándolo en el suelo, mientras me miraba con una cara de temor-eso es ahora, solo tienes que comerte su cara o matarlo de una manera siniestra-dijo otra vez esa voz dentro de mí.

-lo, lo siento-dije rápidamente mientras me quitaba de encima de José.

En ese momento, ya no aguanté más y salí corriendo al bosque lo más rápido que pude, claramente sin olvidar mi hacha, a medida que me adentraba en el bosque, lagrimas salían de mis ojos, cada vez más intensas, hasta que decidí parar, me senté en una roca y empecé a sollozar, pero cada segundo que pasaba empezaban a salir voces de mi cabeza.

-eres un debilucho-

-no puedes hacer nada-

-solo eres un niño jugando a hacerse el rudo-

-todo es tu culpa-

-no debiste haber nacido-dijo una voz conocida para mi… al parecer, esa era la voz de mi padre.

-acaso no me puedes dejar tranquilo por una maldita vez-le grite muy enojado.

La verdad era, que cada vez que escuchaba la voz de mi padre en sueños, hacía que mis deseos de romper cualquier cosa aumentaran, esa voz me lleva atormentando desde pequeño, la voz que escuche justo antes de la muerte de mi padre, esa era la voz que más odiaba, en este mundo claramente aparte de la del “el gran maestro”

Mi padre solo empezó a decirme muchas más cosas, a este punto, yo ya quería rebanarlo, pero no podía, ya que sabía que todo era una pesadilla y que él no era real, así que no le podía hacer nada.

Pasaron los minutos y seguía escuchando insultos de parte de mi padre, cada vez veía, como me estaba hundiendo, con esos insultos, cada uno de ellos me dolía, cada vez más, pero de pronto, alzo mi cabeza y veo a mi madre, ella estaba mirando la escena horrorizada, ya que ver a su marido insultando a su hijo, no era lo mejor que un padre podía hacer.

Ella rápidamente se acercó a mí, yo solo estaba un poco asustado, por todo lo que había pasado, mi madre pasa su mano por mi cara y me acaricia la mejilla, mientras me da un beso en la frente.

-tranquilo hijo mío, yo sé que lo harás bien-dijo mi madre con una voz tranquilizadoramente-aunque no sepa del todo que está pasando en ese mundo, sé que tú debes dar lo mejor de ti, para salvar a todos, después de todo, eso es lo que siempre has hecho-

Después de escuchar esas palabras, empiezo a recordar, porque me hice amigo de todos, empecé a recordar, cada vez que los ayudaba a sentirse mejor y cada vez que los protegía, a costa mía.

-hijo, tú no eres un monstruo-dijo tranquilizadoramente.

Me arrodillo en el piso y empiezo a llorar mucho más fuerte que antes, mientras abrazo a mi madre, esto me relajo más y por cada segundo que pasaba, iba recordando, cada buen momento de mi vida.

José enseñándome toda la escuela y enseñándome a todos sus amigos, mientras yo me quedaba con una cara de alegría.

Craig haciendo bromas y haciéndome reír, cuando yo más lo necesitaba.

Gustavo y yo, riéndonos de cualquier cosa chistosa que hacía Craig o riéndonos de cualquier cosa.

Mauro, regalándome una chaqueta en el día de la amistad, cuando yo me sentía totalmente solitario.

Esos y algunos recuerdos más se me venían a la mente, cada cosa que pasaba con mis amigos, cada tontería que hacíamos, en ese momento empiezo a abrazar con más fuerza a mi madre y se me vinieron a la mente, todas esas veces que tuve que ayudar a mis amigos.

Cuando, salve a José de su depresión, a la vez lo salve de suicidarse y todo porque sentía que no servía para nada y que no tendría futuro.

Cuando, salve a Gustavo de la opresión por parte de sus padres y en ese día en el que sus padres empezaron a decirle lo que en verdad sentían por él.

Cuando, salve a Mauro de sí mismo, cuando casi por accidente quema casi toda su casa y también cuando casi se corta con un cuchillo, por un descuido.

Cuando, salve a Craig de ser abusado, como siempre.

En ese momento, me di cuenta de que soy lo mejor de mí mismo y que, por fin me sentía en paz, con algunas cosas a mi alrededor.

Pero justo cuando empezaba a recordar muchas más cosas, mi madre empieza a desvanecerse y empiezo a escuchar a mis amigos a lo lejos.

En ese momento, decidí acercarme a mis amigos lentamente, ajeno a todos lo que me pudieran decir, cada vez que me acerco empiezo a sentirme inseguro y enojado conmigo mismo, en ese momento me topo con Leo, ambos nos caímos al suelo, por el fuerte impacto, le iba a empezar a gritar, pero decidí calmarme y ayudarlo a pararse, Carla se acercó rápidamente y tomo a Leo de la mano, él se negó por unos segundo y ella le dijo.

-déjame ayudarte, después de todo, te lo debo, tú me salvaste de la muerte-dijo Carla, con una cara llena de ternura-vamos, solo por esta vez-

Leo se dejó ayudar y yo simplemente me estaba riendo, por lo que acabo de ver, Leo al ver que me estaba riendo, se puso serio y me mando una mirada de alegría.

Al cabo, de unos minutos mis amigos, se fueron acercando, todos estaban confusos por mi actuación, con lo que acababa de ver, al parecer estaban espiando desde lo lejos, eso no me importo demasiado y les envié una sonrisa amistosa. Ellos me miraron, un poco extrañados, eso no me importo y nos pusimos a hablar por unos momentos.



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En el texto hay: reinos, batallas, muerte

Editado: 29.04.2020

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