El hijo de Dios Vol. Iii

Codiciado

  --Odio que me sigan y, tu, seas lo que seas lo has hecho desde que salimos de esa posada.

Liberó de su vaina una parte de su sable, mirando la oscuridad de los alrededores.

 --Puedo escuchar tu respiración --Se enfocó en un árbol en la lejanía-- y, aunque ocultas bien tu presencia, la marca de muerte que posees en tu cuerpo te vuelve un faro para mí.

 --Jijiji --Una risa, comprimida, siniestra y maligna se escuchó en los alrededores, haciendo eco y desapareciendo a los pocos segundos. Gustavo frunció el ceño, no era tonto, pudo sentir que algo quiso entrar a su mente--. Lo sabía, lo sabía. --La voz, chillona e infantil, pero con una abundante cantidad de energía maligna desprendiéndose de ella.

Desenvainó con rapidez, no se había esperado que su percepción hubiera fallado, podía sentir a la extraña entidad provenir de cada rincón del bosque, algo completamente inverosímil.

 --(¿Su idioma es que?)

Wityer bajó del cuerpo de su compañero, mostrándose hostil ante la extraña entidad.

Del fondo, en el mismo árbol donde Gustavo había sentido por primera vez a su posible adversario, se logró vislumbrar una mano humanoide apretando el tronco grueso del hermoso ejemplar, de dedos largos y delgados, piel verdosa y uñas negras. Poco a poco la entidad extraña fue revelando su verdadero ser. No era muy grande, posiblemente medía lo mismo que el joven, solo que su cuerpo tenía demasiadas diferencias para ser considerado un humano. Encorvado, panzón y de cabeza grande. Pupila de reptil, labios delgados y dientes afilados. Extremidades largas, esqueléticas y, con espinas pequeñas en su piel. Vestía un atuendo extraño: un sombrero puntiagudo de cuero, dañado por el paso del tiempo, una camisa de lino desgastada y una túnica de mago rota, botas de cuero abiertas, dejando sobresalir los dedos de sus pies por la diferencia en tamaño.

 --No tienes miedo, interesante, interesante, jijiji. --Volvió a reír, mostrando aún más sus dientes.

 --¿Por qué te tendría miedo? --Arrugó el entrecejo.

 --Hablas idioma de dioses negros --Sonrió, pero más que una sonrisa complaciente, se mostraba fría, oscura y siniestra-- ¿Qué eres? ¿Qué eres?

Apretó la empuñadura de su sable, podía entenderle, pero su dicción era mala, golpeando sus palabras, casi escupiéndolas, además de que, por primera vez, no comprendió bien el significado de cada una de sus palabras.

 --(¿Sabes a qué se refiere con dioses negros? --Wityer lo miró, negando con la cabeza y, sintiendo un ligero temblor en su cuerpo al pensar en una posibilidad-- ¿Qué es lo que piensas? --Tragó saliva-- ¿Antes de tu nacimiento? ¿Quieres decir que esto es algo sobre la profecía de la sacerdotisa del clan Ol? --El pequeño lobo volvió a negar con la cabeza.

 --Silencio, habla como antes, responde, responde. --Dio un paso al frente, liberando de su cuerpo una imponente fuerza maligna.

 --Soy un humano, cosa extraña. Ahora, tu dime ¿Qué eres?

 --Ayudante --Negó la cabeza al pensar, bajando la mirada-- no, siervo, siervo --Alzó sus ojos--. Soy sirviente de los dioses negros. Posesión de algo importante, tienes, dámelo y vive.

 --¿Qué es lo que poseo que deseas?

 --Sangre, poder antiguo, enemigos de dioses negros. Dámelo, dámelo y, vive.

 --¿Poder antiguo? Creo que puedo intuir que es lo que deseas y, sabes, tu petición me resulta tentadora ¿Qué ofreces a cambio?

La criatura reflexionó, pero la poderosa y densa energía maligna no disminuyó.

 --Vida --Dijo después de un momento de contemplación--, no mataré a poseedor de poder antiguo si me lo da. Trato, trato.

 --Como dije, una petición tentadora, lamentablemente lo que ofreces a cambio no es de mi interés...

Antes de terminar su frase ya había tensado los músculos de sus pantorrillas, sus dedos del pie presionaron el suelo y, justo cuando dijo la última sílaba de su oración se precipitó contra su adversario. La criatura sonrió, activó el sello tatuado de su mano izquierda que momentos antes había estado invisible, liberando de su cuerpo una maza de madera negra y, con ella bloqueó el devastador corte que se dirigía a su cuello. El pequeño lobo apareció por su costado contrario, atacando con sus garras y desmembrando su brazo derecho.

La criatura retrocedió con rapidez, sujetando con la palma de su mano la terrible herida, sellándola en el acto.

 --Huelo mi sangre en bestia poderosa. Sal, sal.

Wityer apareció al lado de Gustavo, mirando con fiereza al horrible enemigo. Al notar el cuerpo del Ancestral, la criatura tembló por menos de un segundo, sintiendo algo parecido al miedo, por lo que al intuir el desenlace de las cosas, dejó salir una gran bocanada de sangre.

 --(Sé que no debo ocupar la energía de muerte y, no tenía planeado hacerlo, pero gracias por intervenir. Así esto será mucho más rápido) --Dijo mentalmente. El pequeño lobo asintió, gustoso de haber ayudado.

 --Aparecí en un momento malo, pero mi marca ha sido dejada, siervo ha sido de ayuda.

Tiró la maza de madera y, como un susurró dijo palabras que no se pudieron escuchar o interpretar. Líneas negras comenzaron a aparecer por todo su cuerpo mientras caía de rodillas, explotando en un enorme sello de sangre que se logró vislumbrar por menos de tres segundos.

 --¡¿Qué fue eso?! --Aturdido se lanzó hacia atrás, evadiendo las gotas de sangre que casi tocaron su piel.

Wityer convocó su propia energía, tratando de contener la eterna oscuridad maligna que tocó los cimientos del suelo, pero le fue imposible hacerlo antes de que desapareciera para siempre.

 --Algo malo está por ocurrir. --Dijo el pequeño lobo en idioma humano. Su tono fue suave, como la voz de una dama divina.

 --¡Wityer! ¡¿Hablaste?!

 


 



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En el texto hay: lealtad, romance., guerra.

Editado: 12.07.2023

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