El Hilo Del Destino

Capítulo 8

—¿Cómo es posible que esté nevando? —Pregunta Midori, ella se encuentra igualmente de atónita que yo, o bueno, yo me encuentro peor.

—No tengo ni la menor idea —Mentí, estaba seguro que tenía que ver con todo lo que había pasado, el chico, el hilo, y el hecho de que las cosas esten cambiando, provocando que los recuerdos también cambien.

Midori no recuerda nada de la fiesta, pero yo sí, tengo todos los recuerdos de lo que pasó la noche anterior, no obstante, no sé si en algún momento me suceda lo mismo de ella, olvidar la fiesta y pensar que estuve en otro lugar en vez de ese.

—Tendrás que quedarte, no puedes salir con toda la nieve —Dice, lamentablemente tiene razón—. Oh, y no le podemos contar a mis padres que ya no estamos juntos, recuerda.

—Eso quiere decir que... —No termino la frase que ella ya se apresura.

—Tendremos que actuar como si nunca hubiesemos roto, al menos por esta noche —Dice, suspiro, no puede ser verdad.

Lamentablemente lo era, a pesar de que los padres de Midori me conozcan desde pequeño, ellos nunca dejarían que el ex de su hija se quedara a dormir en la casa. Así que lamentablemente, lo tengo que hacer.

—Maldita mierda —Digo, ella asiente, no parece divertirle en absoluto la situación, y a mí tampoco.

—Lo sé, iré a avisarle a papá y mamá que te quedaras a dormir —Expresa, no dura mucho para que desaparezca de la habitación.

Me siento en la cama y pienso en todo, absolutamente todo. Hace unos días tenía una vida normal, con una novia, un hermoso apartamento, y lo que podría llegar a ser un futuro increíble, nada de eso continuó. Sigo teniendo el apartamento, pero ya no se siente igual... ahora se siente vacío, como yo.

El hilo que tengo en el dedo meñique no para de brillar, y eso increíble, me alegra un poco, tanto que hace que una pequeña sonrisa aparezca en mi rostro. A pesar de todo, ver aquel hilo, allí brillando, es lo que más me pone feliz.

Al escuchar los pasos mi sonrisa desaparece, y miro hacia la puerta. Midori aparece y me observa desde el marco, sabe que la situación no es para nada buena, tal vez a ella le duela como a mí hacer esto.

—Oye... yo —Entra a la habitación y cierra la puerta detrás suyo, probablemente para no arriesgarse de que su padre pase y escuche—. Lamento que tengas que pasar por esto, lamento haber terminado contigo de aquella manera, y lamento no poder recordar nada de lo que sucedió anoche, si es que algo llegó a suceder realmente.

—No hay problema, descuída, últimamente todo está completamente raro —Digo, ella se acerca y se sienta al lado de mí, suspira.

—Ni que lo digas —Expresa, puedo notar frustración en su rostro, es como si en aquel momento ella fuese una especie de espejo que me muestra cómo me siento yo.

—Pero enserio... es como si nada tuviera sentido, y a la vez, todo lo haga, pero no logro darme cuenta qué, y cómo puedo solucionarlo —Digo, ella sonríe un poco, la miro y suspiro—. No sé qué es lo que te pasó Midori, me refiero a que no entiendo cómo pudo haber cambiado tus fotos en instagram, y cómo tú te olvidaste de la fiesta, pero aunque no lo pueda evitar... me siento culpable.

—No, oye, tu no tienes la culpa de nada —Dice, unas lágrimas quieren salir de sus ojos, pero ella las retiene—. Tú siempre fuiste bueno conmigo, y lo que haya pasado no tienes que ver tú, enserio.

No me di cuenta en qué momento los labios de Midori se acercaron a los míos y se unieron, al comienzo me quedé estupefacto, pero luego fui siguiendo el beso. No obstante, lo sentía diferente, era como si todo hubiese cambiado, como si... como si nada fuera como antes.

Durante el beso, la imagen del chico me atormentó una y otra vez, primero a la salida de aquella fiesta, cuando me tomé el tren y lo ví allí, y luego unas horas antes, cuando lo vi bajarse del tren.

Mi corazón latía, y rápido, pero no por el hecho de sentir algo hacia Midori, sentía que no era por eso... era por el chico, aquel que no puedo sacar de mi mente, como si lo tuviese allí pegado, sin poder quitarlo de mi cabeza, y en aquél momento, de mi corazón.

Me separé rápidamente de Midori, no, no puedo con esto. Ella parece confundida, aunque al mismo tiempo un tanto triste, ¿Qué estaba pensando? Nosotros dos terminamos, y aunque me duela decirlo, yo no siento nada más por ella, o bueno, creo.

—Yo... lo siento, pensé que... —Dice sin encontrar una justificación para sus actos.

—Midori, nosotros dos terminamos, yo no puedo con esto —Digo—. Sí, me quedaré a dormir, y fingiré ser tu novio, pero si podemos saltar las partes de afecto, mucho mejor.

—Entiendo... —Dice, luego suspira y se queda en su lugar, yo en cambio camino hacia la ventana y veo como la nieve cae.

No pasaron ni dos minutos cuando el padre de Midori nos avisó que la cena se encontraba lista, ambos bajamos las escaleras hacia el piso de abajo y caminamos hacia la cocina, para luego sentarnos en las sillas junto a la mesa.

A mi izquierda se encontraba Midori, y delante de mí su padre y madre, al menos yo sentía una tensión en el ambiente, que tal vez solo yo y Midori la sentimos.



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En el texto hay: amor gay, romance, hilo rojo

Editado: 02.08.2018

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