Los habitantes de Trasmoz no podían salir o entrar del pueblo con facilidad, ellos debían seguir una serie de pasos y reglas establecidas, dirigidas y supervisadas con el fin de monitorear movimientos, cantidad de personas, clases sociales e intenciones de cada uno de los habitantes. De igual manera, los visitantes debían ser vigilados y solo podían permanecer un tiempo determinado. Las personas del exterior que quisieran vivir en el pueblo maldito, eran investigadas con el fin de que el pueblo fuera prospero, tranquilo y todo el mundo se llevara bien dentro de aquella ciudad creada para un fin en común.
La familia Lovac deseaba vivir dentro de esa utopía, ellos se dedicaban al comercio de diferentes productos, varios de ellos eran famosos como sus artículos de limpieza, ropa, accesorios y comida. Elly Lovac, había puesto su atención en el pueblo exiliado de España y para lograr entrar, había elaborado una idea de venta muy creíble; consistía en crear un producto relacionado con los mitos y leyendas de Trasmoz. Esto no solo traería fama e interés sobre el pueblo, sino también podía arreglar los “problemas económicos” de los Lovac.
Por esta razón, la cabeza de la familia había decidido invertir en una casa de Trasmoz y por suerte o por desgracia la noticia inesperada de que uno de los habitantes se marchaba y necesitaba un comprador urgente e inmediato, para su propiedad, era una señal divina. Sin dudarlo Elly compro la casa, firmo el contrato y comenzó la mudanza sin esperar o preguntar opiniones de su familia, después de todo, sus hijos estaban acostumbrados a vivir bajo el matriarcado.
A pesar de la premura de la mudanza los hijos de Elly no parecían sorprendidos porque no era la primera vez, ni sería la última donde la familia Lovac cambiaría de residencia de esa manera. Ellos viajaban a diferentes lugares y permanecían allí por un corto tiempo, por desgracia nada de esos viajes se debían al negocio de ventas, más bien, ese negocio era un tipo de fachada para mantener oculta la verdadera profesión, habilidades y la doble vida de la familia.
Es decir, ellos podían verse como simples mundanos, pero no lo eran y la prueba estaba en aquel tatuaje que llevaba cada uno de ellos bajo la ropa en alguna parte de su cuerpo; ese tatuaje era una estrella de seis puntas que les daba fuerza, agiliza y el don de ser inmune ante los engaños de las tinieblas.
La estrella de seis picos era la marca del cazador, una huella que no se hacía, sino se nacía con ella; indicaba que la persona había sido elegida para perseguir y matar a hombres lobos, vampiros, demonios y brujas; ese era el verdadero trabajo de un Lovac, asesinar y exterminar a esas creaturas del mundo ordinario para que la gente común pudiera vivir en paz y en calma lejos de amenazas que no todos lograrían comprender.
Los Lovac logran introducirse en el pueblo exiliado con una idea en mente, acabar con los seres sobrenaturales del lugar, sin ser conscientes de que dicha utopía era gobernada por eso seres.
Elly, su esposo John y sus hijos llegaron a su nueva residencia, algunos observaron con desagrado, otros con emoción y unos con desinterés el nuevo lugar al que llamarían casa por un tiempo. Dante, el hijo mayor, parecía estar enojado y fastidiado de su vida en general mientras observo el lugar; Caleb, el de en medio, era un chico extrovertido y despreocupado de la vida al cual no le interesaba mucho los lugares donde habitaban; y Brittany, la hermana menor, era una chica curiosa por naturaleza, observaba con atención el lugar; ella a diferencia de sus hermanos se sentía emocionada ante la aventura y los retos que vendrían a su vida al enfrentar a las creaturas que se ocultaban en el famoso pueblo conocido por ser un lugar oscuro lleno de magia y hechicería.
—Esto es increíble, ¿no creen? —pregunto fascinada Brittany.
—Creo que te dejas impresionar con mucha facilidad, hermanita —respondió Dante molesto, porque jamás se había sentido tan condenado al tener la marca del cazador en su pecho la cual lo convertía en un esclavo, un vil espectador que aceptaba decisiones, ordenes e imposiciones de su madre.
—Vamos, Dante. Esta nueva aventura puede que sea mejor que la de Italia. Esta vez prometo dejarte matar a los hombres lobo que aparezcan para llevarse a nuestra indefensa hermana —hablo Caleb guiñándole un ojo a Brittany, quien lo miro con indignación, se giró molesta y resoplo aire.
—No es justo. —admitió con enojo Brittany—. Nunca me dejan ser parte de la acción, yo también soy una Lovac. Tengo derecho de enfrentar a las creaturas de la noche tanto como ustedes.
—Mientras pueda evitar que te acerques a una de esas cosas, créeme, jamás estarás lo suficientemente lejos de esos mostros para mí. Quizás hasta que yo me muera puedas enfrentarte a uno, y eso lo dudo, porque Caleb será el encargado de cuidarte.
—Los detesto a ambos, yo soy igual de capaz que ustedes dos…
—Y díganme ¿Qué les parece? —interrumpió su madre. Los tres la miraron con obviedad y cansancio, pues solo les preguntaba por educación. Al final no importaba lo que ellos pensaran u opinaran, su madre ya había tomado una decisión y no había vuelta atrás.
—Mamá, mis hermanos son una molestia, debes decirle y ordenarles que me dejen participar en las batallas, ya estoy lista para…
—Basta Tany, ellos tienen razón, mientras estén mis dos fuertes muchachos, tú no tienes el deber ni la obligación de enfrentarte a los seres de las tinieblas. Mi linda princesa se quedará a salvo y atacará a la distancia como siempre.
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Editado: 20.04.2023