El Infiltrado.

Epílogo

Unos años después...

  1. puedo creerlo! —chilló mi pequeña sobre mis piernas con su vocecita infantil, y se tapó la boca con sus pequeñas manos, mirándome sorprendida con sus enormes ojos azules.

—¿Y luego qué pasó? ¿Qué hiciste? ¿Por qué estás con el abuelo C ahora, y antes no? No entiendo —se quejó Oliver, y no pude evitar sonreír al ver el tierno puchero que se formó en su boquita.

—Bueno... no logré dar siquiera dos pasos cuando salí de su coche, ¿y saben por qué, niños?

Sophie, Oliver, Anne y Janeth negaron frenéticamente, y mi sonrisa creció aún más.

—Porque no era cierto, lo amaba y lo sigo amando, como nunca a nadie.

—Yo también te amo... April, como nunca a nadie. —Su susurro en mi oído me causó escalofríos. Me levanté dejando a la pequeña Sophie en la alfombra, junto a mis otros niños, quienes miraban atentos, con los ojitos bien abiertos nuestras acciones, reunidos.

Connor me guiñó el ojo antes de abrazarme por la cintura y sonreírme como nunca, porque, a pesar de los años, seguía siendo tan guapo como siempre. Incluso más.

—¿Y qué sucedió luego? ¿Y qué pasó con James? —preguntó Anne ansiosa.

—Pues... nos apoyamos, sonreímos y continuamos con nuestras vidas... juntos —respondió Connor mirándome lleno de amor y cariño.

—Y James me envía cartas cada año para hacerme saber que está bien, con su familia. —Sonreí.

—¿Y luego? ¿Qué pasó después? —preguntó de nuevo Anne, aún más ansiosa, y me daba tanta gracia la forma en la que parecía absorber la información, que no pude evitar soltar una pequeña risita que hizo que frunciera el ceño.

—Pues... nació tu papá y luego tu tía.

—¿Y cómo nacieron tío y mamá? —inquirió esta vez Janeth.

Miré a Connor y él me miró a mí, me mordí el labio, pero entonces Alessia y Elliot entraron a la sala con sus respectivas parejas.

—Suficientes preguntas niños, hablaremos de eso en casa, ¿bien? —habló Alessia con una sonrisa leve—. Hola mami, papi.

—¡Hola familia! —saludó Elliot, alzando la voz.

Y entonces, la sala se convirtió en un completo caos, los niños saludando a sus padres, sus padres saludándonos, Oliver pidiendo comida y Sophie jugando con Janeth con sus muñecas.

—Dentro de poco llegarán Emma y Josefino, chicos. Landon y Jessica no pudieron, y ya saben que Ethan al igual que Garrett están de viaje con sus familias, así que estaremos menos por hoy —informé, y apenas terminé, Oliver corrió hasta mí.

—¿Va a venir Owen?

Sonreí al ver que preguntaba por el nieto de Emma, su mejor amigo.

—Claro que sí, y van a poder jugar en el patio con tu pelota nueva.

—¡Si, si, si! —chilló feliz, y eso me hizo feliz también.

Vi a Connor mirarme desde el otro lado de la sala, y cuando terminó de charlar con el novio de Alessia caminó hasta donde yo me encontraba.

—¿Eres feliz? —preguntó y me cogió de la cintura.

—¿Por qué siquiera lo preguntas? Sabes que no podría ser más feliz.

—Te amo.

Sus labios se unieron con los míos con suavidad, amor y felicidad. Lo abracé con fuerza y dejé mi cabeza contra su pecho, observando como mis hijos eran felices, con sus hijos, con sus parejas. Observando como mis nietos jugaban y corrían de un lado para otro. Observando a mi familia. Bajé la mirada al anillo resplandeciente de mi mano y no pude estar más contenta de verlo allí, y el saber quién me lo había dado.

—Yo también te amo... —le susurré. Porque a pesar de todo lo que vivimos, lo cerca de morir que estuvimos y las veces que nos peleamos, el amor siempre triunfa y esta ocasión... no fue la excepción.

El timbre sonó y los niños corrieron a abrir la puerta con Elliot, menos una niña.

—¿Puedo hacer un libro con tu historia de amor con abuelo, abuela? —preguntó Anne y la miré con dulzura.

—Claro que puedes, cariño, claro que puedes.

Ella asintió feliz y corrió a abrir la puerta también.

—Eres la mejor abuela jamás vista. —Me susurró Connor y sonreí—. Y muy joven y conservada —habló en tono coqueto y no pude evitar soltar una risita.

—¿Me pasas mi bastón? —le pregunté.

Su ceño se frunció al oírme.

—No tienes...

—Ese es el punto —solté una carcajada y le guiñé un ojo antes de abrazarle y sentir sus brazos rodearme también.

Éramos una familia grande y unida, llena de amor, juegos, anécdotas e historias por contar, pero, principalmente, con un final feliz.



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En el texto hay: romance, amenazas y mentiras

Editado: 20.04.2018

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