El internado, La colmena

Capítulo 35. Revelaciones

Me siento raro, porque básicamente hace una hora y media que estamos hablando con Ira, primero el silencio y la incomodidad que se hizo cuando le confesé que mes estaba bañando, pero luego, todo se disipó.

Me comenzó a hablar de banalidades, tonterías sobre que en la casa le cambiaron el cuarto, que se olvidó de su maleta en el internado, o que había decidido que a la mañana se daría una ducha.

Finalmente, la conversación se fue haciendo más profunda, más personal, pues me dijo que la obligaron a comer algo, porque estaba reacia a hacerlo, pues el apetito se le había escapado del cuerpo.

Comprendo la razón, el susto aún está instalado en ambos, pero también entiendo que no debería saltarse la comida, podría hacerle daño, y se lo dije sin reparo.

Cuando nuestra conversación se hizo más profunda, yo había salido de la tina, ya estaba vestido y tirado en la cama.

-¿Ya estas vestido?

-Sí-respondo indiferente.

-Umm...

-¿Por qué no me dices lo que realmente quieres decirme Ira?

Sólo escuché su respiración, y el sonido de su cuerpo acomodándose quizás en la cama, o en algún lugar acolchado.

-Me da vergüenza... o miedo.

-¿A qué? Ambos vimos lo mismo, y sabemos lo que nos pasó.

-Es diferente hablar de los sentimientos Luriel.

Ahora soy yo el que calla, me recargo sobre la cabecera de la cama, respiro profundo, mientras me pongo los auriculares para bajar el celular en mi regazo.

-Te llamé , porque quiero hablar contigo, sin ataduras, y porque vivimos lo mismo Ira.

—Lo sé, yo, para ser honesta también quería hablar contigo,  pero eso no quita el hecho, de que son casi las dos de la mañana, y te tenga vergüenza.

—¿De qué? Nos conocemos de muchos año ya...

—Pero nunca nos hablamos...

—Y ahora dormimos en el mismo cuarto—La interrumpo y ella calla—. Lo que quiero que te quede claro es que, no sé como pasó, pero los dos somos más que compañeros ahora, estamos metidos en algo grande... y deberíamos estar juntos.

—No es tan fácil Luriel... en verdad, no lo es...

—Sólo dime cómo te sientes ahora Ira...—Jugueteo con mi sabana mientras hago la pregunta.

—Asustada... cierro los ojos, y veo al hombre cubierto de tripas y sangre... no puedo evitar pensar, en lo que habrá sufrido el chófer mientras esa cosa crecía en él.

—Eso mismo, imaginé cuando lo supe... y cuando me dijiste lo de su familia, en verdad, me dio asco, saber que hay gente capaz de hacer lo que sea, por poder.

—Sí, y ahora siento rabia, a la vez alivio, por saber que el 7mo lo devoró...—Su voz salía con rabia, a decir verdad, siento lo mismo que ella, pero soy consciente de que tampoco me parece correcto de someter a la muerte a los enemigos, aunque esa sea mi misión al fin y al cabo.

—No deberia aliviarnos la muerte Ira...

—No, no debería, es verdad, pero lo hace... me reconforta saber que algo allá afuera va a hacer justicia por los caídos...

—¿Crees que es justicia? O sólo su instinto asesino?—Pregunto mirando mis cortinas mientra estas ondean con la suave brisa que proviene de afuera.

—Creo que es su misión...

Muerdo mi labio inferior, mientras analizo esto último, y creo que ella tiene razón, y realmente lo que hace el 7mo, va más allá de su instinto, y sus actos, realmente son producto de aquello para lo que fue asignado.

—Aunque debo confesar que tengo miedo Luriel...

—Es lógico, estamos hablando se seres mitológicos, de cosas desconocidas para nosotros... y de enemigos que nos quieren muertos a todos...

—¿Y si ellos sabían que en ese carro íbamos tú y yo? Es decir, la guerrera y el Cario.

—Es imposible... te recuerdo que terminamos juntos porque Juanjo hizo...—Pensé, estaba por decirle que mi amigo hizo una jugada, y eso me metería en problemas—... él pidió ir con Gustavo.

— Tienes Razón... entonces sólo encontraron la información de que saliamos el fin de semana.

—Estoy más que seguro que sólo es eso... pero no por ello, es menos preocupante, lo único que nos confirma eso, es que nos quieren extintos.

—Me parece muy osado de su parte, a decir verdad, aparecerse hasta El internado...

—Quizás y eso eso lo que querían ver, que tan peligroso es acercarse o atacar en nuestra colmena...

—¡Claro!—Exclama ella como si acabara de encontrar la respuesta a una gran incógnita, tardé unos segundos, pero creo que nos leímos la mente porque lo dijimos al mismo tiempo—. El intercolegial...

—Estoy seguro que pretendían atacar, así que no les quedó de otra que enviar a alguien a explorar el terreno.

—Ahora que su enviado no llegue, sabrán que no es tan fácil... así que pensaran otra forma de atacar... deberíamos decirle a Orkias y a Elsa.

—Lo haremos mañana...—Digo imaginando en su rostro esa expresión que pone cuando descubre algo, cuando la respuesta que buscaba llega a ella.

—¿Ya quieres dormir?—Pregunta ella y vuelvo a escuchar su cuerpo caer sobre algo suave.

—No, para nada... me... la verdad... yo, yo quiero seguir hablando contigo... no tengo sueño, aunque mi madre me dió algo para dormir... el sueño no está—Miento, porque en verdad moria de sueño, sin embargo, mis ganas de seguir escuchando su voz era mucho mayor.

— Creo que yo aún puedo un poco más —Bosteza —. En verdad me gusta hablar contigo Luriel, no eres tan frío cuando se te conoce bien, así que te retiro oficialmente el titulo de cubo de hielo, ahora eres, frío de nevera...

—¿Frio de nevera?—pregunto riendo...

—Sí, sigues siendo frío, pero soportable...

—Eres muy ocurrente para estas cosas Iracema, en verdad... ¿Qué otros apodos te inventaste para mi?

—Uyyyy no me hagas hablar, son las 2:20 de la madrugada, y no quiero ser tan honesta... pero... ¿Cuál es mi apodo?

—¡Ayyy no! No me hagas hablar a mi tampoco jovencita—dije pegando mi frente con una mano, porque en verdad Iracema era una larga lista de apodos, La insoportable, humedad, habladora, parlanchina... anteojos con patas... sí, era un poco cruel, pero también era un niño idiota que no se encargó de conocerla, sólo quería el primer lugar de todo.




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