El internado, La colmena

Capítulo 51. La paz

Las voces hablaban una tras otra, llenaban mi cabeza de ideas, de pensamientos, de miedos. Intebtaba con todas mis fuerzas que el sonido de la última música que escuche se reprodujera en mi cabeza y ahora lamento no haber traído el lápiz y el papel.

Alguien golpeó la puerta unas cuántas veces, estaba por levantar la cabeza... pero escuchar a Mirena suspirar me dió como una especie de advertencia, así que aguardé.

—Luri, hijo—Era la voz de papá —. Hijo, ¿Estás bien? Vengo por ti, ya justifique antes Elsa.

Respiré profundo, la puerta volvió a golpearse, pero me refugié en mis rodillas hundiendo más mi cabeza.

—Luriel, anda, vamos al cuarto, no tienes porqué estar aquí hijo.

Quería querer que era papá, mi alma rogaba por él, pero conozco tan bien a Mortel en su ausencia, jamás dejaría nada a medias a no ser que yo corra peligro, y estoy seguro, que esta no es la ocasión aún, para abandonar su litigio contra esa periodista.

—Luriel...—la voz comenzó a distorsionarse, y mi cuerpo se estremeció por el pavor—. Luuuuurieeeel, Luriel, Luriel, Luriel, abre la puerta Luriel, te queremos ver Luriiiii, tu alma debe ser sabrosa, debe tener muchos miedos....

La voz era gruesa, sonaba como robotizada, y hambrienta.

《Solo 9 horas Luriel, son solo 9 horas restantes 》me di fuerzas, porque en verdad puedo, puedo aguantar.

—Confinado...— esta otra voz la conozco, esta, me llenó de pavor, lo había olvidado.

—Le he fallado—Digo cerrando los ojos con fuerza.

—Lo hiciste—él hablaba con calma, con serenidad.

—Supongo que ha venido a hacerme pagar.

En mi oscuridad, escucho el sonido del fósforo deslizarse sobre una caja, el olor a quemado y a tabaco a continuación me dió  la pauta que estaba sentado a mi lado.

—Sí, pero por esta vez, será leve, sola y únicamente por que tus amigos pensaron que dejándome tu parte podrías salvarte, hasta buscaron de tu entre tus cosas, mi cigarro tiene tu aroma y el de esas chicas...

La verdad estoy agradecido profundamente con Gustavo y Juanjo por intentarlo, supongo que estoy en deuda con ellos.

—Extiende tu mano izquierda...

Obedezco, aún con la cabez escondida, sus manos peludas dieron conmigo, primero, las cenizas cayeron sobre mi piel, exaltandome, pero debía ser fuerte, valiente, y resistente.

— Ni se te ocurra gritar—Susurra Mirena, y eso era todo, ya sabia que pasaría a continuación.

Sentí el cigarro sobre mi piel, el olor a quemado llegó a mis fauces y el dolor navegó en cada rincón de mi cuerpo.

Con mayor fuerza el cigarro se apoyaba en mi piel, y las manos peludas del señor me sostenían con firmeza.

Finalmente, retiró el cigarro, soltó mi mano, y mi cuerpo temblaba de dolor, cuando estaba por traerla de nuevo a mi, el alcohol se derramó sobre la piel quemada, causando que me arda, pero que también alivie la quemadura.

—La próxima no te saldrá tan barato Luriel... aprovecha las bendiciones que tienes sobre tu cabeza... y honestamente, espero que no caigas en la locura como el resto, no quiero esperar por volver a recibir mi ofrenda...

—Si yo hubiera cumplido ¿Usted podría haberme sacado de aquí?—Pregunté a penas mientras abrazaba mi rodilla con mayor fuerza que al comienzo, sintiendo el ardor de mi mano.

—Sí... y si no hubieras pedido el otro favor, pero sí, yo tengo el control sobre estas criaturas...

—¿Y esto será peor cuando se largue?

—No tienes idea... es parte de tu pago, espero que lo soportes.

Cuando su voz se apagó, los sonidos escandalosos se intensificaron, cadenas arrastrándose, pasos apresurados, voces de niños.

—Lurieeeel— mi nombre salia con un tono de voz suave, pero a cada letra se iba haciendo más grave y distorsionada.

Sabia que iba a ser duro, tenia ese presentimiento, pero jamás imaginé que todo esto jugaría tan fuerte con mi integridad emocional.

—¡Miranos Luriel!— la voz imitaba la de Iracema —¡Miranos Luriel!

—¿Y si nos escapamos esta noche?— la voz distorsionada preguntaba a lo alto—. Vamos por la chica, vamos por la chica, y hagamos vivir sus pesadillas.

—Si nos miras no iremos Luriel...

Apretaba con fuerza mis manos, olvidando la herida que tenia en la piel

—¿Tu respiración cambio?

—Su respiración —se repitió unos 100 veces más por voces distintas en menos de un segundo.

—Temes por la chica.

—La chica nos teme...

—Te preocupa la chica.

—La chica se preocupa...

—Su corazón late más rápido.

— Su corazón, su corazón, su corazón...

—Solo le acariciaremos la piel.

—Su tersa y morena piel...

Me enfirecia, en verdad tenían razón, mi respiración salia agitada, y el corazón me la tía como fuerza al imaginar a Iracema siendo víctima de ellos.

Pero más me enfurecia el hecho de que ellos supieran mi debilidad, de que mi mente deja de trabajar a causa de la chica, y la debilidad se hace grande.

—¡Vamos por ella!

—Vamos, vamos...

Me puse de pié en un instante, aún con los ojos cerrados, sentí sus manos recorrer mi cuerpo, jugar con mis cabellos, susurraban cosas a mi oído, cosas que no entendía, porque mi mente sólo tenía una cosa clara en este momento.

—¿Qué haces?—La voz de mirena intentó salir discreta, pero salio preocupada y dolida.

Alcé ni brazo derecho con dificultad, porque parecía que ellos se colgaban de él y me pesaba un millar.

—¡Ni se les ocurra!

—¡Valiente!

—Valiente, valiente, valiente.

—Tú no eres nadie para decirnos que podemos hacer... pero podemos llegar a un trato, abre los ojos y no iremos junto a la chica.

—Iracema, Iracema, Iracema... teme a la oscuridad, oscuridad, oscuridad...

—¿Qué no soy nadie?— apunto como si supiera a quien me enfrento y dónde está —¡Yo soy el Cario!

—¡No!

—No, no, no, no, no

—¡Eres un crío! Que cree que puede contra nosotros.

Mi cuerpo se tensa, porque me rodean con sus brazos evitando que pueda moverme tan siquiera,  siento el frío, lo húmedo, lo viscoso sobre mi piel expuesta alguna que otra lengua sobre mi rostro y los susurro de lamentos en mis oidos.




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