El internado, La colmena

Capítulo 61. Un segundo más

Ira estaba colgada por los aires del cuello, rodeada por una cadena de hierro oxidado que salia de la mano de Daneb, mientras que Katú, estaba en el suelo, con el hombros dislocado y una gran herida que hiba desde el musculo deltoides de su brazo derecho hasta su pulgar.

La sangre que emanaba era impresionante y aterradora.

Orkias intentaba mantener alejado a Ragel y separar a Daneb de Ira quien pataleaba por los aires, sin embargo él también está mal herido.

Las serpientes acababan de ingresar al domo y yo irrumpí la escena con salvajismo y ruido extremo, tanto que los atacantes no dudaron en voltar a verme.

—¡Pero si tenemos al señor Gianti!—Ragel habló mientras propinó un latigazo a Orkias, el instrumento se encendió de un cándido amarillo y arrojó a mi maestro unos metros.

Acto seguido, sopló en dirección hacia la abertura que acababa de hacer y la cerró, desintegrando a todas las serpientes que habían ingresado conmigo.

—¿Qué hago señor?—susurra mi compañero con enojo al ver a las pobres criaturas hechas polvo.

—Ve por Ira y ayuda a Katú... el resto me lo dejas a mi.

—Como ordene, Cario.

El hombrecillo se escabulle aprovechando la polvareda y el tumulto, a demás que puede aparecer y desaparecer según su antojo.

Daneb estira las cadenas que sostienen a Ira y ella intenta evitar sentir más dolor aferrándose al metal con ambas manos, un quejido se escapó de sus labios y de forma rápida sus pies se movieron con desespero.

Aprieto mis puños buscando controlarme.

<<Céntrate en tu presa>>

La voz del 7mo susurraba en mi cabeza, mientras las rocas que nos rodeaban comenzaban a levitar, podía sentir cada fibra de mis músculos hacerse más fuertes, las flexibles más funcionales.

—¡Oh! El niño Gianti tiene poderes geniales—Ragel chasquea los dedos y arroja o Orkias varios metros más, puesto que él se disponía a atacar al muchacho —Mmm tienes los ojos cargados de furia Luriel.

—¡Por qué mejor no te callas!—Exclamo cuando voy por él.

Ragel también corre en mi dirección y con tan solo mover las manos de ellas salen de nuevo esos látigos.

Intenta golpearme con uno de ellos, pero por instinto extiendo mi mano derecha y a eso le sigue un bloque de pared que termina golpeando a Daneb en vez de Ragel pues lo esquivó.

—¡Al fin tendremos acción!

Ragel se relamió el labio, y con furia multiplicó los latigos y comenzó a atacar.

Entre esquivar e intentar contra atacar no veía ni mierdas, y la verdad es que lo único que me preocupaba era que Ira éste a salvo, pero no podía estar pendiente.

Escucho a Daneb quejarse y la el brillo de la cadena deja de ser vivo y comienza a apocarse, al menos el Pora, está cumpliendo con lo suyo.

—¡Hay un puto espíritu aquí!—Grita Daneb a Ragel quien está intentando darme con sus ataques.

—¡Pues deshazte de esa mierda! ¡Estoy ocupado!

—¡Ahh! No te preocupes que en breve estarás indispuesto antes que ocupado—Grito a mi enemigo y voy por él.

De nuevo levanto los escombros, y esta vez concentro toda mi energía para que estos vayan a impactar contra la humanidad de Ragel.

—¡Agggg!—Suelto mi furia y todos los bloques entierran a Ragel que no pudo hacer mucho.

Daneb reacciona a esto, agitando el brazo derecho y quitando de el una especie de cuchilla.

—Juro que no sobreviviras Gianti.

Desvio la mirada, para darme cuenta que Ira y Katú estaban a Salvo, pero no logro divisar a Orkias. Regreso a mi agresor e intento que los escombros también den contra él, pero sin problemas rompe los objetos con su gran cuchilla.

<<Haz un escudo>>

—¿Cómo?—Pregunto desesperado.

<<Solo alza tus brazos y cruzalos>>

Obedezco la voz del 7mo y cruzó mis brazos, de forma automática se genera una barrera que me protege de la cuchilla, pero soy conciente de que aún soy débil y mi escudo tiene todos los indicadores de querer quebrarse.

Empujo mi cuerpo hacia Daneb y logro desplazarlo unos metros, pero lejos de calmar a mi agresor, o asustarlo, esto lo enfurece más y reacciona más agresivamente.

Abre sus manos soltando la cuchilla que se termina por trasformar en una gran serpientes dorada y de sus palmas se liberar abusones gigantes.

Estas cosas vienen hacia mi, así que cuando están por llegar, vuelvo a cruzar mis brazos, y al liberarlos mi escudo fue directo a los insectos que se estrellaron contra él, aplastados como los insectos contra la ventanilla en la carretera.

—¡Esto no puede estar pasando!—Daneb habla con rabia y desesperación.

—Pero pasa...—aseguro e imito su técnica de la cuchilla, por alguna razón imitar sus movimientos se me hace fácil.

Estoy por ir hasta Daneb, pero la serpiente se interpone, en ese mismo instante de los escombros sale Ragel, con sangre manchando su ropa, el rostro magullado y una expresión de enojo gigante.

—¡Tú eres el Cario!— dice con asco Ragel.

—Ni sabes que dices—Respondo mirando a la serpiente que es como 2 metros de alta.

—Los avispones conocemos más de nuestros enemigos de lo que ustedes creen— se limpia la sangre que brota de su labio—Es una pena que si te mato aquí y ahora solo voy a perder yo... te necesito vivo para el ritual de traspaso...

—¡Necesitas mucho más que al Cario!—Orkias se arrojo sobre Ragel intentando atravesarlo con una especie de vara de oro, pero Ragel fue mucho más rápido.

—¡Noooo!—Gritamos Katú, Ira y yo al ver como Daneb cubría a su compañero y atravesaba con su cuchilla el estómago de Orkias. 
 

Todo, absolutamente todo comenzó a moverse en cámara lenta, mi respiración se hizo un hilo, y el corazón se me hizo una pluma.

La furia se apoderó de mi ser, y junto a mi, sentía a Ira de la misma manera, era como si ella fuera yo y yo fuera ella, mi cuerpo sentía su enojo y desperación, mientras que a la par era conciente de que ella me sentía a mi.




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