El internado, La colmena

Capítulo 69. ¡Al fin! una buena

—¿Cómo les fue el entrenamiento? —La voz de Anastasia estaba cargada de altanería y burla, Iracema y yo sólo le ofrecimos una mirada de furia y continuamos caminando hasta nuestro lugares en la mesa— Mmmm, el silencio de la derrota, la verdad es que si tardaron un montón.

—Anastasia—Llama Itae a la chica mientras Cenit, Arand y Zunú se rien de la escena—, dejalos digerir el mal sabor primero, a demás deben estar hambrientos… ¿No es así niños?

—¡No somos niños! —Reclama Iracema.

—Sí, mueren de hambre—Remata Zunú quien se está comiendo una sandía mientras se burla de nosotros.

Por dentro pienso que los odio, es más quisiera decir tantas cosas, pero tengo tanta hambre y estoy de tan mal humor que no quiero hacer otra cosa más que sentarme y almorzar de una buena vez.

Cada músculo de mi cuerpo me duele y eso en verdad me tiene al borde del colapso, sumando a eso que me duele el corazón ¡Sí! Así de dramático, me duele porque Iracema me tiene como que yo sólo miento y manipulo.

Me sirvo la comida, mientras estoy bajo la atenta mirada de Gustavo y Juanjo quienes se cruzan de brazos al ver que no digo una sola palabra.

—¿Te vas a comer todo eso? —pregunta Gustavo al ver que me serví una montaña de pasta y carne.

—¿Algún problema con mi dieta? —mi voz salía enfadada y cancina

Juanjo esboza una sonrisa de triunfo, esto provoca que frunza mi ceño, estudio a mis amigos, uno parece disfrutar y el otro quita el celular, lo sostiene con una mano y mientras me llevo el tenedor a la boca me lanza la pregunta Gustavo.

—¿Qué pasó?

—Nada…

—Habla—Susurra Juanjo con un tono malicioso y juguetón.

—Le dije a Iracema que me gusta.

—¡Bien! —Juanjo hace un gesto de triunfo, lo miro extrañado y más cuando Gustavo lanza un suspiro y se centra en su celular.

—Ya, te trasferí tu dinero—Dice Gustavo enojado.

—¿Apostaron sobre eso? —Pregunto con el tenedor a medio camino y mirando con fastidio al vacío.

—No amigo— Juanjo me coloca una mano en el hombro—, no fue una apuesta, fue un estudio de campo, yo propuse un resultado, Gustavo otro y establecimos un valor para el que consiga los resultados correctos.

—Sigue sonando a una apuesta.

—Cómo sea—Gustavo guarda su celular— ¿Qué te dijo la dama?

La verdad es que sí quería hablar de esto, necesitaba sacar la espina que tenía atorada en la garganta, pero me siento humillado, porque nunca había sufrido un rechazo, hasta ahora, ¿Lo peor? Eso solo aviva mis ganas de estar más y más cerca de Iracema.

—Qué es novia de Katú… y que me aleje de ella.

—¡Mierda! —Gustavo vuelve a sacar el celular.

—¡Me están jodiendo! —Susurro enojado

—Lo siento amigo, pero las ciencias nos llevan a estudiar las posibilidades—Gustavo vuelve a realizar una trasferencia a Juanjo quien, a pesar de estar feliz por ganar la carrera, se nota algo preocupado.

—¿Y eso te tiene así? —pregunta inspeccionándome.

Yo afirmo mientras sigo comiendo, el silencio se hizo entre mis amigos, y la frustración se instaló en mis entrañas, sentía una especie de vacío en medio de mi estómago, un vacío que no se cubría con la comida o con la bebida.

Miro de reojo a Ira, y las vísceras se me remueven más, no puedo creer que con tan solo mirarla me cause lios inmensos en la cabeza, esto no es normal, o sea, he sentido en enamoramiento antes, ¡Por Dios que lo he sentido! Y con Yara incluso eso compulsivo de llegar a adorarla en secreto, pero lo que Iracema me hace sentir es diferente.

Es como si quisiera decirle a cada segundo que la quiero, como si me gustaría sentarme a su lado y disfrutar de su perfume todo el día, acompañarla a donde vaya, hablar de cualquier cosa con ella, admirar sus ojos, sus labios, de su ser libre y fuerte.

Bajo la mirada con rapidez cuando ella me observa, un choque eléctrico me llenó el estómago y el hambre desapareció.

—Terriblemente afectado— dice Juanjo con el tono apagado—, querido amigo, me siento con el deber de informarte que eso… no es atracción.

—No lo digas por favor—susurro pensando en la amenaza latente, no quiero ni pensar en la idea.

Hay demasiadas cosas por las que me debo estar preocupando como para agregar mal de amores a la lista.

Niego y estoy seguro que en mi rostro hay una expresión de frustración y rabia

<<¿Por qué se lo dije? ¿Acaso no es más sencillo callar? ¿No era mejor llevarme el secreto conmigo a donde sea que vaya?

—¡Esto es una joda! —Gustavo mira su smartwatch, Juanjo y yo hacemos lo mismo—¿De verdad?

También veo el correo con algo de sorpresa y quizás con más dudas que molestias.

—¿Qué esperaban? ¿Vacaciones? —Pregunta Anastasia mientras se recuesta y alza los pies sobre la mesa.

—¿Cómo pretenden que hagamos tarea? —Pregunta Juanjo mirando el celular para luego bajarlo con rapidez sobre la mesa—¿Cuál es el sentido se seguir haciendo tarea siendo que hay cosas más importantes?

Anastasia se recoge el cabello en un rodete, para levantar un dedo y hacer un mohín cargado de ironía, simula que va a hablar, pero toma aire haciendo que la espera sea mayor.

—Niños—finalmente dice con un tono particularmente cansino—Esto no es un parque de diversiones, parte del entrenamiento y de ser miembro de una sociedad secreta como la nuestra es la educación, en todos sus ámbitos, el día de mañana pueden estar en una excursión, pueden estar en una convención, en la universidad, o en una simple cena de negocios, el mundo no solo se mueve por lo místico y mágico, tenemos una fachada que cuidar, y esa fachada va muy ligada a la inteligencia… de verdad, no la que aparentan las otras personas en el mundo… dominamos lo que dominamos por ser disciplinados, y más vale que se vayan olvidado de que van a procrastinar en sus vidas, una abeja, siempre trabaja.

Anastasia se levanta toma su plato y comienza a caminar hacia donde estaban un par de originarias sentadas ante una choza.




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