El Jardín de mis Sueños

Racimo de flores

Ella hablaba sin parar de lo que quería, pedía con tal exigencia que no daba cabida a una respuesta rápida y sensata que la complaciera. Estaba agotado de tanto trabajo, no había parado en semanas, dia tras día. Así que deje que expusiera todo lo que tenía que decir con la mente dispersa en otros asuntos, mientras ordenaba las palabras exactas con las que sabía que finalmente calmaría todas sus demandas. Tenía paralizado a Tommy sin saber que decirle desde hacía más de quince minutos, pero él no tenía la experiencia para lidiar con esos "casos complejos". No era diferente de las cientos de chicas o de sus madres a las que había conocido en esta profesión y que regularmente se convertían en mis mejores clientes. Eso si, todas eran iguales, hermosas, a la última moda, mimadas y malcriadas. Estaba harto de lidiar con niñas de ese estilo, pensaba entre otras cosas en lo administrativo que tenía pendiente en mi oficina, mientras que al mirarla directamente a los ojos ganaba tiempo haciéndola creer que le prestaba atención a sus pataletas. Cuando al fin dejo de hablar o mejor dicho exigir, esperaba que mi respuesta fuera un si absoluto, pero era más que imposible. Yo no cultivaba flores.

  • Es muy complicado que la compañía me provea ese tipo de rosas justo para el viernes, pero le tengo una mejor solución. Los tulipanes se verán hermosos en ese lado del jardín. Hare todo lo que esté en mis manos para que parezca que camina sobre nubes durante su boda, algo que todos recordaran admirados. El jardín quedara a su gusto, será único - no parecía convencida aun - las rosas suelen ser el común muy a pesar de que sean blancas, la señorita Haydi se casó hace tres meses en la estación correcta para su cultivo con el mismo tipo y...
  • ¡No! - lo interrumpió con los ojos abiertos con horror - tienes razón Haydi tuvo rosas blancas lo había olvidado. Yo tengo que tener algo mucho mejor y original - levantó la barbilla sonriente - lo dejo en tus manos, eres el profesional - colocándose sus anteojos oscuros costosos meneo su cabello mirándonos a mí y a mi ayudante para luego salir del lugar contoneándose. 

Estuvo media hora solo exigiendo algo que no se podía cumplir en un tiempo tan corto, en una estación de flores escasas. Bastó simplemente mencionar a otra chica de su círculo para que cambiara de idea sin ni siquiera despedirse con educación. Dejé escapar el aire como quien se saca un peso de encima y miré a mi ayudante como un profesor a un alumno.

  • Si sabes solucionar problemas graves como ese que acaba de salir entonces estoy en el lugar correcto

A pesar de la clara ironía su voz suave y tierna como la de una niña atrajo mi atención. Ni siquiera la vi entrar a la tienda, tampoco la conocía ni la había visto antes. Vivía en una ciudad muy pequeña hacía muchos años como para diferenciar una turista de las habitantes y ella sin duda tenía que ser extrangera, tenía aires de haber conocido mundo y un acento indescifrable. Un vistazo rápido me dio la información necesaria para una primera impresión.

Aunque llevaba zapatillas blancas de tacón no era muy alta, tenía un vestido blanco con hojas verdes entallado en la cintura. Su cabello la hacía lucir como un sol en la mañana, era rizado, rubio, atado con una cinta verde que le hacía de cintillo y que no controlaba tan irreverente melena. Sus ojos claros aceitunados resaltaban en un rostro redondo, pero lo que más me llamo la atención fue su sonrisa. Hacía que toda ella de pronto resplandeciera. Sacudí la cabeza y me dije que era otra bonita chica que llegaba a comprar flores costosas, difíciles de conseguir para espacios reducidos con poca creatividad y que no me dejara impresionar por lo bonita y dulce de su apariencia.

  • Le sonreí como buen vendedor, después de la testaruda mujer que acababa de salir no tenía intenciones ni de hablar. Tenía mucho trabajo y para ello había contratado a Tommy - Si vienes por flores es el lugar correcto, pero hasta la primavera se toma su tiempo exacto para florecer y los jardines son una obra de arte, no un relleno de espacio con duendes 

Se echó a reír entrecerrando sus ojos y no fue la única, mi asistente rió también. Cuando lo miré con cara de pocos amigos dejo de hacerlo y giró de inmediato hacia otro lado, sentí su pequeña burla y sin mas dijo que se encargaría de arreglar los pedidos en la trastienda intencionalmente para dejarme solo con lo que parecía otro caso de capricho. Estaba resignado a atenderla.

  • Miré a la chica acercarse al mostrador y suspirar - necesito flores ciertamente... tengo tiempo no se preocupe. Respeto el arte y no creo en duendes. Sólo que... este pedido... como decirlo...- se puso seria de pronto - es especial y creo que... no, estoy segura que usted puede ayudarme.

No supe que fue lo que me impulso de pronto si sus palabras o su forma de decirlo, pero tenía ganas de ayudarla en lo que fuera, o mas bien en lo que pudiera. O quizá era necesario volver a ver esa resplandeciente sonrisa cálida de aquel sol, había algo dulce en ella que inexplicablemente me traía calma. Algo que necesitaba aunque fuera por un rato.

  • ¡Bien!. Los pedidos especiales suelen ser complejos, pero si gusta puede explicarme a detalle en mi oficina - asintió volviendo a sonreír, algo que sin remedio me hiso devolverle el gesto.

La hice pasar a lo que creí sería una larga lista de pedidos extraños teniendo que adaptarme a sus exigentes modos de acuerdo a la última tendencia en Italia, o por que alguna afrancesada amiga popular las usó. Cuando decidí cumplir mi anhelo de convertirme en paisajista soñé con amplios jardines que hicieran sentir a los que los recorrieran como en algún cuento, como fuera de lo cotidiano, como en otro mundo. Un paraíso en la tierra en donde la naturaleza hiciera parte de la humanidad. Un lugar lleno de flores y encanto, pero solo me llevó hacia la burguesía y sus creencias de que todo debe ser exageradamente impactante dejando de apreciar a la naturaleza en sí misma, convirtiéndola en un adorno superficial solo para impresionar lo que dure un evento o estación. Y así, poco a poco fui perdiendo esa pequeña ilusión de paraíso, pasando a ser una muestra más de lo amplio de sus cuentas bancarias.



#15888 en Otros
#4618 en Relatos cortos
#25401 en Novela romántica

En el texto hay: metaforas, destino fantasia, jardines

Editado: 24.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.