El jefe, mi mayor error

Capítulo 20

Sara
 

Catorce semanas después...
 

Estaba en la semana veinte de embarazo por lo cual ya se notaba mi evidente barriga de embarazo. Desgraciadamente las primeras semanas me había sentido fatal, los vómitos, dolores corporales y jaquecas se habían convertido en mi día a día. Incluso me había tomado algunos días para recuperarme, porque ya me sentía bastante mal.

Aun no había querido saber el sexo de mi bebé, porque mi idea había sido saberlo en el parto, pero ya las ganas me comían por dentro por lo que de seguro en la otra visita tendría que decirle al ginecólogo que me revelara el sexo porque no me aguantaba ya las ganas. Estaba agradecida de Maddie ya que me había acompañado a las citas desde la tercera consulta, se notaba que ella estaba emocionada con todo, le hacía bastante ilusión.

Ya había concretado tres juntas con Enrique y realmente habían sido bastante agradables al contrario de lo que yo había pensado. No habíamos tocado mucho el tema familiar ya que sabíamos que era un tema sensible para ambos.

Las cosas con Kennet han ido mejorando en el sentido laboral, pero ante cualquier acercamiento fuera de lo normal me he alejado de inmediato, porque si he visto que tiene intenciones. Tengo esa espina que me hace odiarlo, pero el tomo una decisión que debo desgraciadamente aceptarla. Él esta ¿raro?, no podría describir como es que el se comporta conmigo. A veces puede estar mirándome por un montón de tiempo, lo que me incomoda, o me trata de una manera bastante atenta.

Mientras miro archivos en mi ordenador, siento un leve movimiento en mi vientre. Quieta me quedo por lo que pienso dos minutos. Me paralizó al instante al sentir otro movimiento.

¡Esta pateando!

Bajo una de mis manos y la coloco sobre mi vientre esperando otro movimiento, pero no logro percibir nada más.

-Eso esta muy mal, pequeñín- susurré.

Después de terminar por hoy y adelantar un poco de trabajo para mañana apago el ordenador y miro por la ventana. Hay un clima de muerte, no ha parado de llover en ningún momento.

Tomo mi abrigo del asiento y me lo pongo, al momento de abotonarlo la puerta de la oficina de Kennet se abre. Prácticamente lucho para cerrar mi abrigo entero pero no lo logro por lo que lo dejo abierto de mi estomago hacía abajo.

-Pensé que era el único aquí, y recuerdo haberte dado la tarde libre- dice Kennet parándose enfrente mio y con sus brazos cruzados 

-Lo sé, pero quería adelantar para mañana -agarro mi bolso y paso por su lado hacía el ascensor.

-¿No pensarás irte caminando con este clima?- pregunta él incrédulo.

-La verdad si, aún que tal vez me debería ir en bus o en metro.

-Puedo dejarte en tu casa, yo también me voy- dice mostrándome las llaves de su auto.

-No, gracias. Llamare un taxi o lo que sea necesario.

-¿Por lo menos puedo pagártelo?- pregunta rascando la parte trasera de su cuello.

Lo miro incrédula, no sé si es una clase de broma. No entendía porque se había vuelto el señor amabilidad , pero ni loca me subiría al mismo auto o estar en un espacio reducido solo nosotros. Ni mucho menos que gastara su dinero en mi luego de que me dijera que solo me había embarazado para obtener parte de su dinero.

-¿Es una broma?- pregunté indignada.

-Oh, no para nada, no quería ofenderte yo so... solo quiero que llegues bien a tu casa.

-Muy amable, pero no necesito que me utilices en tus obras de caridad.

-Sara, mierda, en ese tiempo no lo decía enserio.

Lo siento hablar detrás de mi, pero solo lo ignoro. Salgo y las ráfagas de viento hacen que mi cabello se vuelva un verdadero desastre, el clima esta mucho peor de lo que pensé. Camino hacía la avenida principal rezando por encontrar un taxi desocupado.

-¡Sara!- escucho a Kennet desde lejos, pero solo sigo mi camino.

 




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