El jefe, mi mayor error

Capítulo 38

 

Sara

 

Me quede pasmada ante su revelación.

 

Aunque no me esperará para nada su confesión, podía notar acercamientos de él hacía mí, pensaba que ser coqueto y algo juguetón estaban dentro de las características que conformaban su personalidad, no porque yo realmente le atrajera.

 

Me quede varios minutos en silencio, sin saber que decir.

 

-Sabía que esto lo arruinaría todo- dijo haciendo ademán de pararse.

-No, espera Sebastian.

- ¿Qué me dirás acaso? Fue una mala idea venir hasta aquí.

-Te recuerdo que fue tu idea reunirnos. No puedes tener ganas de irte sin aclarar todo, no escapes- manifesté apuntándolo.  

 

Sebastian volvió a sentarse y paso las manos repetidamente por su cabeza, despeinado su cabello.

 

-Yo… yo no te correspondo, Sebastian- dije lentamente y tratando que mi voz no se sintiera que estaba siendo dura con él, pero si quería que me entendiera. -Nunca te he visto como otra cosa que no sea un amigo, y podemos seguir siéndolo, claro, si tú te sientes cómodo con eso. Es lo único que te puedo ofrecer.

- ¿Podemos? ¿Podemos seguir siéndolo luego de que esto? - preguntó, lamió sus labios y prosiguió. – Creo que sería muy doloroso para mí.

-Depende de ti. Te consideró un amigo y no me gustaría perderte- admití.

 

Me miro intensamente y alargo una mano para dirigirla a mi rostro. Con delicadeza la retiré antes de que me tocará y Sebastian suspiro.

 

-Pensé que en algún momento podrías llegar a corresponderme, intenté que fuera así, pero llego Kennet y lo arruino todo- manifestó con rabia.

-Aunque yo estuviera alejada de Kennet no quiere decir que lo hubiera superado- me encogí de hombros. –Kennet es el hombre que amo y aparte es el padre de mi hija, no podía olvidarlo tan rápido.

-Lo sé, solo que me cuesta entender que después de todo lo que él te hizo, aún le hayas dado una oportunidad.

-La gente comete errores, Sebastian. La gente suele perder las más grandes oportunidades de su vida por un error. Él ya pago sus equivocaciones, además de que me ha demostrado que de verdad está arrepentido y quiere comenzar de nuevo.  

- ¿Y si él está fingiendo? - dijo levantando su cabeza de entre sus manos. –Puede ser una posibilidad.

- ¿Entonces que sugieres que haga para ver que dice la verdad? ¿Qué prueba quieres que le ponga? – pregunte enojada. - Me parece ridículo que me digas estas cosas.

 

El silencio volvió a apropiarse de la sala. Por un momento pensé que él no volvería a decir ninguna palabra más y que se retiraría.

 

-Bueno... ya no me queda más que aceptarlo. Creo - paro abruptamente y parecía que medita mejor sobre sus palabras para continuar -Creo que podría soportarlo… pero me va a ser difícil. No superas el amor que sientes por una persona de un día para otro ¿sabes?

-Fuiste un apoyo para mí y no me gustaría perderte por esto, mas debes respetar mi relación con Kennet. Si sientes que es demasiado y que no lo puedas soportar, te entenderé. Es lo que te puedo ofrecer, Sebastian.

-Lo acepto- dijo con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

 

Esperaba que pudiera tener a mi amigo de vuelta, sin incomodidades de por medio.

 

-Te mereces tener a alguien que te corresponda, pero ese alguien no seré yo.

 

 

(…)

 

Cuando Sebastian se fue, me quede mirando la televisión esperando a Kennet, quien ya debería de haber llegado, pero aún no había rastros de él.

 

Él en estos días se había estado comportando algo extraño y desconocía el motivo de tal cambio.

 

Mire con ansiedad la puerta cuando escuche unas llaves ser revueltas, para después ajustarlas a la cerradura y abrir finalmente la puerta.

 

Kennet lucia demacrado, con grandes ojeras que realzaban más el tono azul de sus ojos. Por primera vez en mi vida vi en su rostro un semblante que demostraba debilidad.

 

-Kennet- susurré un tanto sorprendida.

-Hola, mi amor- dijo tomando mi rostro en sus manos y dejando un suave beso en mis labios. Me aleje para observarlo mejor y acaricie su barbilla.

- ¿Por qué demoraste? –pregunté. Apagué el televisor para prestarle toda mi atención.

-Hable con Frank durante un buen rato, vendrá con Dante y Regina el próximo fin de semana- informo.  

-Vale… ¿Quieres que te preparé algo para comer?

-La verdad no tengo mucho apetito, iré directo a la cama- respondió pasando al lado de mi en dirección hacia el dormitorio.

 

No podía dejar pasar otro día sin saber que le ocurría, él de verdad me estaba escondiendo algo.

 

-Kennet- llame su atención.

- ¿Qué sucede?

-Debería preguntarte eso yo a ti. Has estado actuando muy extraño últimamente, no sé qué pensar al respecto… ¿hay algo que te acompleje?

-Cariño, no hay nada de lo que te tengas que preocupar- dijo acercándose.

- ¿Seguro que no te sucede nada? - insistí. –Si algo sucede, deberías tener la confianza para contarme.

-Seguro, solo estoy algo estresado por el trabajo. Ya vamos a la cama, estoy agotado- respondió. Entrecerré mis ojos hacía él, era obvio que estaba cambiando de tema.

 

Apague las luces de la sala sintiendo algo extraño en mi pecho. Suspiré con resignación, debía confiar que cuando algo le acomplejara, él me lo diría. Deseaba que fuera así.

 

Kennet tomo mi mano y me dejé guiar por él hasta la habitación.

 

 

(…)

 

Al día siguiente…

 

Desperté con unas pequeñas manos que hurgueteaban mi nariz, abrí lentamente los ojos y, tomándola por sorpresa, alce a Danielle sentándola en mi vientre.




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