El Juego del Tiempo - Leyendas de Verano e Invierno 1

36. Eris I

Los malos augurios de una boda

—Dicen que es mal augurio que llueva en la boda de un rey, ¿No madre? —ella asintió con melancolía— es una lástima que no puedas ir —dije burlona, sabía que a ella no le interesaba ese rey y su rostro de desaprobación lo confirmó— lo sé madre —le dije mientras ensillaba mi caballo— no te interesa mi hermano, y me hubiera gustado que estuvieras casada con el anterior rey, quizás ahora estarías con un vestido entallado observando desde el palco privilegiado como se casa el príncipe, pero son cosas complicadas, supongo —dije mientras amarraba apresuradamente las correas, mi rojo cabello caía mojado sobre mis hombros y mi madre levantó su rostro haciendo que voltee— pero con esos ojos tan azules que tenías en tu juventud, con ese pelo tan rojo, rizado y bonito del que tanto hablabas —dije apretando sus mofletes— ¿Cómo no se pudo casar contigo? Con esa nariz perfecta y esos labios gruesos de los que... —hice una pausa y la solté con un suspiro— ya no quedan nada, ahora solo un pelo escaso y cano, los ojos blancos de la ceguera, los labios más finos que una cuerda y el rostro arrugado —mi madre mostró tristeza— pero que más da, por ti iré por el anillo que más brille, he escuchado que puede hacer joven a alguien —mentí, aun así mi mamá se había puesto feliz, pero su rostro cambió y señaló mis armas— estas bellezas si que las necesito, mamá, por si los vendedores quieren estafarme —mentí, otra vez, ella frunció el ceño— y la razón no funciona con ellos, porque lo que necesito es algo de mucho valor y si lo poseen no dudes que me cobraran mucho, además sabes cómo es la sociedad élfica con las elfinas —asintió y tomé sus arrugadas manos— los anillos tienen historias y relaciones —carraspeé— hace mucho tiempo, una reina de los elfos de sangre llamada Ele, creo con Ven un rey de los elfos del bosque y con Ed, un rey de los elfos fríos, nueve anillos, todos le daban al portador más fuerza y superioridad, le entregaron tres anillos a cada uno de los creadores, para que uno se lo quedasen, el otro se lo diesen a su esposa en unión de matrimonio y el tercero se lo dieran a su consejero de mayor confianza, después de eso, unieron sus nombres y dieron parte de sus dominios para crear la Provincia de Elevened, pero la codicia ganó y el pacto no duró más de diez años, los tres representantes ya eran reyes y el anillo al otorgarles superioridad, también los hizo ambiciosos, los tres entraron en una guerra por el control de la Confederación entera y la ciudad blanca de Elevened, los elfos fríos usaron su magia, que en ese entonces era muy poderosa, congelaron a muchos de los Elfos del Bosque, pero los De Sangre, que no tenían la magia muy desarrollada y eran más débiles, mandaron a un alquimista a la frontera de la provincia de Elevened, que creó una poción que formó una barrera entre la provincia de Bosk y la de Elevened, la magia no llegaba a la ciudad blanca, Ele fue a la ciudad y se coronó Reina de los Elfos de Sangre, destruyó la confederación y gobernó con su esposo y el consejero de mayor confianza, que se llamaba Degos, pero los Elfos Fríos y del Bosque no querían rendirse, y cruzaron la barrera, pero al hacerlo sus poderes desaparecieron de forma brutal y morían, los que sobrevivían no duraban mucho ya que sus habilidades en batalla eran pobres, y así los elfos de sangre ganaron.— sonreí— y es lo que busco, mami, es lo que te traeré, los nueve anillos —la vieja elfina se acercó y acarició mi rostro con una sonrisa de oreja a oreja— adiós madre —dije y estando próximo a salir mi madre extráñame habló, nunca lo hacía y pensaba que había perdido el habla.

—Espera —dijo tomando con sus frágiles manos las mías, luego sacó de su dedo anular un anillo que siempre llevaba y continuó— me lo regaló tu padre, está un poco sucio y descuidado, pero es de oro, se suponía que se lo daría a su prometida, pero me lo entregó a mí. Para mí no hay anillo que brille más, úsalo y así me tendrás y lo tendrás por siempre a tu lado.

Mi madre se separó de mí y volvió a la cabaña, sentí un extraño poder que venía del anillo.

Pertenezco a un gremio de espías de Elevened y me han informado acerca de que la reina Rea a encontrado los nueve anillos del fénix, al parecer solo encontró ocho de ellos. Tenía nada más y nada menos que el noveno anillo faltante en mis manos, había leído acerca de la sensación de tener uno y sinceramente era impresionante, la fuerza fluía por mí al usarlo y necesitaba controlar los demás.

—¿Tú qué crees, Tormenta? —le dije a mi caballo ya ensillado, su respuesta fue un relincho— mamá hizo algo útil —reí.

***

Cruce el enlodado campo a lomos de Tormenta, aquellos anillos me concederían la legitimidad que yo necesitaba para gobernar en Elevened y era lo que yo más añoraba desde que era una niña.




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