El Juego del Tiempo - Leyendas de Verano e Invierno 1

40. La heredera

La Secta de Dragón

Nos fuimos acercando al círculo de rocas en donde Torygg nos explicó parte de sus costumbres, Frank y el muchacho se adentraban a este, ambos con las espadas largas desenvainadas.

El hombre saltó como una fiera sobre mi hermano, que con solo levantar la espada bloqueó su ataque con una fuerza que de él no conocía. Pero el muchacho no desistió y siguió atacándole, estocada tras estocada eran bloqueadas por mi hermano sin mayor dificultad, sin que se moviera de su sitio, hasta que reaccionó y empujó al hombre hacia atrás, logrando que este arrastrara los pies sobre el suelo y tuviera que arrodillarse.

Aun así Einar siguió y saltó por encima del petún, un ataque que sin duda lo hubiera tumbado, pero Frank con una extraña precisión bloqueó su ataque elevando la espada por encima de su cabeza, logrando que Einar cayera de espalda en la nieve, pero este no tardó en levantarse.

—¡No te puedo ni tocar! —chilló el muchacho, mi hermano le contestó por lo bajo algo que causó gracia en varios, pero que yo no alcancé a escuchar.

Frank corrió hacia Einar y lo embistió con el hombro, lo hizo caer y soltar la espada, entonces soltó la suya y empezó a golpear repetidas veces en su rostro y se vio forzado a apartarse por una patada en el miembro.

Einar se recompuso con el rostro hinchado y corrió hacia el petún, tumbándolo de una sola patada, este se levantó como si no hubiera sentido nada y cuando el hombre trató de atacarle, Frank tomó sus manos y fracturó los huesos de esta sin mayor dificultad haciendo que el muchacho caiga de rodillas. Entonces el petún giró y observó a Torygg que aplaudió lentamente a aquel que había ganado el combate singular.

—Aceptaré tu trato —dijo Torygg con el semblante serio— has demostrado tu fuerza física, por lo que tus palabras serán igual de fuertes.

Frank asintió y escupió sangre, miró hacia el norte y pronto frunció el ceño, para después colocarse adelante del muchacho.

Descendían por una colina nevada dos sujetos, vestían de la misma manera que Einar, tiras de cuero negras, una capucha del mismo color, acompañada de una capa, salvo que estos llevaban una máscara y solo se podían ver los ojos.

«Suficiente». Los ojos revelan miedo, inseguridades, y eso mismo mostraron al verme a mí, a mi hermano y los demás petunes.

—Venimos por Einar —dijo uno de ellos, tenía los ojos grises como el cielo en esos momentos— nos lo otorgan o perecen con él.

—No les voy a entregar a mi hijo, vulgares norteños —dijo Torygg frunciendo el ceño— mi hijo ya acabó con sus entrenamientos.

—Esto va por encima de su entendimiento —dijo el segundo de ellos, este poseía los ojos verdes— Einar es un traidor.

—Einar es mi hijo —bufó Torygg, en respuesta el de los ojos grises desenvainó una daga curva, erizando el vello de Frank al escuchar el chirrido que generaba al ser retirado de su vaina.

—Nos lo darán, o morirá aquí mismo —dijo inexpresivo el hombre de ojos grises— es su decisión.

—No te daré a mi hijo jamás —dijo Torygg dando un paso al frente— y si piensas que lo haré, cometes un error, pasarán por mí antes de tocarlo —se colocó al lado de Frank.

Pronto los dos líderes salieron disparados, uno a la derecha y el otro a la izquierda, traté de ir por mi hermano, pero una clase de escudo impedía que me acercara, lo peor era que este era frío como el hielo.

—Sus líderes nos interesan muy poco —dijo el de ojos verdes, mientras su compañero se arrodillaba para cargar a Einar, que tras la expulsión de Torygg y Frank se había desmayado.

—Secta —gritaron al mismo tiempo y desaparecieron, al igual que su magia.

Después de unos minutos de silencio, Frank se levantó y se acercó hacia Torygg, extendió su mano y logró que el gordo hombre se incorporara, después nos miró a todos y dijo.

—Mi primera misión va a ser en gracia de todos nosotros, hay una amenaza en nuestras narices y yo no soy de aquellos que decide ignorarla, La Secta de Dragón es un grupo conocido y estoy seguro de que muchos aquí han escuchado de ella, son tiranos y egoístas y marcharemos al norte para acabar con ella y recuperar a Einar, que muy seguramente enfrentó con valentía a sus líderes.

La gente aclamó y tras varios gritos alzaron la voz en una sola frase.

—¡Frank, nuestro nuevo emperador!

***

Frank, Pats y yo nos asentamos con Torygg e investigamos todo lo que podíamos saber de la dichosa secta, los libros decían que se encontraba a varios metros al noreste de Límite Boreal, ahora Límite Azul y no tardamos en ponernos en marcha.

Los boreales poseían caballos que resistían las más bajas temperaturas posibles, y que sobre todo corrían con una gran velocidad, por ello no nos fue difícil llegar rápidamente hasta las Explanadas del Dragón, ahí fue cuando aminoramos la velocidad y decidimos observar algún indicio de la secta y lo encontramos.




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