Cuando volví a la habitación todo estaba allí nuevamente, desordenado, pero allí. Me puse a ordenar, en medio de ello recibí una visita de Minerva, quien me puso al tanto todo lo que tenía que llevar. Básicamente ropa, cosas para entretenerme y ya, cuando vio que preparaba mis cosas de arte se concentró en eso.
—Hay algo que no sabes, las brujas están conectadas a ciertos elementos y por lo que veo tu conexión es con el arte, seguramente has tenido un gran desarrollo en ello inexplicable ¿no? —asiento, es verdad, desde chica que me fascinaba pintar y dibujar, se me daba muy bien, casi todo lo que aprendí fue autodidacta— Cuando tenía poder…era una bruja con una conexión al canto, perderlo fue como si me arrancaran la voz y jamás pude volver a hacerlo— suspira tristemente, ha de ser horrible lo que me cuenta.
No puedo imaginar mi vida sin estar dibujando o pintando, vivo para ello, no es un simple pasatiempo. Es descargarme, es estabilizar mi mente, dejar fluir la imaginación, viajar, el arte me da vida y sin ello no creo poder vivir.
—¿Por qué? ¿Por qué te sacaron tu poder? —pregunto, no recordaba si ya me habían contado sobre ese tema.
Ella se pasea viendo los bastidores con pinturas, deteniéndose en algunos que captan su atención, sonriendo y susurrando halagos. Vuelve su vista a mí, es profunda y cristalina…
—No fue solo a mí a quien le arrebataron su poder, fueron a cientos y también a cientos a las que mataron por negarse— centra su vista en la noche fría para seguir hablando— yo fui la excepción, ellos no me querían muerta, solo me querían ver sufrir, sabían que yo no iba a ser lo suficientemente fuerte para quitarme la vida luego— limpia las lágrimas que caen por sus mejillas.
Su historia comienza a picar en mi débil corazón.
—¿Pero por qué? ¿Por qué ellos hicieron eso? —la duda es más grande, no puedo quedarme callada e intento indagar en la verdad, me siento un poco mal al hacerla recordar lo feo.
—Para debilitarte y encontrarte…—vuelve a verme, frunzo el ceño— las brujas pueden establecer conexiones entre ellas. Ellos sabían que la reina mantenía una conexión con otra, así que no dudaron en ir una por una hasta encontrar a la indicada, fueron por todas, niñas, ancianas, hibridas, todo aquel que tuviera sangre de brujo fue condenado. —si antes mi corazón picaba, ahora punzaba, de alguna forma ello habia sido mi culpa…el que tanta gente sufriera.
—¿Y encontraron a la bruja que tenía una conexión conmigo? —la voz me tiembla, me trago el nudo que comenzaba a formarse en mi garganta y me concentro en no llorar.
—La tienes de pie frente a ti— era ella, Minerva habia perdido su magia por mi culpa ¿Por qué aquella Alina no lo evito? ¿Por qué no se entregó? El sentimiento me carcome, me pongo de pie y corro a abrazarla para llorar en sus brazos, se me es inevitable. Ella me envuelve, también siento cuerpo temblar por el llanto y la aprieto más. —No es tu culpa, iban a hacerlo igualmente— acaricia mi cabellera violácea suavemente.
Me gustaría encontrar la forma de devolverle su poder, pero como decía Hades “Apenas puedes controlar tu mente y solo lloras por todo”. Era débil. Y siendo débil no iba a poder ayudar a nadie, tenía decidido lo que quería hacer. Aprender a controlar este poder, ayudar, a pagar todo lo que ellos destruyeron, a pesar que a mí no me habían sacado nada. De alguna forma u otra también era mi problema, porque yo era Alina Blavatsky, ellos esperaban que yo los ayudase.
Cuando nos separamos ella me sonríe tomando mis mejillas, podía sentir su hermandad rodearme, Minerva era alguien en quien se puede confiar, quien te ayudaría a pesar de estar roto por dentro. Pero yo intentaría rearmarla, de alguna forma encontrare la manera de ayudarla y regresarle su poder.
Lo habia visto en las pelis, a pesar de que esto fuera la realidad.
No pego un ojo en toda la noche, me remuevo incomoda en mi cama ya que mis pensamientos no se callan, sigo sin tener visitas de la voz, se ha esfumado completamente. En el amanecer, mi estómago gruñe, así que me levanto de la cama y refriego mis ojos, camino bostezando al cuarto de baño, donde me doy una ducha que me despierta. Me visto con unos jeans negros, unas botas negras y una camisa de igual color, como hacia un poco de frio me pongo un suéter bordo. Bajo las escaleras silenciosamente, la casa estaba callada completamente, me sorprendo a mí misma cuando intento agudizar mi oído y capto las respiraciones serenas de los presentes, pasa todo como un flash, pero pasa, yo habia podido escuchar más allá de lo humano. Si quiero, puedo, me repito internamente, no iba a rendirme tan fácil.
Busco cosas para hacerme un desayuno cargado, el no dormir me tendría apagada y tal vez alimentarme bien ayudaría un poco en mi energía. Estoy tarareando una canción cuando doy vuelta un panqueque y me asusto al ver a alguien sentado en la isla de la cocina, se ríe por mi susto y le doy una mala cara.
—¿Quieres? —intento ser amable, no sé si la comida en Asdic será igual que aquí, intento no deducir nada. Él acepta, así que pongo tres panqueques en un plato y se lo entrego junto a un vaso de jugo de naranja.
Termino de preparar el desayuno, me siento en la mesa y voy comiendo poco a poco todo lo que coloque: jugo, un té, panqueques, cereales y fruta, si mucho, pero es necesario. Aleix se sorprende un poco al ver que me devoro todo, no era algo fuera de lo común, pues siempre fui alguien que come mucho.
—¿Realmente estás de acuerdo con lo de Minerva? —pregunto luego de tragar, tomo un sorbo de té y pongo toda mi atención en el castaño.
—¿Por qué no lo estaría? Sé que Minerva jamás tomaría decisiones para ponerte en peligro, confió en ella ¿Por qué preguntas? ¿Acaso tu no estabas emocionada por ir? —no quiero revelar que alejarme del demonio me entristecía, porque si, saber que él no haría me desganaba.
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Editado: 06.09.2020