El legado mortal: La ultima Blavatsky

Capitulo 16. La confianza

El destino era Francia, un lugar escondido a kilómetros de un pueblo o algo así me habían contado. Hera quien es la encargada de trasladarnos ideo un camino, no podíamos saltar tan fácilmente a otro continente, sería fácil encontrarnos. Me explicaron que si tienen un brujo/a con entre ellos podrían rastrear el portal, así que haríamos caminos para despistar y salvar nuestro trasero.

Antes de partir tenía algo vagando mi mente, fue en la madrugada que levanté de una pesadilla y entre tantas cosas que andaban pasando, recordé a Carter, si él fue a la estación y no me encontró allí seguramente se preocupó, además quería saber si se encontraba bien o alguien lo habia dañado. Cuando todos nos encontrábamos desayunando y repasando las rutas, las cosas que tendríamos que hacer, hable, la mesa quedo en un gran silencio.

—Necesito un favor, sé que tal vez no esté en posición de pedir algo, pero es necesario— mi rostro mostraba la seriedad y la preocupación, así que Minerva me animo a seguir hablando— Cuando escape y ustedes me encontraron en la estación policial, yo llegue allí porque estaba en una estación de tren…— entonces comienzo a relatarles todo, sobre quien era Carter y lo que me habia dicho, ellos me escuchan atentos.

Al finalizar, se observan entre sí, debatiendo internamente con ellos mismos.

—Iremos— es Minerva quien habla, me sorprende— Se quién es Carter, es real lo que dice, tu madre lo designo como consejero y protector, él te trajo aquí cuando todo sucedió— no puedo contener la emoción, me paro a abrazarla en agradecimiento— Él puede servir de mucha ayuda, así que iremos— el plan es modificado una vez más.

El primer destino es ese, la casa de Carter. Dejamos la casa cerrada, en el patio trasero Hera abre un portal gigante y de color rojo, se mete en mi mente para poder sacar el destino del lugar, puesto que fui la única en estar allí. Tan pronto como nos metemos en el aro rojizo, aparecemos afuera de la casa de mi profesor, se ve tranquila e igual que la última vez. Soy yo quien toca la puerta impaciente, debíamos ser rápidos, exhibirnos podría meternos en problemas. Estoy tocando un rato, pero no hay movimiento, eso me inquieta.

—Profesor! Soy yo, Alina— vuelvo a tocar la puerta, no recibo ninguna respuesta.

Hera me hace a un lado, apoya su oreja en la madera y se aleja, forcejea la manija y la puerta cede. Nos ordena entrar, Aleixandre que es el último se queda vigilando todo el lugar. La casa tiene un aura extraña, como si algo malo hubiera pasado, no parece haber alguien aquí. Aviso que subiré para revisar arriba, aunque las dos mujeres me quieren detener, no hago caso y subo. Camino a paso lento por el corto pasillo, reviso las pocas habitaciones que hay, pero nada.

—¡Aquí! —Hera intenta no elevar mucho la voz, alcanza para poder escucharla, así que bajo corriendo las escaleras. Intento encontrar el lugar en el que están, llego y la escena que veo me horroriza. —No está muerto— dice ella sacando las manos de su cuello, suelto un suspiro de alivio.

Esta golpeado, irreconocible, con heridas abiertas por doquier y manchas de sangre en el suelo y paredes. Minerva dice que hay que llevarlo, la pelirroja lo alza en brazos y medio inconsciente el profesor se mueve, poco ya que se encuentra muy débil. En la sala Aleix se acerca horrorizado al ver el cuerpo del hombre.

—Si ellos estuvieron aquí hay que irnos, lo dejaron vivo por algo— no puedo evitar pensar que puede ser un mensaje, me asusta el tan solo pensarlo.

Salimos de la casa, y como habíamos hecho para venir aquí, esta vez Hera da cuatro pisadas duras y fuertes al suelo, nuevamente un portal se abre y terminamos en un área llena de autos. Nos subimos en uno, la demonio como piloto, Aleixandre como copiloto, Minerva y yo detrás mientras limpiamos las heridas de Carter y lo vendamos.

Es un viaje en carretera, sin portales, con respecto a ellos es extraño. Atravesar uno se siente como un hormigueo en todo tu cuerpo, como si te desvanecieras y te reincorporaras en un segundo. Me pregunto si a ellos también les sucede lo mismo, tal vez al ser más experimentados ya no sienten nada.

Voy escuchando música y sumida en mi cuaderno de dibujo, retrato el recuerdo que tuve con Hades al besar mi frente. Él de rodillas, mi espada alzando su barbilla, aun no puedo creer lo bien que puedo detallar los recuerdos ¿estará vinculado al tema de ser una bruja? Le preguntaría a Minerva luego, sigo haciendo danzar el lápiz hasta que nos detenemos en un lugar desértico.

No sé dónde estamos, pero nos bajamos del auto y revisamos no olvidarnos nada, de un momento a otro el vehículo desaparece asustándome. Hay que borrar cualquier rastro. Ahora saltaríamos a Argentina, de allí otro portal a Londres, seguido un portal a Japón y otro a Australia, finalizando uno a nuestro destino.  Sé que no es una ruta normal, todo era para despistar.

¿Abrir tantos portales debilitara a la chica? Recuerdo en la serie de Cazadores de sombras que en ellos consumía bastante de su energía, no quiero molestar con mis preguntas tontas y solo me dedico a observar. Cuando llegamos a una cabaña gigante en el medio de las montañas noto que sí, abrir tantos portales debilitaron a la demonio, se mostraba exhausta, tanto que pidió perdón y se retiró a alguna habitación que la casa poseía. Al llegar el lugar se veía bastante feo y arruinado, pero un chasquido por parte de Hera basto para hacerla parecer una mansión.

Sin duda el poder de los hermanos demonio era fantástico.

El viaje entre portales nos debilito a todos, por lo que nos instalamos cada uno en una habitación y descansaron un rato, por mi parte fui a donde dejaron a Carter. Aún seguía inconsciente, no puedo evitar sentir culpa, porque esta vez sí fue directo, lo dañaron por mi culpa.

Aleix se habia encargado de cambiarle la ropa sucia y rota, además de darle un baño para limpiar por completo toda la sangre que lo rodeaba. Antes de entrar busque un botiquín para desinfectarle algunas heridas nuevamente y vendar otras, cuando termine deje todo de lado observándolo. A simple vista Carter parece un hombre joven, guapo y muy serio, jamás le pregunte qué edad tenia, ni muchas cosas de su vida privada, nunca me habia fijado en el más que un profesor.




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