El legado mortal: La ultima Blavatsky

Capitulo 17. Una impostora

—Hay cosas que tienes que saber antes de ir…

Bien, la situación era la siguiente: nos estábamos preparando para ir a un punto mágico, quedaba en medio de las montañas y no se puede ir con portales, por lo que tendríamos que caminar bastante, si en el medio de una nevada.

En vez de interesarte en mí, podrías aprender a controlar tu temperatura corporal, es algo básico.

Como verán, la voz estaba menos tolerante y molesta, no dejaba de tirar comentarios atacantes, tampoco tenía forma de callarla.

Minerva me explico que mi poder estará más revolucionado, cosa que temí porque podría lastimar a alguien o a mí, supuestamente sentiría lo que la noche de luna llena, pero multiplicado a mil. Si ella intentaba ponerme nerviosa, lo estaba logrando, mi mente podía ser fácil de manipular y asustar. 

Todos estábamos listos para caminar por la nevada, nada nos sucedería si no se interpone algo, cosa que no tiene que pasar ya que fuimos muy cuidadosos con nuestra ubicación.  La nieve se hundía con cada pisada que daba, dejando marcado mi pequeño pie y metiendo un poco de nieve por mi bota, mierda. 

Me sentía como una niña pequeña jugando con el vapor que salía de mi boca, era un poco gracioso verme intentar hacer círculos o fingiendo fumar.  Ya íbamos caminando como dos horas, perdí la noción del tiempo y el rastro de donde nos encontramos, aun seguíamos con el bosque rodeándonos. Mis piernas comenzaban a doler por el frio, intentaba fingir que no para no molestar, pero realmente debía detenerme.

—Ven aquí…—dijo Aleixandre a mi lado para terminar alzándome en su espalda ¿el lee mentes también? — No leo mentes, aunque pudiera, tampoco lo haría. Se respetar la privacidad— su gesto era sin duda muy amable.

—Oh Alina, ¿tienes frio? — Hera se acerca a nuestro lado, me toca el rostro que era la única parte descubierta y todo de golpe se calienta. — Habia olvidado que aún no regulas tu temperatura— a pesar de estar bien cubierta, el que no sepa controlar mi cuerpo hacia que sienta mucho frio o mucho calor, era una montaña rusa.

Agradezco a los dos por la amabilidad, no era necesario y sin embargo lo hacían igual, ellos me ayudaban sin pedir nada a cambio. ¿O sí? Tal vez esta ayuda era para que yo pudiera convertirme en una reina, que en cierto punto a ellos los beneficiaba.

—¿No pensaron en buscar otra reina? —esa pregunta brota de mi boca sin poder ser controlada, todos voltean su mirada a mí.

—No es algo tan fácil romper costumbres, además de que debes estar muerta para que otra reina nazca, no te conviertes en una, naces una— entendí eso, vaya…— Ya llegamos— señala Minerva un muro de rocas ¿ellos piensan escalar eso? Apenas podía caminar.

Principalmente, me pide a mí que me acerque y eso hago.

—¿Hay que escalar? —todos se ríen en mi rostro y niegan, suspiro aliviada.

—Dame tu mano— pide la ex-bruja, obedezco y le tiendo mi mano, ella retira el guante y hace un pequeño corte. Abro mis ojos de golpe, suelo un quejido de niña y mis ojos lagrimean un poco, aun mas cuando pasa mi mano por la pared helada. —Solo las brujas pueden abrir las puertas de los puntos mágicos— explica, seguido a ello dice unas palabras extrañas y por donde no habia nada, ahora hay una puerta abierta a un túnel.

Sacudo mi mano al ver que no hay herida, estoy bastante sorprendida de mi misma y esto es una cosa, ¡Puedo curarme sola! Es fantástico.

Nos adentramos en la oscuridad y humedad del túnel, Hera hace algo con sus manos y de pronto unas antorchas iluminan todo el pasillo. No es terrorífico, son solo paredes rocosas y nada más. A medida que más nos adentramos, más siento un cosquilleo recorrer mi cuerpo. Cuando entramos en una cúpula rocosa, siento una energía extraña y todo muy sensible, me siento como si estuviera vibrando. El lugar esta vez si da un poquito de miedo, hay poca luminosidad, hay esquinas con dibujos extraños y oscuridad que parece como si algo saliera de ella para atraparte. Minerva tira de mi mano al centro del lugar, donde hay una especie de cuenco o eso parece, como en la puerta, corta mi mano y deja caer gotas de sangre en el. Pronto se abre un circulo mediano, dejando entrar la luz de día que ilumina todo y lo terrorífico desaparece, no hay nada especial en el lugar. Pero puedo sentir todo con una sensibilidad aumentada, ahora no hay una sola voz, si no muchas que hablan al mismo tiempo.

Intento concéntrame solamente en la voz que siempre estuvo, en ella, en mí, en nosotras.

Nuestras compañeras quieren decirte algo Alina, escúchalas

No puedo.

Si puedes, hazlo.

—Tranquila, se lo que sientes— los demás se alejan, dándome espacio a Minerva y a mí. —Hay algo básico que toda bruja debe saber y tener en claro: eres tu quien tiene que controlar el poder, no el a ti. Siempre querrá llevarte a la oscuridad, puesto que ella es más grande y su te dejas ganar, sucederá. Pero siempre podrás ganar si sabes controlar tú al poder, es tu cuerpo, es tu mente y tú lo manejas todo— asiento a medida que escucho sus palabras.

Lo primero que me pide hacer es controlar mi temperatura corporal, la lejanía de Hera me comenzó a hacer temblar y perder todo tipo de calor, por lo que sentía un frio horrible. Cierro los ojos, mis dientes castañean e intento imaginarme rodeada de calor, pero las voces me desconcentran.

Soy una inútil

—Vamos Ali, tu puedes— me anima Minerva a la distancia.

Vuelvo a intentarlo.

—CALLENSE— el lugar tiembla cuando le grito a las voces intentando silenciarlas, ellas se vuelven más fuertes y rápidas. —YA BASTA, YA BASTA— encajo mis uñas en la palma de mis manos, iba a sufrir un ataque y necesitaba algo que me mantenga en la línea de la realidad.

El dolor.

—Okay Alina, debes calmarte— Minerva intenta acercarse, pero me alejo llorando, le hare daño.

Cálmate, solo son voces, intenta concentrarte y ya.




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