Malquiur y Aredia se despidieron en el aeropuerto, tras el pesado caso de las pinturas malditas el detective había decidido viajar a California para hablar con su madre sobre su padre y su relación con aquel asunto, algo en extremo difícil para él pues había pasado veinte años evitándolo.
-No tenías que acompañarme.
-Es por si cambia de idea a último minuto, creo que esto es muy importante.
-Listilla…oye, sobre esto…lo que paso con Allister.
-Quisiera olvidarlo.
-Yo también pero no va a pasar, como tampoco puedo olvidarme que le prometí a tu madre que estarías a salvo durante este trabajo y no lo estoy consiguiendo-negó con tristeza-Felipe que casi te golpea en la feria, aquel incidente con Grech, y ahora un loco te toma de rehén, no quiero pensar lo que podría sucederte en el siguiente.
-Señor Malcon…ay no-abrió grande los juegos-¿me está despidiendo?
-¿Qué?, ¡No!, ni que estuviera loco, con lo que me cuesta conseguir asistente.
-Gracias a Dios, ¿entonces?
-Entonces hay que tomar medidas-le entrego un cheque-digamos que esto sería una inversión laboral, cóbralo y usa ese dinero para inscribirte en algún curso de defensa personal.
-¿Defensa personal?
-Me da igual si aprendes karate o combate urbano, tienes que hacerte más fuerte, aprender a defenderte por ti misma, en caso de que yo no pueda hacerlo.
En el altavoz sonó el anuncio de que su vuelo estaba siendo abordado.
-Cuídese mucho, me hubiera gustado conocer a su madre.
-La conocerás cuando ella me visite, volveré en una semana para la fiesta de Grimm y no lo olvides.
-Hacerme fuerte, lo sorprenderé.
-Eso y regarme las plantas en casa.
-¡Ah!, sí, eso también.
Se quedo hasta ver despegar el avión, Malquiur había mencionado alguna vez que a veces recibía casos de otras ciudades, ¿sería que un día viajaría a otros estados con él?, eso sería fenomenal, pero para estar seguro tenía que volverse más fuerte.
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El cheque era por una nada despreciable suma, suficiente para pagar al menos el primer semestre en cualquier tipo de clase e incluso comprar ropa deportiva, ¿pero que debía ser?, en un gimnasio común y corriente podría mejorar su condición física pero de nada le servía pegar más duro si los malos le sujetaban las manos, lo cierto es que le había afectado mucho aquello, a veces sentía como una picazón en el cuello y se acordaba de la navaja, las artes marciales eran excelentes para sacarse de encima a la gente pero sabía, porque uno de sus hermanos era cinta negra, que se requería de muchísimo tiempo para alcanzar un buen nivel.
-Combate urbano-se rio al recordarlo, aunque tenía su pegue.
Daba el casual de que hacia unas semanas se habían mudado a su barrio un par de sujetos que por donde fuera daban de que hablar, el barrio de Aredia era en su mayoría blanco y latino, los chicos eran de color, debían tener poco más de veinte años cada uno, tenían un perro horroroso que espantaba a los niños, Aredia había visto a uno de ellos trabajando en una motocicleta pesada y por estarse fijando fue que noto, sujeto a una de las ventanas, un papelito que decía que se daban clases de kit boxing, boxeo con puños y pies, eso sí sonaba efectivo; pero, ¿se atrevería a ir?, todos decían que aquellos tipos eran peligrosos, el de la moto estaba cubierto de cicatrices, los vecinos los oían pelear a veces a altas horas de la noche, pero ella no podía dejar que los rumores o las apariencias le amilanaran, no estaría donde estaba ni hubiera conocido a tantas personas increíbles de ser así.
Tomo aire y se acerco a la casa, como la mayoría en su calle era uno de esos edificios estrechos y de dos plantas, con dos idénticos a cada lado, el patio era corto, apenas había lugar para la moto y ese perro, ¡Dios, que perro más feo!, parecía una hiena cruzada con un tigre, era enorme, tenia pelaje café gris con rallas negras, ojos encarnados, la mandíbula inferior sobresaliente, Aredia no estaba segura de si la cadena con la que estaba atado era larga o corta asique camino con mucho cuidado hacia la puerta pero ligeramente inclinada de lado para salir corriendo en caso de ser necesario.
Editado: 18.02.2019