Ecos de guerra
Por Dalia Luna
hora que estoy frente al enemigo, no siento temor a la muerte o a perder
Parecemos solo ser él y yo, pero las suaves caricias del viento son arrebatadas por fuertes golpes a mi tórax, mis costillas y mi rostro.
Entre la oscuridad y la luz que me producen los puñetazos y patadas a mi cabeza, puedo ver un grupo detrás de mis enemigos.
Son ellos...
Aquellos a quienes años atrás les arrebate sus sueños y glorias, transformándolos en humo y discordia.
Me miran entre aquel mar de golpes pero no muestran señas de regocijo, venganza o rencor. Solo es lástima...
Puedo sentir la sangre recorrer mi nuca y mi visión comienza a nublarse.
No tengo salida
Por más que lo intento, no soy capaz de escapar.
Es el castigo merecido por mi crueldad
Todo se vuelve oscuro.
Los sonidos se alejan como si fuera un sueño agradable que ruega por mi compañía
Pero el frío me envuelve en un abrazo
Es la muerte
La guerra se vuelve un eco.
El último eco que me permite escuchar la muerte