“Maestro Shan ¿Ella es…?” preguntó, Briana, al notar que una jovencita se ocultaba detrás de su recién llegado maestro, aunque, en el fondo, ella ya sabía la respuesta.
“Ella es Alanna”. Owen Shan asintió con la cabeza, confirmando las sospechas de Briana, y luego agregó:
“Ellos son dos novicios talentosos de la Academia Celestine, Briana y Kendall”.
Alanna no era tímida, pero, no conocía las verdaderas intenciones de este Gran Mago, ni tampoco lo relacionado con su supuesta misión. Por lo cual, estaba un poco reacia a compartir demasiado con estas personas. A pesar de esto, dio un saludo educado a los dos jóvenes, y estaba a punto de preguntar sobre el asunto de la misión, cuando fue interrumpida por el Gran Mago.
“Hay algunas cosas que quiero saber, cómo, por ejemplo: ¿Por qué estabas en este lugar?” preguntó Owen, mientras se sentaba en la misma roca donde estaban los dos novicios.
Alanna se mostró pensativa durante un segundo, y finalmente respondió:
“Tengo un primo que estudia en la Academia Celestine, y necesitaba que me ayude con algo, así que vine a visitarlo. Pero, no esperaba que este lugar sea de esta forma…”
“Continua”, sentenció Owen, en un tono sereno; pero que indicaba que la respuesta estaba lejos de ser satisfactoria.
“Al poco tiempo de haber ingresado a este bosque, me encontré con un miembro de la facción Nebulosa, que me ayudó a orientarme y me dio refugió en su base. Y, luego de darle la descripción de la persona que buscaba, me dijo que mi primo, probablemente, pertenecía a cierta facción grande, y me marcó el camino en un mapa. Pero, se negó a acompañarme, diciéndome que era una facción demasiado peligrosa y que era muy riesgoso para él y sus miembros. Así que, decidí hacerlo por mi cuenta; y convencí a una aprendiz de aquella facción para que me ayude…” Alanna, parecía algo reacia a seguir la historia, ya que su voz comenzó a resquebrajarse, pero finalmente, explicó:
“Fui muy tonta… ¡No sabía que las personas podrían ser tan crueles aquí también! Cuando llegué hasta este lugar, me enteré de que mi primo murió hace algunos meses atrás, y de inmediato, fui capturada por esta facción con capas negras. Originalmente, pensé que me ayudarían, por ser familia de uno de sus difuntos miembros, pero no tuvieron ninguna clase de honor y no les importó en lo más mínimo el asunto, ya que me encerraron en aquel horrible calabozo...”
“Las facciones con tantos integrantes, como esta, no se preocupan demasiado por sus miembros, y mucho menos por los parientes de estos”, dictaminó Owen. Y luego, frunciendo el ceño, pareció percatarse de algo a la distancia, y agregó en un tono solemne:
“Esperen aquí un momento, mi lobo se topó con algo extraño. Volveré pronto.”
Los tres jóvenes permanecieron un tiempo confundidos, ante la sorpresiva salida de Owen. Además; su lobo azul, se había marchado repentinamente también, algunos minutos antes de que su maestro llegue. Finalmente, fue Kendall quién soltó con ligereza:
“Lo importante es que el maestro Shan te encontró y ya estas a salvo. Ahora solo falta ir con el Conde Verdi, y completar nuestra misión…”
Alanna se escandalizó al escuchar esto. Por un momento, ella realmente creyó que podría haber encontrado a un verdadero aliado, en aquel robusto hombre; de gran poder y prestigio. Pero las palabras de este novicio, la sacaron de su sentimiento de ensueño.
Este trio, habían sido enviados para capturarla y devolverla a la jaula de los leones, desde donde se escapó.
“Por favor, no me lleven ante ese hombre”, suplicó Alanna, casi temblando.
“Pero, esta es nuestra misión…” mencionó Briana, en un tono bajo. Ella pudo sentir el miedo, en el tono de voz de Alanna.
“Por favor, no lo hagan. ¡No puedo regresar con esas personas!” imploró Alanna.
“Una misión de la academia es de suma importancia para quien la toma, fallar no es una opción. Sobre todo, para un Gran Mago como el maestro Shan; quien tiene una reputación enorme que mantener”, replicó Kendall, que parecía algo molesto con Alanna; por suplicarles de que fallen apropósito en su misión.
« Si me llevan con ese viejo asqueroso del Conde de Verdi, me entregará a la familia real y todo habrá sido en vano. Debo aprovechar de que el Gran Mago no se encuentra y escapar ahora ». Alanna estaba completamente preparada para correr en cualquier instante. Pero, en este momento, dos figuras con trajes negros, emergieron desde el frondoso bosque, en dirección hacia el trio de jóvenes.
El corazón de Alanna casi da un vuelco; cuando notó la forma de la insignia roja que traían, estos sujetos, en la parte inferior de sus túnicas.
« No puede ser… ¿Me han seguido hasta aquí? ¡La Orden del Loto Rojo otra vez! »