Capítulo 4
Balin
Paso por los reguladores esperando a que los oficiales terminen de quitarse el signo en sus cuellos. Después de haber tenido una exhaustiva reunión con Buisson, nuevamente para preparar la fecha, ahora nos encontramos en una de las cabinas de la institución para quitarnos los parches que nos alertaban de los dejos.
Esas criaturas ya no son un problema para nosotros desde hace un mes, gracias a la fórmula que se colocó en forma de gas por todas las esquinas del continente en las noches acabando con la especie. Tuvimos que esperar hasta que todos lo ciudadanos tuvieran sus parches afuera para nosotros ser los últimos en quitárnoslo dándole privilegio al pueblo.
— ¡Alférez, su turno!— Grita el doctor para que entre a la pequeña habitación.
Me siento en la silla desplegable viendo de reojo todas las pinzas, gasas y alcoholes que yacen en una bandeja a mi lado. Respiro hondo cuando se acerca y aprieto los labios en el momento en el que el ardor de la marca se intensifica como defensa para no ser quitado. La pinza se clava en mi piel arrastrando el papel ahora viscoso, siento mis brazos acalambrarse y la cabeza me estalla por unos segundos.
Todo para de repente y veo al doctor sonríendome con el parche en su pinza. Pasa el algodón por la piel afectada y coloca una crema que lo sana instantáneamente. Ambos salimos de la habitación y me despido dándole paso a Meer.
— Buisson te busca.— Me informa antes de entrar en la cabina.
— ¿Dónde?— Cuestiono pero él ya había entrado dejándome sola en el pasillo.
Arrugo los labios y camino hasta el jardín para buscarlo. Miro a los alrededores sin ver su alta estatura por ningún lado. Regreso a los pasillos para buscar en las instalaciones, paso por la oficina de Meer, por la cafetería, por el campo de entrenamiento, y no doy con él.
Bufo cansada de buscar como idiota y me muevo hasta los baños para tirar agua en mi cara. Miro el reflejo en el espejo y salto del susto al ver a Ulysse recostado en una de las puertas de los retretes con los brazos cruzados y una pierna flexionada.
— Bonjour, ma belle.— Sonríe despegándose de su puesto.
Camina hacia mí con una tranquilidad alarmante. Me giro para verlo sin mostrar la impresión que me da verlo aquí de la nada.
«Todo este tiempo buscándolo para que aparezca así.»
— ¿Para qué me buscabas?— Cuestiono sin moverme para no parecer acorralada por su presencia.
— Creo que eso ya lo sabes, ciel. — Toma mi cintura acercándome a él.
— Tengo novio.
— Y yo tengo ganas.— Murmura en mis labios.— De ti.
Lo separo con un empujón que lo toma desprevenido. Me preparo para lanzarle un puñetazo pero él es más rápido tomando mis muñecas detrás de mi espalda para pegarme a la pared.
Mi mejilla siente el frío de la cerámica y muevo mis brazos fuertemente. Pataleo sin lograr nada e intento hacer varias maniobras que lo único que hacen es hacerlo reír.
«Maldito hijo de puta.»
— Eres muy divertida, belle. — Habla mientras junta su pecho con mi espalda.— ¿Todavía te gusta montar bestias?
Sus palabras me enervan demasiado y ahora estoy más que segura de que él era el idiota de Afganistán.
— Me dejaron de gustar muchas cosas, grim.
*Feo en danés*
— Así que yo te gustaba.— Pega su erección a mis manos encarceladas por él.
Pienso en como quitármelo de encima y decido seguirle el juego.
— ¿Yo te gustaba?— Abro las palmas para acariciar su miembro duro.
— ¿Qué crees? Me hice un puto tatuaje por ti y me lo estás... ¿Preguntando?— Gruñe balanceándose sobre mí.
— Pensé que...
— ¿Pensaste qué?— Ríe girándome.— Creí que fui bastante obvio.
Suelta una risilla mientras mete su mano debajo de mi playera para subirla hasta donde el dibujo se plasma. Lame sus labios viendo el hilo y lo recorre con sus dedos. Cierro los ojos para no dejarme llevar y siento sus labios trazar el recorrido del tatuaje.
Decido que esto es suficiente y me abalanzo sobre él para caer en el piso con él debajo. Me siento en sus rodillas y pongo todas mis fuerzas para tomar sus muñecas aplastándolas contra su abdomen.
— Este no es mi tipo de relación pero puedo hacer una excepción.— Dice con una media sonrisa.
— Olvídate de lo que pasó y sigue con tu vida. — Espeto ejerciendo más presión.
— ¿Cómo olvidarme de ese par de...
Lo hago callar cuando aplasto mi trasero en su miembro tratando de lastimarlo. Él rueda los ojos con expresión de placer y maldigo haciéndolo más fuerte.
¡Maldita sea todo! Realmente estoy molesta y lo último que quiero es darle placer. La cabeza se me calienta cuando empieza a gemir, me separo asqueada y el dura unos segundos tratando de pararse.
Corro a la puerta y él me sigue como un acosador. Estrello la puerta antes de que pudiera tomarla y oigo como se queja antes de salir pitada a los laboratorios en los cuales estoy protegida ya que solo se puede entrar con la huella de personas clasificadas. Respiro descontrolada recordando sus besos en mi piel y me doy una bofetada mental.
— ¿Todo bien?— Cuestiona Walker tomando mi hombro.
— ¡Por supuesto! ¡Todo está mejor que nunca!— Digo alzando los brazos.
Él me observa confundido y niega caminando hasta su puesto para seguir en lo que sea que estaba haciendo. Paso las manos por mi cabello tratando de olvidar el suceso que acaba de ocurrir y decido ir al puesto de Sara para que me entretenga con algo.