Un gran impacto

–Me temo que diré que no a esa opción de los medicamentos experimentales, ya que aceptar algo que no asegura mi bienestar es muy imprudente, puede empeorar mi salud mental aún más de lo que esta enfermedad lo hace. Básicamente me está diciendo que puedo morir en el proceso.

–No es exactamente así, se podría decir que puede que realmente le ayude a mejorar, como también puede que no funcione y por consecuencia causar un daño irreversible en usted, sin embargo, no moriría.

–Sigue siendo muy arriesgado– Dije mirando hacia un costado.

–Lo sé, no le voy a obligar nada, solo estaba dando mi opinión, usted ya tomó una decisión, así que procederemos a aplicar un tratamiento más fuerte, procure seguirlo al pie de la letra y mantener una vida al mínimo de estrés.

La conversación había terminado, procedí a levantarme de mi asiento para salir de una buena vez de esta oficina, sentía que tenía todo el peso del mundo encima, pero antes de que salga por aquella puerta, la doctora decide detenerme para mencionar una última cosa.

–Señorita Melody, tenga en cuenta lo que le dije del tratamiento, y si su situación empeora puede tomar en cuenta los medicamentos experimentales, aquí le doy el número de una de las personas que está a cargo de la investigación experimental, por mi parte no hay mucho que pueda hacer al respecto, le recomiendo llamarlo por si en algún momento del tratamiento que seguirá conmigo, piensa que ya no le surge efecto.

–Comprendo, seré cuidadosa con todo lo que me dijo y si algún día me veo acorralada, tendré en cuenta este número, muchas gracias y cualquier cosa… puedo escribirle, ¿Verdad?

–Sí, no dudes en avisarme cualquier inconveniente.

Salí de la consulta con un sabor muy amargo de boca, con miedo de lo que pasará conmigo de ahora en adelante, no puedo ser curada solo puedo prolongar mi enfermedad. Cada paso que daba solo me hacía sentir impotente, mi vida de a poco, se estaba cayendo a pedazos en un abismo donde no se observaba el fondo, es como si esta caída eterna la sentiría hasta que llegue el momento en el que deje de respirar, el mundo… la vida… me parecía cruel.

–Que injusto…– Sentía un ligero dolor en mi corazón –Mi pasado es incierto… literalmente una parte de mi vida fue arrancada sin mi consentimiento.

De pronto observé a unos niños corriendo por la acera.

–Que envidia…– Observé sus sonrientes rostros –¡Que envidia! – Empiezo a llorar.

Poco a poco el dolor en mi corazón y las lágrimas se hicieron más evidentes, sujeté fuertemente mi blusa intentando calmar el dolor de mi corazón, pero no tenía resultado alguno. Miré al cielo y por un momento me pregunté, “¿Por qué a mí?”. Quería gritar hasta quedarme sin aliento, pero solo se me hacía nudo la garganta, ya no podía soportar más el vacío inmensurable que habitaba en mí, así que dejé que ese dolor me gobernara y que las lágrimas continuaran fluyendo sin yo tener el control de ellas.

–“¿Qué sentido tiene vivir así?” – Fue lo que pensé por el resto del día.

Pasó una semana de aquello, decidí no contarles mi condición a mis padres, puesto que no quería preocuparlos y a la vez, no quería que mi forma de vivir cambie drásticamente, por otro lado, si tuve el coraje de contarle a mi amiga la condición de mi enfermedad, se puso triste por la noticia, aun así, intentó darme ánimos constantemente para no decaerme o que me distancie.

Me encontraba en un punto donde solo podía luchar y dar lo mejor de mí, mantener mis estudios, continuar con mi trabajo, todo esto sin darme a mí misma mucha presión y así, seguir al pie de la letra mi tratamiento.

Los días pasaron y por fin terminó mi semestre, ya tenía algo menos de que preocuparme, mientras que Alice lejos de sentirse aliviada o de estar feliz por haber pasado, ella estaba más al pendiente de preparar todo para nuestro viaje a la playa, no la culpo, puesto que yo también estaba emocionada por ello. Días después de esto nos organizamos como pudimos y ahora, nos encontrábamos ya en el bus que nos llevará a nuestro destino, podre conocer el mar al cual tanto e anhelado ir, podré relajarme y tratar de pasar un momento agradable con mi amiga evitando que me abunden los pensamientos negativos de mi enfermedad.

Varias horas más tarde, Alice estaba muy eufórica, impresionándose por lo mínimo que veía en el viaje, yo también estaba asombrada, pero ella simplemente no tenía vergüenza alguna en hacer el ridículo.

–Alice ¿Cuánto crees que falta para llegar?, tengo hambre– Fue lo que dije mostrándome un poco cansada.

–Humm…. unas 2 horas más supongo.

–¡¿Que?!... ¡¿Tanto?!, ya llevamos mucho tiempo de viaje.

–Tranquila– Se ríe –Pronto llegaremos.

–Ahora que caigo en cuenta, ¿Cómo sabes lo que nos falta?, ¿Ya has venido por aquí antes?

–Más o menos… una vez vine con el chico que te mencioné, hace tiempo que no lo veo, me pregunto cuanto tiempo habrá pasado desde aquella vez– Se queda pensando –Bueno da igual, lo importante es que como va a estar un par de días de vacaciones acá era la oportunidad perfecta para volver a vernos– Sonríe.

–Ya veo, supongo que solo les iré a estorbar– Dije haciendo un puchero.

–¡No digas eso amiga me partes el corazón, yo te quiero mucho y lo sabes!

–¡No te preocupes!, intentaré no meterme mucho con ustedes.

–¡Hay, no te enojes… me vas hacer llorar! – Hace una cara triste hasta que se da cuenta de la libreta que tiene Melody en la mano– Oh, ¡¿Qué es eso?!, déjame ver– Le quita el cuaderno.

–Que atrevida eres, bueno ya que me lo quitaste dime ¿Qué piensas?

–Has estado anotando tus sueños por lo que veo, seguiste mis consejos.

–Si, al principio se me era difícil recordar los sueños que había tenido, pero ahora los recuerdo con más detalle gracias a que los escribo.

–Veo que hasta ahorita has anotado 7 sueños, el séptimo dice que...