El misterio de Helena Surchs

Capítulo 1

 

PRESENTE

— ¡Silencio en la sala! Estamos aquí para dar un veredicto respecto a este hombre. Jurado, diga su decisión.

La sala se queda en silencio por unos segundos, el juez se ve realmente molesto y no conviene enfurecerlo más. Un hombre con chaqueta marrón se levanta del sitio que ocupa en el jurado y, tras aclararse la garganta, procede a hablar.

—Señoría, hemos llegado a la conclusión de que el acusado, respecto a la muerte de la joven, es...

 

SEIS MESES ANTES

Domingo, al fin el tan anhelado momento había llegado, mi día de descanso. Trabajaba de lunes a viernes, pero mi trabajo se extendió al sábado, por lo que me quedaba el domingo como día de respiro, y pensaba pasarlo durmiendo hasta tarde. Estaba demasiado cansada para madrugar.

Mi trabajo me tomaba la mayor parte del tiempo, quizás por eso mi novio terminó por irse con la enfermera salida del hospital en el que trabajaba... O solamente era un completo imbécil. Fuera lo que fuese, eso debía dejar de importarme, estaba afectando a mi rendimiento laboral, cosa que no me podía permitir, después de todo era agente del FBI, pero no cualquiera, a mi cargo había toda una unidad, la de análisis de conducta.

El día anterior fue muy pesado, mi ex vino por algunas de sus cosas y terminamos discutiendo, luego mi mejor amiga me plantó para irse con el cretino de su novio a una fiesta a las afueras, sin mencionar que había estado toda la semana lejos por trabajo. Lo único que deseaba era dormir hasta tarde, pero mis planes no salían bien, además, no solo estábamos cansados y desbordados con los casos, también trabajábamos a la vez en el del “Ángel de la Muerte”, un asesino en serie que solo actuaba en DC. Llevábamos tras él tres meses y aún no habíamos logrado saber nada. Era frustrante y necesitaba un descanso, pero claro, el crimen nunca descansa.

Dormía plácidamente cuando el tono de mi teléfono me despertó. Me moví en la cama hasta alcanzar el móvil, no era el sonido de la alarma, sino el del trabajo.

— ¡No! —exclamé. En efecto, uno de los miembros de mi unidad me estaba llamando, eso solo significaba una cosa —. Por favor, dime que no tenemos un caso —le supliqué a mi agente tras tomar llamada.

—Lo siento, jefa. Es importante, necesito que vengas ahora mismo a la central. —Puse los ojos en blanco, pero luego me di cuenta de que a mis agentes tampoco les hacía gracia trabajar en domingo.

— ¿No puedes empezar a hablarme del caso desde ahora?—Me incorporé en la cama a la vez que me estiraba, mi cuerpo estaba entumecido de toda la noche y me dolía después de tan poco descanso.

—Es mejor que vengas y te hable de ello en persona. — Jack estaba serio, cosa nada normal en él. Jack no era realmente un agente, se dedicaba a obtener toda la información de los casos y a entregárnoslos, además de ser un magnífico hacker. Bufé y me puse en pie.

—Espero que sea importante para madrugar en mi día libre... ¡Encima con dolor de cabeza! —Al parecer ese día sería uno de "mis días migrañosos", así les decía yo cuando me atacaba la migraña.

—Créeme, es importante. Tengo que colgar, nos vemos en breve, jefa. —Una vez más suspiré y lancé a la cama mi teléfono, luego entré al baño y busqué en el armario, detrás del espejo, una cajita con pastillas que tomaba cuando esos fuertes dolores de cabeza llegaban. Después de tragar la pastilla con un poco de agua fría me dirigí a la ducha y abrí el agua caliente.

—Otro día más... Bueno, así es el trabajo. — No me tomé mucho tiempo en la ducha y en cuanto terminé de enjuagarme el pelo, fui a mi habitación para poder arreglarme. Nunca me vestía formal o algo así para ir a trabajar, después de todo, yo era la jefa. Siempre me gustó vestir a la moda y a la vez casual, aunque había algo que jamás faltaba en mi atuendo; una chaqueta negra de cuero y unas gafas de sol para cubrir mis ojos castaños. Mi vista era bastante sensible a luz muy intensa, como la del sol de esa mañana.

Me miré al espejo tras vestirme y me cepillé el cabello mojado. La verdad es que era muy atractiva, tenía un buen cuerpo gracias a una rica dieta mediterránea y ejercicio. Mi pelo era castaño oscuro, lo llevaba corto y siempre suelto, salvo algunas veces que optaba por una coleta.

No era muy alta, pero tampoco baja. Medía uno sesenta y cinco. Era bastante atractiva para el género masculino, mas como tenía novio no podía disfrutar de la soltería, aunque ya no estaba en una relación... Mi mejor amiga, Helena, logró convencerme de ir a una fiesta el próximo día libre que tuviera, el problema era si ella tendría tiempo, su novio robaba cada segundo de su vida.

Puse los ojos en blanco al recordar al novio de Helena, era un idiota. No quería enfadarme más, por lo que decidí tomar mis cosas y salir de mi casa lo antes posible, cuanto antes llegara antes nos podríamos con el caso.

Unos cincuenta minutos después llegué a la central, la gente dormiría plácidamente en sus camas hasta tarde aquel día, por lo que el tráfico era menor. Solo mi equipo, yo y unos cuantos agentes de turno madrugaríamos en domingo. Aparqué mi coche en el lugar de siempre, uno que estaba expresamente reservado para mí, justo a un par de metros de la entrada. Bajé del vehículo con un bostezo y tras coger mis cosas cerré la puerta y me dirigía al interior del edificio.

Caminé hasta llegar a la sala de reuniones, mis agentes aún no habían llegado, eso o estaban tomando café. Al entrar solo vi a Jack, sentado sobre la mesa con su teléfono en la mano. Al verme dejó de lado lo que hacía y me dio una extraña mirada.

—Ya estoy aquí, dime eso tan importante que no podía esperar ni ser comunicado por teléfono. —Dejé mis cosas sobre la mesa, luego tendría que llevarlas a mi oficina, la cual estaba bastante lejos de la sala de reuniones.

—Es mejor que te sientes…— Él se levantó y me entregó una carpeta con unas hojas en su interior.




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