Había regresado a casa, Gabriel no sabía cómo, pero asumió que entre su estado perturbado lo había hecho, no recordaba nada.
—Neón.
Su voz salió con lastimera, llamando a su perro fiel pero este no respondió, y tampoco estaba dentro de la pequeña casa.
Salió de ella y en el suelo grisáceo, había pequeñas gotas de sangre, era sangre fresca, lo supo en cuanto se inclinó para tocarlas pero su olor era diferente.
—¡Neón!—gritó con fuerza—¡Neón, vuelve!
El perro no volvería, se había ido, saber eso lo golpeó fuerte, tanto como la desaparición de Emilia.
Los pájaros habían dejado de cantar, no había sonido alguno salvo el silbido del viento, un silbido casi como el de un llamado, Gabriel se decidió en seguirla a lo profundo de la montaña, ahora estaba solo o quizá desde el principio lo estuvo.
Había caminado mucho, ya que el sol se estaba poniendo, era el principio de la oscuridad en el mundo la noche estaba cerca y el último rayo de luz desapareció en las sombras de un árbol grande, vigoroso y verde.
—Hola, Gabriel.
Él se volvió y se encontró con alguien, jamás lo había visto y su corazón pálpito con fuerza, su sangre recorrió sus venas como si el tiempo se hubiera alentado, su aliento se mezcló con el frío de la montaña.
—¿Quién eres?
—Me has vuelto a olvidar.
Ese ser se aproximó a él, y con movimientos lentos camino alrededor de Gabriel. Él sintió una punzada de remordimiento, había faltado a su promesa, una que no recordaba y eso lo atormento. Llevo sus manos a su cabeza con frustración.
—Gabriel, el tiempo se agota—su rostro pálido casi como un muerto le recordó a Emilia—si quieres vivir para ella—extendió la mano frente a él—tienes que pedirlo.
—¡No!
Gritó con mucha fuerza y cubrió sus oídos, no quería escucharlo, Emilia había hablado de él en varias ocasiones, solía aparecer cuando las personas estaban atormentadas con el recuerdo, Gabriel siempre creyó que esa historia era ridícula pero aquí estaba frente a él, proponiéndole un trato.
Negó con rotundidad, no quería eso, si aceptaba afirmaba lo que había hecho y eso era terriblemente agobiante. No estaba dispuesto a caer en eso se dijo a sí mismo.
—Ella volverá a ti y tú a ella.
Trago saliva y abrió la boca pero ni un solo sonido salió de él.
—Y él también volverá, tu fiel amigo.
Neón se había ido pero no era así, Gabriel se engañaba, su amigo había sido asesinado como Emilia.
—¿Ambos volverán?—el ser sin expresión alguna asintió—quiero que todo sea como antes… antes de mi miedo, antes de mi descontrol, antes de mi locura… antes de mi sed.
—Y así será...
El hombre de tez pálida se aproximó aún más a Gabriel y extendió la mano, Gabriel la tomó con un agarre fuerte y las lágrimas brotaron con escándalo y un gritó anunció el cambio. Se transformaba en un nuevo ser.
—Eternamente.
Gabriel cayó de rodillas y posteriormente tomó la posición fetal en el frío suelo de hierba seca, las hojas lo envolvieron y la lluvia se detuvo dejando las gotas flotando en el aire, una a una ascendieron al cielo y el tiempo retrocedió a una mañana con el alba a merced del ser despierto.
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Editado: 24.10.2020