Cuando llegué al estacionamiento techado del edificio de consultorios privados suspiré profundamente. Esta era mi oportunidad, sino hablaba con Chloe hoy, no lo haría nunca. Necesitaba ser fuerte, valiente y seguro, necesitaba dejarle claro que esto que siento por ella va mas allá de lo que yo mismo puedo entender, pero me gusta y mucho.
El consultorio se encontraba en una de las zonas más lujosas de la ciudad, sin duda destacaba mucho del resto de negocios por su estilo tipo edificio recubierto en cristales. En el lobby donde cinco recepcionistas atendían los teléfonos indiqué que iba donde el doctor Berness, ella me dio un pase tipo carnet como las otras veces que había venido aquí.
Aun me impresionaba el lujo del edificio, cristal y metal por fuera, madera y pintura gris por dentro, con una música agradable que se movía en todo el edificio. Chloe me había dicho que había quince doctores en el edificio, todos con distintas especialidades y con un acuerdo en común, dos días de la semana realizar consultas y tratamientos completamente gratuitos.
Al llegar al segundo piso entendí que ese día sería hoy, la sala de espera estaba llena de personas de apariencia humilde, muchos de ellos me saludaron cordialmente así que también lo hice. Presente mi pase al joven detrás del escritorio, quien tomó todos mis datos. La primera vez me pareció exagerada tanta seguridad, pero al final sabía que era simple protocolo.
Aunque ya sabía dónde estaba ubicado el consultorio del doctor Berness, esperé que el joven me diera las indicaciones. Subí al ascensor y presione el cuarto piso, la tercera puerta a la izquierda tenía la placa del doctor. Presione el botón rojo esperando que abrieran la puerta y así fue, él estaba con una señora que cargaba a dos niños.
—Está en el salón de espera infantil—me dijo él con voz amable y una sonrisa.
Simplemente asentí y me despedí de todos, tuve que preguntar a algunos pacientes donde estaba dicho salón, un niño terminó siendo mi guía. La actividad en el área era clara y muchos menores se enconraban reunidos.
Cuando abrió la puerta me mostró un verdadero parque infantil, con resbaladillas, pasadizos, una enorme piscina de pelotas de muchos colores, con alfombra acolchada, cuatro pantallas con videos juegos y otras mesas con juegos también.
Chloe estaba de espalda a la entrada dibujando sobre enormes hojas de papel pegadas a la pared. El movimiento de todos se detuvo cuando me vieron entrar, por lo que ella volteó a ver, posó sus ojos en los míos unos segundos y suspiró.
Continúo dibujando lo que parecía ser una bailarina, las cinco niñas que la rodeaban le daban ideas para el vestido, cabello, y demás mientras entre ellas se miraba asombradas por los trazos de Chloe, que despues de varios minutos dibujó a la perfección cada uno de los detalles compartidos.
—¡Es bellísima!—gritó una niña como de cinco años emocionada, robándole una sonrisa enorme a Chloe.
—Se parece a ti—señaló un niño más pequeño, agrandando aún más la sonrisa en ella, quien conmovida lo abrazó.
Sentí como alguien me tocó en la parte de atrás de mi cabeza cuando me senté en una de esas mesas tipo picnic que el área tenía, una niña que se chupaba el dedo me miraba fijamente.
—¿Quién eres?—preguntó cuando se sacó el dedo y lo volvió a meter en su boca.
—Me llamó Harry ¿y tú?
—Candace—susurró, sonrió y me mostró la falta de dos dientes en su encía superior, también le sonreí.
—Mucho gusto Candace, ¿vienes a pasar consulta?
Ella asintió, se sentó mejor frente a mí, con sus dos manitas sobre la mesa, nos quedamos en silencio unos segundos.
—Mamá dice que tengo algo que se llama cáncer—continúo ella, inmediatamente me llené de tristeza, una tristeza distinta. Suspiré para no mostrar nada frente a la pequeña—¿el doctor Berness me curará verdad?—preguntó de nuevo.
—Así es, el doctor Berness es un excelente médico ya verás que te curará, ¿con quién andas?
—Con mi mamá, papá y mi hermano—señaló a un chico que estaba con los ojos en la pantalla de una de las televisiones—mamá estaba llorando por eso me mandaron aquí, ¿sabes porque lloraba?
Suspiré pesadamente, Chloe se sentó a mi lado así que volteé a verla, le sonreí débilmente y ella a mí.
—Quizás lloraba porque estaba emocionada—le respondí a Candace—sin duda hoy el doctor Berness le dará buenas noticias.
—¿Sobre mí?—preguntó ella emocionada.
—Sí, sobre ti—respondió Chloe.
La niña nuevamente sonrió y se puso de pie en su asiento, aplaudió en el aire, fue imposible no sonreír.
—¿Tú eres doctor?—preguntó la niña, negué con mi cabeza, ella frunció el ceño— ¿y qué haces aquí?
Volteé a ver a Chloe y uní mi mano a la suya, los ojos de la niña se agrandaron, pero fue la sombra color durazno en las mejillas de Chloe la que terminó de calmar mi agitado corazon.
—Vengo a ver a mi princesa—susurré delicadamente, besé la mejilla de Chloe ruborizándola profundamente.
La niña nuevamente brincó y aplaudió, otros chicos que estaban cerca también gritaron y algunos hicieron cara de confusión.
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Editado: 17.09.2023