El Oscuro Daradise

Capítulo 5

Toda la habitación está oscura, no sé a qué estará jugando este idiota, pero está agotando mi paciencia. Nunca he sido una persona paciente, y normalmente cada vez que me hacían perder la poca, mejor dicho, minúscula paciencia, siempre terminaban mal. Estoy segura que esta no será la excepción. Mis manos están atadas, pero para su mala suerte soy bastante inteligente a diferencia de él. Como estoy en atada a una silla mis manos quedan atadas como a la altura de mi trasero, por decirlo de alguna manera; en la pletina de mi jeans siempre cargo una daga, realmente ando como tres dagas distribuidas en mi cuerpo. Con un poco de costo la saco y la abro, comienzo cortando los que me ata. Lo logré.

Para su mala suerte no reviso si andaba algo con lo que pudiera zafarme, pero ese no es el caso en este momento, ya que antes de esto había llegado el chico de ojos negros que había visto en su ´´casería´´, pequeño detalle, ellos no casaban a un animal, era una persona. Su casería son bastantes curiosas. Al parecer me salí un poco de tema, el punto de antes era que cuando él llegó dijo que su madre los buscaba y con eso salieron de este lindo lugar. Debo admitir que todo está muy limpio, además de tener un mini bar y otras cosas interesantes.

Me levanto de la silla y ojeo con atención a Lana, ella sigue inconsciente. ¿Qué mierda hago ahora? Me acerco a ella con la intención de despertarla. La remuevo un poco, y no funciona. Ahora que lo recuerdo, ella le había pasado lo mismo la otra vez en mi casa, solo que esa vez fue porque había conseguido un nuevo trabajo. <<Patético>> dice la voz en mi cabeza, y coincido con ella. De doy un golpe no tan brusco en su abdomen, la última vez había funcionado, y también está. Abre sus ojos de una manera exagerada, dándole un toque escalofriante a su cara. La desato y ella se pone de pie, logrando ver todo a su alrededor. Se queda un poco inquieta por el lugar, pero la entiendo yo también lo estaría.

—¿Dónde estamos? — Indagó, un poco confundida.

—Luego te explico, busca alguna salida. Rápido. — Ordené de mala forma, por la poca paciencia que tengo. Juro que me la pagarás, idiota. Ella comienza a buscar por todas partes, al igual que yo.

Busco por donde están algunas botellas de unos licores muy caros, en esta casa o lo que sea que es esto, al parecer les gusta el alcohol. Quito algunas de las botellas que están colocadas en los estantes. Detrás de ella no hay nada, solo una ventilación, pero es extremadamente pequeña como para salir por ella. Continuo en busca de algo, tristemente el intento falla. No hay por dónde salir de aquí. La puerta es una opción, y sería una excelente opción, no ser porque el hecho de que cuando entre note que solo hay escaleras, y si ellos vuelven a bajar no tendremos donde escondernos. Decido tomar el riesgo. Antes de abrir la puerta le doy a Lana una de mis dagas, ella solo se dedica a mirarme de una manera como diciendo ¿enserio, no se te ocurrió otra cosa?

—No usare esto, Lía. —Mencionó.

—¿Quieres salir de aquí? —Asiente. —Pues para ello quizá tendrás que utilizarla. —Me ve un poco inquieta por lo que acabo de decir. Confirmo mis sospechas. La puerta está abierta, me sorprende lo confiados e imbéciles que son al dejar una puerta abierta con dos chicas ahí adentro, sabiendo que una de ella es una experta en estas cosas de escapar, obviamente hablo de mí mismas. A veces pienso que soy genial, pero recuerdo que no es de pensar, es que ya lo soy. Ahora que lo recuerdo todo esto lo aprendí gracias a las agresiones de papá, si quería sobrevivir a sus golpes tenía que idear como escapar.

Nunca fue de mi agrado de los golpes, siempre quise una relación bonita con mi familia, pero eso nunca pudo llegar a ser. <<Deja de pensar en eso, puede que te agarren desprevenida, y sabes que Lana no sabe cómo defenderse.>> Habla de nuevo la voz de mi cabeza, haciendo que reaccione. Abro la puerta ya del todo, dando paso a que pudiéramos observar las grandes escaleras que van hacia arriba, estas están iluminadas por unas antorchas de luz. ¿Qué es esto? Parecer un pasillo de los grandes castillos de las películas, no sé si han notado que algunos son iluminados por este tipo de antorchas, solo que las de los castillos son de fuego, y estas son artificiales. Hago una señal para que Lana me siga, ello me obedece y lo hace con sumo cuidado. Subimos las escaleras, estas son de madera. Me quedo totalmente quieta al notar que él me ve con una sonrisa de diversión pura, ¿cómo es que no escuche la puerta al final de las escaleras abrirse?

Se acerca a mí, pero cuando lo hace noto que todavía tiene una venda en su pierna. Ha pasado casi dos semanas después de eso, y todavía sigue con la venda. Soy realmente genial, es lo único que puedo decir de mí. La venda es muy poco perceptible por el pantalón que utiliza. Una sonrisa sale de mis labios al ver eso, además de que se está acercando y posiblemente le haré otra herida si procede a acercarse más, lo cual me alegra porque producirle heridas a él me causa una satisfacción que nunca había llegado a experimentar, incluso nunca la experimente cuando he asesinado a un animal o una persona. ¿Qué se sentirá verlo lleno de sangre por uno de mis ataques? Ver ese último destello de vida escaparse de sus ojos por mí sería realmente precioso.

—No te acerques.

—¿Por qué no? —Cuestionó con una sonrisa en sus labios.

—Si no quieres acabar con otra herida es mejor que no lo hagas. — Respondí señalando su herida. Sonrió de manera extraña, y no se movió, lo cual también me hace sonreír y consigo causándome un tipo de felicidad, por el hecho de haberlo intimidado. Es raro ver que alguien como él se intimida por mí, o quizá solo está fingiendo. Sé que él tiene un gran potencial como asesino, ya lo es, pero sé que puede llegar a ser mejor. Por eso no creo que lo esté haciendo por intimidación, realmente no sé porque lo hace. —¿Qué es lo que quieres? No creo que me hayas traído hasta acá sin algo en específico que pedirme o hacerme.



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En el texto hay: asesinatos, asesinos, romance

Editado: 19.01.2023

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