El Oscuro Daradise

Capítulo 7

Ojeo a la chica que está frente a mí, ¿Por qué mierda se hizo en eso en el cabello?

—Enserio te ves bien, pero ¿por qué querías ese cambio tan drástico? — Enuncié un poco confusa.

—Solo quería un cambio. — Sonrió ampliamente.

—Claro, ¿te parece si hablamos luego? — informé. — Tengo que trabajar. — Señalo unas personas sentadas en una mesa no muy lejos de donde estoy, Lana por su parte asiente. Se despide de mí para ir a sentarse en una mesa con un chico que nunca había visto, y que evidentemente no me da buena espina, pero creo que ella sabe lo que hace, está bastante grande.

Salgo de mi trance y comienzo a caminar hacia la mesa que mencioné, en esta hay unos chicos que aparentan ser de dieciocho o diecinueve años de edad, muy atractivos, por cierto. En especial uno, tiene el cabello castaño, unos ojos color miel, y unos rasgos físicos envidiables. Eso no quita que los demás también sean lindos, para mí mala suerte no ando en busca de chicos.

Llegó hasta su mesa con una de mis mejores sonrisas.

—¿Ya puedo pedir su orden?

—Claro, preciosa… — Dicho eso comienzan a pedir su orden, cuando terminan me volteo para ir a la cocina a dejar su orden, pero a uno de estos pequeños imbéciles se le ocurre pegarme una nalgada, y reírse como si fuera lo más gracioso del mundo. Acosadores, al parecer. Me volteo furiosa, por obvias razones.

El chico se levanta para quedar a mi altura, me observa con aires de superioridad, y también puedo escuchar unos cuantos comentarios de algunos de sus amigos y unas risillas. Vamos a ver si esto les causa gracia. El chico me ve con superioridad, oh amigo, es una lástima con quien te metías. Tristemente no lo puedo golpear por las reglas del restaurante, pero al carajo la reglas. Este idiota se lo tiene bien merecido.

Planto mi rodilla en su parte baja, ocasionando que salga un gemido de dolor de su boca. Para su mala suerte también planto mi puño en su nariz, condigo también ocasionando que salga sangre por ella. Él por su parte me ve indignado, como si hubiera sido él que recibió la nalgada, ¿qué no tiene un poco de moral?

—Vuelve a tocarme y te pasará algo peor, o al rato quizá ni sales vivo de eso. Cobarde. — Dije en voz alta, logrando llamar la atención de la mayoría de personas en la cafetería, incluyendo a Wade. El administrador se acerca, mientras lo hace puedo escuchar algunos comentarios de parte de las personas.

—¿Pasa algo? — Indagó Wade.

—Sí, él me faltó el respeto, y eso es algo que no pienso permitir. — El administrador asiente, solo me falta que me despidan por este numerito, pero no me importa, prefiero eso a dejarme de tal imbécil.

—Tú, acompáñame a la oficina — dijo señalándome. — Y tú, chiquillo inmaduro tienes que irte, no estoy dispuesto a permitir este tipo de cosas a las empleadas. — Él comienza a caminar y hace una señal de que lo siga, antes de hacerlo volteo a ver al chico, él y sus amigos se están retirando. Lo ignoro y comienzo a caminar hasta la oficina del gerente.

No recordaba haber pasado por este pasillo tan oscuro que va hacia la oficina, todas las paredes están decoradas con fotos, pero hay solo una que logra llamar mi atención. En ella está un señor muy atractivo físicamente con sus hijos pequeños, uno de los niños se me hace un poco parecido a alguien que conozco, por esos ojos tan característicos. Sigo hasta encontrarme con la puerta cerrada. Toco la puerta, y del otro lado escucho un pase.

¿En qué momento caminó tan rápido?

Entro en la oficina y me encuentro con alguien sentado en una silla viendo para la pared, por otro lado, está Wade que se encuentra a un lado del escritorio.

 —¿Me necesitaban? — pregunté confusa por la situación. La persona que está sentada en la silla se voltea, ¿enserio?

—Es lindo verte, preciosa. — Comentó el chico, y cuando lo digo de esa manera sabemos a quién nos referimos. — Me han contado que has armado un escándalo ahí afuera. — Sonríe con un poco de arrogancia, y no entiendo el porqué.

—Es una lástima que no pueda decir lo mismo de ti. — Sonrío falsamente. — Y sí, te han contado bien. Puedo decirte, o mejor dicho afirmarte que fue en defensa. No me gusta que me falten el respeto, es algo que no tengo porque soportar.

—Estoy de acuerdo contigo, — respondió — pero esa no es la razón de que porque te traigo aquí. Sal de aquí Wade. — Ordenó Remus, no entiendo que hace él aquí, no creo que sea el dueño de la cafetería ¿o sí?

Escucho como cierran la puerta, nos han dejado totalmente solos en la oficina.

—¿Qué es lo que buscas?

—Tú sabes perfectamente qué, te doy otra oportunidad para que lo pienses. Creo que sabes que te conviene. — Repuso. Mientras se levantaba de su silla y daba la vuelta hasta el gran escritorio, logrando quedar frente a mí.

—No tengo nada que pensar, puedo asegurarte que estos días siquiera he pensado en eso, no me interesa tu propuesta. Además de que posiblemente sea algo ilegal.

—Es algo que creo que te gustaría. Te pagaríamos bien, y estarías haciendo algo que te gusta. ¿Te acuerdas cuando fuimos de cacería? — Asiento ante su pregunta, aunque no fue casería, ya que su prima lo dejó ir. — Eso ya estaba planeado, queríamos estar cerca de ti para proponerte eso.



#6330 en Thriller
#2490 en Suspenso
#3477 en Misterio

En el texto hay: asesinatos, asesinos, romance

Editado: 19.01.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.