17 - ¡No la arranques!

Oh si...
Era más que obvio que tarde o temprano se daría cuenta, y mucho más una chica acomplejada por su aspecto extraño. 
Sí, ella ha intentado arrancarme de cuajo. Me he sentido como si fuese otra vez una mala hierba de un jardín real.
Ese día... esa sirvienta del palacio necesitó a casi todo el personal para arrancarme de esa tierra húmeda y fétida. No había hecho mucha resistencia, pero el dolor había sido insoportable.
Sinceramente quería morir, el resto de hierbas eran muy racistas conmigo. Me solían llamar arbusto apestoso, cuando yo era una mala hierba.
No sé, me acosaban, me escupían polen, me insultaban...
Parecían seres diminutos con una voz de pito que no se cansaban de reír de mi y soltarme mal augurios.
Luego los humanos me llamaban de todo menos bonito y los gusanos me devoraban las hojas como si fuese una pata del mejor jamón ibérico. ¡Horrible esa vida!
Pero esa cruel y psicótica sirvienta, acabó con mi sufrimiento arrancándome con odio y arrojándome encima de esas condenadas "hierbitas pijas".

En este caso, es diferente. Cuando duermo, tengo una vida bastante pacífica y no quiero morir porque tengo miedo de ser algo peor que un pelo.
Por una vez en mi peluda vida, he tenido suerte.
Ary intentó arrancarme, pero Judith llegó como héroe sin capa a detenerla. Dijo que si me arranca saldría más fuerte y me extendería más. Ella se preocupó y decidió no arrancarme.
Pero esta héroe, al final mostró su capa. 
Eran unas alas enormes de un cruel y sanguinario demonio...
Gracias a Judith, Ary se echó de nuevo ese pegote. Un pegote negro, parecía petróleo.

El pegote era tan negro que parecía que el mismo agonizaba de ser tan negro...

¡Totalmente asqueroso y pegajoso! Pero al menos...
Sigo vivo...
O soy imbécil o soy masoquista...