Ha llegado el día...
Ahora odio a mi padre a pesar de que nos llevamos tan bien este tiempo debido aquella broma.
He hecho todo lo posible e imposible para que jamás volviese aquí...
Pero aquí estoy, sentada esperando el momento.
Sentada en un cómodo asiento de una peluquería mixta...
¡Otra vez no! ¡Por qué tengo que vivir esto de nuevo!
Me siento muy incómoda por todo lo que está sucediendo ahora mismo sin que nadie se percate.
Escucho muchos gritos de sufrimiento y muerte de los pelos de otras personas. Bebés pelo llorando, jóvenes pelo gritando de miedo y pelos adulto atemorizados por la sangrienta ejecución que están viviendo.
Pero sobre todo, mis ojos aterrados no se apartan de una persona concreta. Un hombre que le están afeitando la cabeza.
Creía que haber sido pelo en una mujer era un infierno, pero veo que me equivocaba.
El hombre es un monstruo con su pelo. ¡Qué horror!
Pero... ¿Estás viendo eso? ¡No tienen piedad! ¡Ese está dejando que destruyan toda la existencia de vida pelo en su cabeza!
Pero luego está ese otro... Un hombre apuesto que le están echando como savia de árbol para darle forma al pelo. Y yo que creía que los tintes eran una pesadilla...
—Señorita le toca a usted.
Esas palabras se dirigían a mi. ¡No quiero, no quiero! Mis pobres pelos lo están gritando, gritan clemencia, quieren seguir viviendo su paz por la que tanto he luchado.
He usado champú suave, los he cuidado y mimado como nunca para que ahora tengan que sufrir esto...
¡No quiero! ¡Me niego!
Y todo culpa de mis padres... Decían que lo tenía demasiado largo porque me llegaba a tapar el trasero...
¿Qué hago?
Los ojos de mi padre aquí presente muestran que no va cambiar de opinión diga lo que diga...
Créeme, ya lo he intentado...
¡Hasta le he dicho de estudiar arte erótico con él!
Le encantó la idea pero mi madre saltó cual jaguar a cantarle las 40 a mi padre.
Mi madre da mucho miedo a veces...
—Vamos hija, si soló son las puntas. —Animó mi padre que me veía aterrorizada.
No me queda otra...
Lo siento pelos míos...
¡Lo siento mucho! ¡He vivido vuestra vida y se muy bien lo que se siente todo esto!
Ahí voy... hacia la silla de ejecución.
Esa silla en la que han muerto una infinidad de pelos, esa silla por la que he pasado muchos años de mi pelo vida.
Maldita silla...
No quiero mirar, no quiero escuchar más.
—¿Las puntas no? Ahí vamos.—Dijo el peluquero humildemente.
*Shhck*
Editado: 16.11.2019