El Pequeño De La Luna

Empecemos.

-¿Qué es lo que pasó exactamente? -preguntó Peter sentado en un sofá individual mientras sostiene su cabeza entre sus manos.

-Es sencillo. -le respondo- Algo que recuerdo a la perfección de lo que Erick me enseñó mientras estaba en su casa fue que un vampiro nunca le hará daño a su tua cantante y un hombre lobo jamás le hará daño a su mate.

Peter me veía confundido aun.

Mark se sentó a mi lado con Alex entre sus brazos.

-Tuvo un día algo duro, ¿verdad? -Mark observaba a mi hijo.

-Ahora que lo pienso, ¿por qué lo hiciste? -él se quedó pensando un momento.

-Llevo tratando muy pocos días, aunque te conozco desde que naciste y he cuidado de ti hasta que perdí tu rastro el día en que fuiste “vendida” por esa señora, y he de decir que al ver cómo proteges a tu hijo me han hecho darme cuenta de lo especial que son. Así que quería que él no tuviese ninguna carencia.

Sus palabras hicieron nacer en mi corazón un sentimiento cálido que creí que solo iba a poder profesar para mi hijo. Cariño. Eso fue lo que en mí nació al escucharlo.

-Muchas gracias, Mark. -me levanté y besé su mejilla.

El gruñido por parte de Peter hace que fije mi atención en él.

-Aun así no me has explicado qué es lo que pasó. -el tono irritado de su voz hizo que una sonrisa burlona apareciera en mi rostro.

-Fuiste hechizado por Anthon. -señalé al mencionado- por orden de Erick.

-Así es. -Anthon lo miraba fijamente- Erick quiere que Amanda se vea sola y desprotegida para poder tomarla y llevarla hacia su casa nuevamente, lugar del que no tuvo que salir, según él, entonces me pidió que te hechizara para crear un odio y aversión hacia Alex, utilizando parte de tu pasado. -Anthon remojó sus labios con su lengua para seguir hablando- Erick sabía que tú no eres hijo de la ex luna de tu manada, la cual te despreció, pero ese es tema de otra conversación; así que hice que te vieras a ti en Alex. Pobre niño, escuchar de tus labios que era un estorbo y un bastardo. -la mirada burlona de Anthon no podía pasar desapercibida.

Un golpe en su cabeza de mi parte lo hizo callar.

-Por tu culpa mi bebé sufrió. -me cruzo de brazos y me paro frente a él.

-Mi señora -Arvid aparece en la sala con ropa deportiva- estamos listos.

Una sonrisa aparece en mi rostro.

-Bien. Empecemos. -digo antes de caminar atrás de Arvid

Siendo seguida por los demás chicos.




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