El arma en la mano del oficial se estremeció, el ruido dejó ecos en todo el entorno, provocando que varios grupos de aves salieran de entre los árboles volando despavoridas y emitiendo distintos tipos de sonidos mientras recorrían el espacio sobre el oscuro y tenebroso lago.
Dan arrugó el entrecejo, al ver que la mujer continuaba moviéndose, eso evidentemente frustró al comandante, pero luego se relajaron sus facciones al ver que Leila disminuía la velocidad de sus brazadas hasta quedar completamente quieta, flotando en la superficie.
Leila no se hubiera detenido a no ser porque sintió aquel desagradable dolor en su homoplato izquierdo, en seguida todo su torso comenzó a doler y el agua de pronto se hizo más espesa desde su punto de consideración, ya había recorrido varios metros a nado, pero su cuerpo no rendiría más. Tragó agua, sintió su nariz llenarse de líquido y comenzó a toser debido a aquello, volteándose boca arriba, viendo el relámpago de color violeta sobre el cielo, escuchando el trueno emitido por ambas o tres nubes que chocan sus energías, siguió flotando, sintiendo la briza violenta que hacía ondas en las aguas y ella, casi inconsciente flotando mientras su herida sangraba más y más, la bala seguía allí y las gotas de lluvia comenzaron a caer cuidadosamente sobre su cara, otro relámpago, otro trueno ésta vez más fuerte y la lluvia arreció sobre ella y sobre sus depredadores. Las lágrimas en los ojos de Leila se mezclaban con las gotas de lluvia, sentía frío, sentía miedo, tosió una vez más, casi sin fuerza suficiente para hacerlo, sintiendo el dolor expandiéndose por todo su cuerpo, analizando entonces todo, reflexionando acerca de lo sucedido últimamente, acerca de lo que vendría entonces, todo aquello se volvió un tornado de hechos y suposiciones en lo profundo de su mente retorcida, antes de abandonarse lentamente a la inconsciencia.