El precio de una venganza

4

Aitana

Mire sus largas pestañas, tenían un color tan oscuro y hermoso que me hipnotizaban. Mi esposo verdaderamente es atractivo. Verlo dormir hace que mi corazón se acelere, y saberlo mi esposo me provoca lo mismo.

Pensar que renegué de los negocios de papá, y al final terminé casándome con un hombre que también pertenece a la “familia”. No me hace gracia su trabajo, pero no pude resistir a sus encantos. Lo amo tanto.

Beso su frente y me recuesto en su pecho.

—Te amo mucho, amor—murmure a pesar de saber que estaba dormido.

—¿Realmente me amas tanto, Aitana?—bueno, al parecer no estaba en el mundo de los sueños.

Me levanté y me subí encima de él.

—Por supuesto que si, te adoro, te amo, te deseo, te admiro.

Él me observó y acarició la mejilla derecha. Correspondí su gesto besando su mano.

—¿Me admiras?—mire sus ojos con intención de que viera en los míos la verdad de mis palabras. No eran vacías, nada de lo que yo siento por él lo es.

—Te admiro, porque a pesar de no haber crecido con tu familia, has logrado mucho. ¿Cómo no hacerlo?

Él no respondió nada. Se limito a evadir la mirada, pero no lo dejé. Suavemente tome su rostro y acerqué el mío al suyo.

—Te amo, Mikhael Brown—quería que lo notara en mi voz, en mi cuerpo, en mi alma—. No hay nada que no haría por ti. Quiero que encuentres en mi a una amiga, amante, y compañera de vida con la que puedas descargar tus penas.

Me abrazó a su pecho. Pude oler su perfume varonil invadirme y lo adoré. Sentía que mi corazón estallaría por la ternura que parecía no tener fin. ¡Oh, Amor! Por favor deja de embriagarme de ésta manera.

—Yo también te amo, Aitana—mi corazón se aceleró al comprender sus palabras, ésta era la segunda vez que me lo decía, no era la primera pero, de alguna manera se sentía más real y llena de sentimiento.

 

Mikhael

 

Desde que le dije esas palabras a Aitana me siento confuso, no pude concentrarme mucho durante el día.

«Te amo»

Dije aquellas palabras la primera vez que nos besamos, la verdad no fueron sinceras, sólo lo hice como parte de mi plan, pero, ahora no sé si podré hacer lo mismo. Tal vez sea cariño, si eso debe ser. La quiero un poco, mas no la amo. Nunca me perdonaré amar a la hija de los asesinos de mi única familia. No, no debo perder mi objetivo de la mira.

Si tan sólo ella no fuera quién es, la hija de esos monstruos. Tal vez yo podría corresponderle sin culpa.

Veo la hora y sé que debo regresar, pero verla me hará pensar más en ella. Tenerla en casa, cocinando la comida y ver el amor y cariño que demuestra me hace tambalear y eso no me gusta. No debo vacilar ni un segundo.

No, nunca lo haré. No vacilare, aún si eres mi esposa no dudaré.

No permitiré que los sentimientos empañen mis planes. Con la resolución asentada en mí me dirijo al auto. Tengo que regresar con Aitana, no me conviene que su amor por mi acabe.

A pesar de conducir lento, sentí que llegue demasiado pronto.

—¡Amor! Que bueno que estás en casa—apenas entre sentí sus brazos rodearme—preparé tu comida favorita, se que te va a encantar.

—No tengo hambre—mi voz fue fría y ella lo notó—solo quiero dormir. Estoy cansado.

Su cara alegré fue suplantada por una de tristeza y decepción.

—Pero, seguro tienes hambre y…—voltee y la mire enojado.

—Dije que no, Aitana—asintió sumisa y me fui a la habitación, antes de entrar pude escuchar sollozos. «Mierda» mis pies casi hacen que regrese pero me obligue a no hacerlo.

No dudes, no dudes, recuerda quién es.

 

 

 




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