Capítulo 7
Debe vender su historia a la televisión, para que le hagan una novela o comedía romántica, así, por lo menos puede sacar provecho de esta loca situación y ganar unos cuantos millones por derecho de autor.
Porque seamos honestos, esto es material para una comedia romántica y nadie se lo va a negar. Aunque, si lo piensa, eso significaría que el sería el cliché de hombre serio y reservado que se enamora de su empleado. Que asco. Esas historias no son realistas en nada, la mayoría de los jefes de empresas multimillonarias son hombres viejos, feo y gordos que creen que por tener dinero todos le deben algo, como si fueran santos o algo por el estilo.
Argh. Esta es su vida, después de todo. Pasar una tarde tirado en su nuevo departamento, acostado con solo su calzoncillo bóxer puesto y con el aire acondicionado prendido, mirando la repetición de un partido y reflexionando lo que le ocurrió en la mañana. Si tuviera una cerveza brindaría consigo mismo, pero como no quiere derramar nada, porque sabe que lo hará en algún punto si bebe, tendrá que cambiar las sábanas y el acolchado y no quiere.
No quiere pensar en lo patético que se siente tres meses después de su ruptura con Andrea, ni como su insistencia para hablar y arreglar las cosas lo dejan agotado y deprimido, como ahora. No quiere hablar de como le rompieron el corazón y todo el país tuvo una opinión sobre el o sobre su relación porque “él lo habrá engañado primero, ella solo le habrá devuelto el favor” o “por algún motivo ella habrá buscado afuera lo que no encontró en casa” u otros de los miles comentarios hirientes e insensibles que se decían.
Ella fue quién le metió los cuernos, ella fue quién lo engañó tirando años de dedicación, amor y esfuerzo de su relación a la basura, pero para todo el mundo ella solo es una victima de las circunstancias, un pequeño desliz, solo cometió un error.
A nadie además de Adrianne y Agustina le importa como se siente.
A nadie le importa como le destruyó verla a Andrea con otro, siendo que esa noche le pediría matrimonio. Aun está sanando de eso, cree que le costará un tiempo sanarse por completo de esa herida.
Ahora, justo en su nariz, se le presenta la oportunidad de cerrar de una vez por todas su historia con Andrea, de dar punto final a estos tres meses en el limbo. Solo debe fingir ser el novio de un chico al que acaba de conocer y ya está. Suena sencillo, muy sencillo y eso le aterra. Nunca la vida le dio cosas sencillas, siempre le costaron algo. Y le aterra que más le costará fingir ser el novio de Richard.
El teléfono suena, sacándolo del agujero de conejo en el que su mente había entrado. Mira la pantalla y ve un solo mensaje de un número “Hola William, este es mi número. Soy Richard XD” ¿En realidad? Le acaban de mandar un “XD” por WhatsApp. En esto se había convertido su vida.
‘Hola Richard. ¿Mi hermana te pasó mi número?’ Le pregunto, no me molesta que lo tenga. Al fin de cuentas en algún momento loco de este plan intercambiaríamos números de contacto. Solo que me sorprende que ya lo tenga.
“Si, así es. Ella me dijo que me registrara.” Escribe, pero los puntos de escribiendo aparecen justo al lado de una foto ridícula de Richard. Me da curiosidad, por lo que presiono la imagen para agrandarla. Richard esta sentado en lo que parece ser un parque junto a una mujer mayor, cabello negro igual que él y muy parecida. Su madre, al parecer. Se ven muy felices juntos, sonriente a la cámara, haciendo una gran toma.
“No le digas a la señorita Agustina, pero ella me da miedo. Así que, si te pregunta, di que me puse en contacto con vos”.
La carcajada me toma por sorpresa. Leo nuevamente el mensaje y más gracia me causa.
‘No te dejes intimidar, solo es una fachada.’ Trato de tranquilizarlo.
“Prefiero no descubrir si sus amenazas con reales o no”. Y tiene toda la absoluta razón, con su hermana es mejor no andarse por las ramas. Todavía recuerda todas las consecuencias que le dieron sus bromas a ella.
‘Chico listo, muy listo’ contesto, levantándome de la cama.
Creo que fue suficiente el sentir pena de mi mismo. Ahora debo ponerme los pantalones, literales y metafóricos, y enfrentar esta oportunidad como un hombre adulto.
Veo si Richard vio el mensaje y, si, lo hizo, pero solo me dejo en visto. De verdad no tenemos mucho de que hablar, cosa que debo empezar a cambiar si quiero que los demás crean que es mi novio.
‘¿Vamos a un café?’. Envío el mensaje y dejo mi celular en la cama. Si dice que si, debo estar listo para salir.
Fingir ser la pareja de un hombre. No suena mal, en realidad cree que le será sencillo, Richard parece tener una personalidad de mil voltios, sonrisas y buen humor. Es el tipo de chico que le juega una competencia al sol por quien puede brillar más, muy distinto a lo que fue Andrea. Si, esto es lo mejor.
Al fin el Uber se detiene frente a la cafetería. Me bajo luego de pagar y voy a la entrada. Apenas ingreso al local puedo ver al rubio que conocí hoy. Esta sentado cerca de la ventana, taza de café en mano y medias lunas en la otra.
Mi decisión fue tomada desde el momento que supe la cantidad de plata que me pagarían por actuar, por ser el “novio” de William Johnson para todo el país y el mundo. No voy a mentirme, la enfermedad de mi mamá es muy delicada y requiere mucho dinero, cosa que ni ella ni yo tenemos. Pude irme por el camino fácil, vendiendo cigarrillos traídos en contrabando por la frontera o vendiendo marihuana, pude haberme metido en la política y robar de otros miles de familias que, al igual que la mía, luchan día a día por llegar a fin de mes.
¿Miles de pesos por mes por fingir salir con otro hombre? Puede hacerlo, es una de las pocas oportunidades que ha tenido de hacer legal y que no preocupara aun más a su madre. Además, soy gay, no había un conflicto de intereses.
—Veo que llegaste antes que yo. —Digo en forma de saludo, parándome a su lado y extendiendo mi mano a lo que él suelta la taza y me saluda.
—Como puedes ver, tenía hambre. —responde, una sonrisa de medio lado en su rostro.
—¿Esperaste mucho? —Le cuestiono, sentándome en la mesa frente a él.
Miro la cafetería, es buena pero no algo que alguien con tanto dinero frecuente. Aunque si me guío por la postura de William, es un sitio que conoce y en el que se siente lo suficientemente cómodo como para estar relajado.
—No, hace quince minutos llegue. Flor me ha dado lo de siempre. —Cuenta, señalando la mesa ya servida.
— ¿Flor? —Quiero que suene casual, pero suena más a un novio celoso, cosa que el rubio al parecer no nota.
—Si, Florencia. Ella trabaja acá. Mi hermana y yo solemos venir seguido. —contesta, agarrando nuevamente su taza.
—Si, y suelen ser igual de revoltosos que cuando eran chicos. —Habla una mujer detrás de mí, sorprendiéndome y haciendo que de un pequeño salto.
—Veo que no pierdes tu costumbre de asustar a la gente con tu vieja cara. —Le dice Richard, a lo que la señora, que asumo es Florencia, le golpea con su pañuelo mientras se ríe.
—Y aun así nunca pude superarte en eso. —Responde, aun riendo y dejando un plato de medias lunas más.
—Oh, me amas. Soy tu cliente favorito. —William le dice, un poco infantil a lo que Florencia le responde acariciando su rostro con ternura.
—Mi favorita es tu hermana, tu solo eres el platillo extra. —Devuelve la burla, sacando la lengua a un muy falso indignado William.
— ¿Qué te traigo, tesoro? —pregunta. Cortando la risa que se me había escapado por ver todo su intercambio.
—Una taza de leche chocolatada está bien, bien dulce por favor. —respondo, a lo que veo a William hacer otra mueca.
—Otro amante de lo dulce, por lo visto. ¿Tú nombre, corazón?
—Richard, me llamo Richard. —Ella sonríe, una sonrisa que no se bien como interpretar y palmea con afecto mi mano.
—Es un placer conocerte. Será todo un placer verte más seguido —menciona, dándome una mirada astuta antes de soltarme y anotar mi pedido en una libreta—. Ya te traigo tu pedido.
Cuando ella se va, William y yo nos quedamos en silencio. Un poco incomodos por la interrupción de Florencia. Ahora es comprensible porque note que William está relajado en este café, conoce a sus trabajadores y sospecho que al dueño.
—Entonces Richard, ¿Esto es igual de incomodo y extraño para ti como lo es para mí? —William corta de una con el tenso silencio, yendo directo a mi yugular.
—¡Dios! Sí. No sé como ser un actor y se supone que hoy debemos sacarnos fotos para Instagram.
—Y cambiar los estados de relación en Facebook, no lo olvides. Mi hermana nos hará la vida imposible si no lo hacemos hoy. —Es un poco ridículo que tengan que hacer eso para dar a conocer su relación.
Y no lo llamen viejo, apenas si tiene veintiséis años, pero le parece un poco excesivo hacer todo el cambio en redes sociales para darse a conocer como pareja ante el mundo. Entiende que William es una figura pública, no particularmente activa ante las cámaras o reflectores, pero en consecuencia de su lo que le hizo su ex y las repercusiones que esta noticia trajo, es ahora una persona de mucho interés público, específicamente del sector de la población amante del chisme.
—De acuerdo, estoy en eso. —Si este encuentro debe verse como una cita romántica, muchas cosas deben cambiar. Y lo primero en esa lista en la distancia que hay entre William y él.
Tomando la situación en sus manos, se pone de pie y mueve su silla para que este justo al lado del de William, aprovechando que es más pequeño en complexión física y altura que el rubio se cuela en su espacio personal, manteniendo el contacto en todo su lado desde sus piernas hasta los hombros para terminar apoyando su cabeza por su hombro y respirando el costoso y rica aroma a colonia que lleva.
—Wow, esto es… —comienza a decir William un poco tímido, pero antes que empiece una perorata inútil levanto mi mano y lo corto de una.
—Esto es una venganza y un cierre, y si voy a ser la razón de que tu ex loca te deje en paz. Voy a hacer el mejor trabajo como novio para ponerla en su lugar. ¿Entiendes? —William solo asiente, una sonrisa traviesa aparece en su rostro antes de levantar su teléfono y tomarnos una foto justo cuando me roba un beso.
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Editado: 23.02.2024