El presente de los miedos

Capítulo 10

Mi madre rompió a llorar. En un simple pestañeo encontré a mi madre con las rodillas hincadas en el suelo, rodeando mis piernas con sus brazos torpemente y haciéndome en varias ocasiones perder el equilibrio.

 

—No, te lo suplico, no —Sollozó—. No me apartes de vosotras. Te lo suplico. Os necesito a las tres. No podéis hacerme esto.

 

—Mamá, por favor, levántate —pedí agarrando sus brazos, pero ella seguía haciendo fuerza para quedar en el suelo—. Mamá, por favor. Se van a despertar. No me hagas esto tú a mí.

 

Por fin ella me permitió que la incorporara. Todo ella temblaba. ¿Eso lo había provocado yo? De repente me hizo sentir la peor hija del mundo, aunque no entendía nada.

 

—Te he dado dos opciones, mamá —dije intentando contener el nudo de mi garganta—. Dos.

 

—No me des a elegir, hija, te lo ruego —Seguía rota en llanto, desesperada—. No me separes de ti, no me separes de ella. No me separes de él.

 

No podía creer lo que ella estaba pidiéndome. ¿Cómo podía ni si quiera pensar que iba a tolerar todo aquello?

 

Por un momento cesó su llanto, y tras enjugarse las lágrimas, conectó sus ojos azules con los míos, concluyendo con seguridad:

 

—Por el bien de todas.

 

* * *

 

9 de mayo de 2014

 

Llevaba todos aquellos días sin poder dormir. Por primera vez en mucho tiempo, había vuelto a maquillarme considerablemente. Jasmine lo tomó como algo bueno, y no quise desmentir sus palabras. Continuamente me había estado doliendo la cabeza a falta del sueño y ni si quiera podía invertir las noches en dibujar. Lo único productivo que había hecho había sido trabajar en el Starbucks, aunque tampoco me había conseguido concentrar del todo.

 

En esos días tampoco había cruzado una palabra con mi padre, y pocas más con mi madre, solo para disimular ante Jasmine y Jacqueline. Ésta, por el contrario de mi hermana menor, podía percatarse de que algo me ocurría. En dos ocasiones me había preguntado, pero siempre le había contestado que simplemente estaba cansada. No sabía qué hacer. Contárselo a ella serían más problemas aún, pero también necesitaba apoyo.

 

El viernes por la mañana, tras salir de trabajar, decidí que era un buen día para salir como mucho tiempo no hacía y despejarme del turbio ambiente de mi casa. Durante el trayecto a casa se lo propuse a Shelby y Harmony, las cuales aceptaron encantadas y quedamos en ir a casa de Shelby antes de cenar. Harmony pasaría por mí.

 

Llegué a casa con los nervios de punta, como había estado llegando días atrás. Mi madre no me había confirmado nada, pero tampoco hacía falta. Sentía miedo por la escena que podría encontrarme al llegar a casa. Por suerte fue Jasmine quien me recibió.

 

—¡Holita!

 

—¿Qué tal? —pregunté mientras me deshacía del abrigo. Por suerte los zapatos no eran necesarios, pues llevaba días sin llover.

 

—Pues bien. Hoy he dormido bien.

 

—Eso es bueno.

 

Ambas entramos a la cocina y mi madre, en silencio, dejó mi plato de comida sobre la mesa. Había salido algo tarde del Starbucks y ya habían comido.

 

Jasmine también tomó asiento.

 

—He pensado en que veamos alguna película esta noche —comentó—. Harry Potter, por ejemplo.

 

Rodé los ojos, divertida.

 

—¡Siempre quieres ver Harry Potter! ¿Cuántas veces la has visto ya, Jas? Si te la sabes hasta de memoria.

 

—¿Y?

 




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