El presente de los miedos

Capítulo 12

—¿De qué le conoces, Josephine?

 

Me quedé varios segundos callada, pensando qué responder. Después de eso debía contarle la verdad, pero no era el momento hacerlo delante de ellos. Quizá lo sabían, pero no quería crearle a él problemas por el mismo tema.

 

—Nos conocimos en el Starbucks donde trabaja —contestó Elliot—. Frecuento mucho ese lugar y acostumbro a ser un poco pesado. Josephine siempre se muestra muy simpática pero supongo que es lo que hace con todos los clientes. De todas formas me hace sentir especial y me tomé el atrevimiento de saludarla cuando la vi en el bar.

 

Sin darme cuenta me encontraba mirándole, ensimismada. Elliot sonreía como si aquello fuera la verdad más inmensa del mundo. Yo sabía lo que había de verdad, pero no de mentira. ¿Le hacía sentir especial de verdad? ¿Lo había dicho simplemente por qué sí? De repente me sentí con un enorme malestar en la zona baja de la barriga, la cual supe que no se iría hasta que no le dijera a Elliot que él era realmente especial.

 

—¡Ah! —dijo Shelby, convencida—. Pues ya podríamos haber coincidido algún día allí.

 

El lado coqueto de Shelby había salido a la luz y por primera vez, me sentí incómoda por ello. Elliot simplemente sonrió, quizá por cortesía o quizá porque eso le había agradado. Sin saber por qué me encontré con mis piernas tensas, dispuestas a hacerme levantar para marcharme. Sin embargo no me moví. No me entendía ni yo, entonces ellos lo harían menos.

 

Las luces del sitio se apagaron y segundos después Lana y Zane entraron con una gran tarta, la cual tenían los números 26 que era lo único que alumbraba el lugar.

 

—¡Cumpleaños feliz!

 

Todos comenzamos a cantar y nos levantamos. Aunque Brodie no dejaba de hacer muecas, se le veía emocionado. Zane colocó la tarta frente a él y Brodie sopló con sorna. Todos aplaudimos y fue Elliot el primero en meter el dedo en la nata y restregarla en la cara de su amigo.

 

—¡Felicidades! —exclamó Grace, acercándose a él para besarle las mejillas—. ¡Ya comienzas a tener canas, abuelito!

 

—La he hecho yo, como te gustan —comentó Lana dándonos a cada uno un plato de plástico—. Rellena de nutella. Estos hombres son realmente golosos.

 

Brodie fue quien cortó el primer pedazo de pastel, sin embargo fue Zane el que lo repartió. Mientras comíamos comenzaron a hablar de diversos temas, de los cuales mucho se escapaban a mi entendimiento, obviamente. En algunas ocasiones daban alusión al tiempo en el que Elliot había estado en el hospital, pero Shelby parecía ensimismada hablando con Grace y no se percataba de ello. Harmony sí, ya que al igual que yo, cada vez que salía el tema, mirábamos de reojo a Shelby, temerosas de su ira.

 

Un rato después me apeteció ir al baño. Gracias al tour que nos habían ofrecido al principio, no necesité guía para llegar. Tras lavarme las manos y acomodarme un poco el pelo, fui a salir, aunque nada más abrir la puerta grité.

 

—¿Tan mal me ha sentado la edad? —preguntó Brodie.

 

Aún mantenía la mano en el pecho, intentando relajarme.

 

—Este baño es el de mujeres —contesté.

 

—Ya, no vengo a mear.

 

—¿Entonces?

 

—Sé quién eres —dijo—. Soy amigo de Elliot desde que éramos pequeños. Me tiene la suficiente confianza como para hablarme de ti.

 

Suspiré, aún tensa.

 

—Ah.

 

—Solo quería darte las gracias, aunque supongo que los Hoffman lo han hecho bastantes veces.

 

—Sí, pero ninguna me ha hecho falta. Lo hice de forma altruista para ayudar a un desconocido, y aunque ahora le conozca, no ha cambiado nada más que eso.




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