El presente de los miedos

Capítulo 26

22 de junio de 2014

 

Estábamos organizando el cumpleaños de Jasmine. Ella había salido hacía un rato junto a Claudia, su hermano y Asher. Volverían un poco más tarde y entonces nosotros tendríamos una fiesta sorpresa preparada en casa. Mi madre, Jacquie, Samuel, Harmony, Shelby y yo nos encargábamos de ello. A Frank no le había agradado la idea de tanta gente en casa y se había ido, irónicamente, a un sitio donde seguramente habría más.

 

En ese momento estaba subida a una silla, colocando con la ayuda de Samuel una pancarta verde que decía: «¡Felices 14, Jasmine!»

 

—Un poco más a la derecha... un poco más... ahí, ahí está perfecta —dijo Samuel.

 

—Vale.

 

—Ven, que te ayudo a bajar.

 

Acepté la ayuda de Samuel y me incorporé en el suelo.

 

—Parece que todo está listo, ¿no? —preguntó mi madre.

 

Entonces el timbre sonó.

 

—¡A sus puestos! —exclamé.

 

Mi madre se dirigió a la puerta para abrir, pero entonces descubrimos que no se trataba de Jasmine, sino de mi abuela Tessy. Aunque fue tarde, porque todos exclamamos con júbilo:

 

—¡Felices catorce años!

 

—Sí, tengo catorce años en los bajos. Dejadme entrar, anda. Que tengo los tobillos ya condolidos. Qué lejos vivís.

 

Entre risas ayudé a la abuela a sentarse.

 

—¿No habrás venido andando, no abuela?

 

—¡Llego a venir andando y sigo en la esquina de mi calle! Anda, anda. Saca una cerveza fresquita. Qué calor.

 

Mi abuela, a diferencia de Frank, era una persona buena, divertida y conciliadora. Con setenta y dos años aún destilaba energía y siempre la había considerado como una buena compañía.

 

Un rato después, el cual pasamos charlando y colocando los últimos detalles de la fiesta, el timbre volvió a sonar. Miré el reloj y les mandé a todos volverse a posicionar para darle la bienvenida a Jasmine, ya que la única persona además de ella a la que estábamos esperando era a Elliot pero él por temas de la clínica vendría más tarde.

 

—¿Listos? —cuestionó mi madre.

 

Asentí dándole el beneplácito. Mi madre entonces se dispuso a abrir la puerta y cuando lo hizo, Jasmine entró acompañada por sus amigos, extrañada de la repentina oscuridad de la casa.

 

—¡Felicidades, Jasmine! —exclamamos todos.

 

Samuel, el encargado de la luz, le dio al interruptor y vimos el rostro de mi hermana pequeña. Mostraba desconcierto, pues se quedó estática, seria, observándonos a todos con un poco de terror. Pero ese semblante cambió instantes después, pues sus labios comenzaron a temblar esbozando una sonrisa. Las lágrimas se amontonaron en sus ojos y Asher, percatándose de cuán emocionada se encontraba, rozó la palma de su mano en el brazo de ella. Jasmine le miró y sonrió ampliamente, mostrando sus dientes.

 

—¡Di algo niña! —exclamó la abuela, consiguiendo que todos estalláramos a reír—. Estamos todos como pasmarotes esperando tu reacción.

 

—Es que... —contestó—, es que no me esperaba esto...

 

—Por eso se llama fiesta sorpresa —dije acercándome a ella, agarrándola de los hombros y llevándola a donde estábamos todos—, porque es sorpresa. Felicidades, hermana.

 

—Gracias —respondió abrazándome y, susurrando, añadió—: muchas gracias, Jojo. Sé que has sido la organizadora de todo esto.




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