El príncipe Belkam : Legados de Sangre ll

CAPÍTULO 4: "El Secreto de Belkam"

Ha pasado exactamente una semana, en la cual no solo he estado acosando con la mirada a Belkam Montec junto a Lot y Diane sino también persiguiéndolo a cada lugar al que va y hasta el momento ha demostrado ser un ser humano cualquiera con una vida bastante aburrida a diferencia de los demás. He de admitir que no me esperaba esta decepcionante historia respecto a Belkam ya que siento que me estoy perdiendo de algo y que sólo estamos viendo lo que él quiere que veamos.

O simplemente era yo insistiendo ver algo extraño en él por el simple hecho de ser ermitaño y bello a la vez. No he pasado por alto la mirada repulsiva que siempre me lanza cada vez que nota mi presencia y la verdad no es que hayan sido demasiadas veces.

Tan solo aquella vez en la biblioteca y el día anterior cuando Diana y yo nos quedamos al lado del baño de hombres mientras esperábamos a Lot. Aquello había sido solo un engaño puesto a que Danchev entró solo para intentar hacerle habla a Montec y claramente él le dejó con la palabra en la boca.

—No tengo vida— me resigno, musitando para mí misma mientras elijo que verduras poner en mi bandeja de comida— manzana o una pera.

Intento decidirme cuando de momento siento una presencia detrás de mí, seguro era Diana intentando pasarse de bromista como siempre y asustarme.

—Ya te sentí ¿De acuerdo? No vas a espantarme esta vez— pongo los ojos en blanco al no escuchar su respuesta— ¿Qué intentas hacer?

Me giro para verla y cuando lo hago me sobresalto, suavemente y con los nervios de punta.

—Es lo que yo me pregunto— su voz es tan melodiosa que suelto un suspiro, ante sus ojos azules me siento desarmada e hipnotizada, incapaz de articular algún musculo— ¿Por qué no solo dejas de acosarme con esa manada de individuos?

Mi corazón comienza a latir tan fuerte que temo porque me dé un paro cardiaco en estos momentos ¿Cómo lo sabe? Bueno no es que hayamos sido tan evidentes después de todo.

—Te… te ¿De qué me estás hablando?— carraspeo la garganta en un intento desesperado por aparentar frescura.

—Vamos Davina, no puedes mentirme— su mirada profunda me quita el poco aliento que tengo— no intentes hacerlo siquiera.

Sabe mi nombre, lo sabe, lo sabe, es decir nunca toma atención en clases como para escuchar mi nombre en la lista del profesor ¿O sí? Y ¿Cómo es que nadie puede mentirle?

Trago saliva con dificultad.

—Yo… creo que estás malinterpretando las cosas.

—Crees que soy un ser extraño que oculta cosas ¿Y sabes qué? Atinaste así que por tu bien  y el de tus amigos será mejor que me dejen en paz— levanta la barbilla con autoridad— dejen de jugar al detective o realmente la pasarán muy mal.

Frunzo el ceño, absorta de oírlo, está amenazándome sin contrición de decírmelo en la cara.

¿Para comenzar como sabe que me parece extraño? ¿Qué oculta cosas? ¿Cómo lo sabe? ¿Habrá oído tal vez alguna conversación que haya tenido con Diana o Lot?

—Porque lo sé todo, las personas no pueden mentirme— sonríe de lado, como si estuviese disfrutando espantarme con lo que dice— mantente alejada de mí.

Y antes de que pudiera decirle algo se marcha, me quedo todavía anonadada por el repentino suceso y cuando observo a mis alrededores noto que los estudiantes siguen en lo suyo. A pesar de haberme pedido que me mantenga alejada de él es lo último que mi cuerpo piensa hacer, ahora no solo creo que sea extraño, siento que lo sea y ahora más que nunca.

Es como si supiese todo lo que pensaba en aquel momento, sabía lo que me preguntaba a mí misma y lo contestó automáticamente.

—Oye Davina he estado pensando que a lo mejor ya no deberíamos molestar a Montec sabes…— dice Diana, se queda a mi lado mientras parpadeo reiteradas veces por lo que acaba de decir— Lot ya no tiene deseos de la investigación y fuera de todo creo que es lo mejor.

— ¿Qué?

No, no lo creo realmente ¿Qué pudo haber hecho cambiar de opinión a Diana y a Lote? Es decir… parecían entusiasmados con hacerlo.

—Podemos hacer mejores cosas que eso como ir al cine, ir a pasar el rato en alguna cafetería o fiesta ¿Qué dices?— pregunta esperanzada.

Sin embargo, dentro de mí sé que algo anda mal, primero el extraño ermitaño se acerca y decide hablarle a una persona que no es él mismo, ósea yo, tan solo para amenazarme y luego viene Diana a decirme que ya no tiene interés en seguir indagando sobre Montec.

Está vez me dispongo a buscar a Belkam con la mirada y cuando me topo con sus ojos azules y lo veo marcharse me apresuro a seguirlo.

¿Quién se creía que era para venir amenazarme? ¿Para someterlos al miedo a Lot y a Diana? ¿Qué pudo haber utilizado para que ellos le tuvieran miedo? No me lo podía creer.

 — ¡Oye!— le grito para llamar su atención.

De momento su espalda robusta se detiene así como todos a nuestro alrededor, me quedo estática, observando a los demás alumnos como si estuviesen en una especie de pausa ¿Qué diablos estaba ocurriendo? Mi respiración esta vez es agitada por la impresión, la piel se me hace chinita mientras intento encontrarle sentido a lo que está pasando ahora y cuando me siento perdida mis ojos se topan con los de Belkam.




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