El príncipe Belkam : Legados de Sangre ll

CAPÍTULO 9: "Una verdad oculta"

Cuando cabeceo, todavía inconsciente, logro abrir los ojos ya que al parecer dormía profundamente a pesar de la luz opaca que irradia el cielo nublado. Entre confundida y adolorida por mi pierna herida consigo despertar del todo para poder procesar la noche anterior.

Quiero saber la hora, pero mi teléfono ya murió por falta de batería.

Sin embargo, sé que debo salir de la cabina en la que me encuentro ahora mismo ya que seguramente la gente comenzará a andar por las calles como todos los días.

Ahora que lo recuerdo, es lunes y debo ir a la escuela o Camille pegará un grito al cielo.

Sin perder más tiempo comienzo a moverme dispuesta a descender, la lesión de mi pierna me inca desde lo más profundo de mi ser, pero me como todo el dolor que me causa tirar de mi pierna para andar y sólo así logro poner los pies sobre la tierra.

Luego de ya estar, fuera de la rueda de la fortuna, me reclino sobre los fierros de una de sus columnas. No creo poder caminar, siento mi pierna tan inservible que no sé qué cuento le meteré a Camille cuando me vea así de débil.

Respingo, afligida.

—¿Señorita se encuentra bien? — un hombre de figura delgada se aproxima hasta mí— ¿Qué le pasó? ¿Está bien?

—Estoy bien, tranquilo no es nada yo…— me quedo nula de ideas— yo, yo solo resbale.

—Ahí estás— la voz de una mujer me toma de sorpresa.

Me giro para ver de quién se trata. Es una anciana de cabello blanco y corto que simula unos sesenta y tantos años de edad.

—Yo la ayudaré, no se preocupe por ella— me toma del brazo con finura— puedes apoyarte de mí hasta llegar a mi coche.

—Señora Potts— el chico delgado de ojos negros y cabello castaño le sonríe— podría ayudarla al menos hasta llegar a su vehículo, no tengo ningún problema en hacerlo.

—Claro, porque no.

El hombre me ayuda a reclinarme sobre su hombro tras acomodar un brazo mío por encima de su espalda y me ayuda a caminar a pasos lentos. Me quedo en completo sigilo.

¿Señora Potts? ¿Porque me suena este nombre?

Mi mente trata de rememorar, sé que me estoy perdiendo de algo definitivamente ¿Por qué no puedo ser más lista? Estoy segura de que es algo verdaderamente importante.

—¿Cómo va todo en la biblioteca? No he pasado por ahí hace bastantes semanas, el trabajo aquí es un poco agotador— comenta, el chico, a modo de romper el silencio incomodo— vigilar todo este horizonte no es tan fácil como parece.

—Me imagino que no querido Elmer— la anciana le sonríe— todo va bastante bien como siempre, en especial porque mi nieto Belkam me ayuda muchísimo. Es un buen muchacho.

Mis ojos se amplían por lo que acaba de decir. Ahora lo recuerdo perfectamente y como no, si Diana y Lot me habían hablado de ella. La señora Potts, abuela de Belkam.

¿Pero porque ha venido a ayudarme? Sobre todo ¿Cómo sabía ella donde hallarme? ¿Le habría enviado Belkam a por mí? ¿Recordaría realmente la noche anterior? ¿Lo que me hizo?

—Ayúdala con su pierna herida, me imagino que debe estar casi intangible— la señora Potts me mira un tanto apesadumbrada.

—Claro.

—No es necesario, y-yo puedo hacerlo sola— me apoyo, con un brazo, en el carro para sostener mi cuerpo— creo que ya he dado bastantes problemas. Lamento ser una molestia.

—No lo digas así linda que suena demasiado ofensivo para mis oídos. Ayudar a las personas cuando lo necesitan es algo que amo hacer.

—La señora Potts es como una madre para todos en este pueblo— Elmer me sonríe sincero, parece ser amigable— es muy querida por todos los habitantes.

Le devuelvo el gesto, pero sin mostrar los dientes.

Ya dentro del carro de camino, a las calles principales de Melnik nuevamente, me quedo con la vista fija en la vía desolada pero colmado de naturaleza. No sé qué debo decir, no sé si debo preguntar sobre Belkam y su formidable secreto.

Ahora sé que es él de quién la gente se oculta cada campanada de media noche.

—¿Deseas que te llevé a tu casa?

—Y-yo no estoy segura— me giro para mirar a la señora Potts— no sé si sea bueno presentarme de esta manera ante mi madre.

Ella bufa.

—No creo que sea prudente, seguro Camille pega un grito al cielo después de todo— me mira de reojo con una sonrisa a medias— a lo mejor podría llevarte a mi casa y de esta manera podré curar tu herida antes de que se infecte. Ahí podrás darte una ducha y conseguiré ropa nueva.

¿Podría ver a Belkam también?

Aunque no estoy segura de sí deba verlo siquiera, no creo poder aguantar verlo luego del suceso anterior.

—Me parece sensato.

—Escucha Davina, lamento lo que pasó y por lo que tuviste que pasar— se aclara la garganta— no sé si mi disculpa sea suficiente.

—¿Usted lo sabe verdad? — pregunto.

Entre atónita y curiosa. Mis ojos se quedan mirando firmemente a la nada.




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