El príncipe Belkam : Legados de Sangre ll

CAPÍTULO 11: "Por primera vez"

Bajo aquella mañana luminosa y resplandeciente camina la gente del pueblo, una que otra carrosa pasaba transportando gente y emitiendo ruido en aquella calle acogedora llena de tiendas. Belkam es uno de ellos, trae puestos unos vaqueros blancos y un gabán negro que le llega a la altura de sus rodillas cubiertas por unos borceguís negros, aquella corbatilla roja es lo único que resaltaba bajo aquel traje gótico.

Recientemente había llegado como un forastero a Melnik, ocultando consigo un secreto muy grande y alejado de su verdadera familia, de sus raíces desconocidas. Desde ya captando la atención de las jovencitas que andaban cerca de él, entre sonrisas coquetas y miradas furtivas de algunos jóvenes que se dan cuenta de ello.

—Bienvenido joven…— una muchacha de vestido morado con encaje y de cabellos rulosos atados a un moño lo mira de pies a cabeza.

—Belkam— sonríe a medias— es mi nombre.

—Es nuevo por aquí tal parece— la chica aprieta su paraguas— Seya, ese es mi nombre ¿No quiere asistir a un evento importante del pueblo? Sería un buen comienzo para acercarse a la sociedad importante. La fiesta se llevará a cabo en mi mansión ya que es mi padre quién organiza todo esto.

—De ser así, su padre debe de ser alguien muy importante en Melnik— Belkam se queda pensativo.

—Sí, se podría decir— esboza una sonrisa orgullosa— Es el duque Raksha de Vizconci. Es sólo que yo imagino que usted no se queda atrás, su apariencia y su exótica belleza me da a entender de qué se trata de alguien de un rango alto ¿Me equivoco? De ser así puede ponerme al tanto si lo desea.

—No sé deje llevar por las apariencias— suspira algo cansado— de todas formas, no me vendría mal conocer un poco a los habitantes del pueblo.

—Me alegra oírle decir eso— Seya sonríe.

Ya en la mansión, Belkam se queda todavía alucinado por lo lujoso que luce todo por dentro tanto como por fuera, los invitados que hay evidentemente son de alta sociedad y eso lo nota desde las galas que traen puesto, aquellas telas de seda no son difíciles de adivinar con tan solo mirarlas y que decir de las joyas que cargan las mujeres.

Cerca de él hay un grupo de señores que ríen entre ellos, muy animosos y sin dejar de beber vino tinto. Sin embargo, su atención se centra en uno de ellos, un hombre canoso de cejas pobladas que trae puesto un ferreruelo plateado al igual que su traje.

Sujeta un bastón con suma finura.

—Padre, le presento a Belkam Montec— Seya coge del brazo a su padre— es nuevo por aquí y me anime en invitarlo al banquete.

Aquel hombre de cejas pobladas se queda algo desencajado, pero no deja de observarlo con fijeza.

—Tu rostro… me es muy familiar, me parece haberlo visto en alguno de los eventos del Rey Magnus— se queda pensativo— ¿Eres algún familiar de la familia real Montecasth?

—Es un honor conocerlo gran duque de Vizconci— Belkam vuelve a sonreír a medias— no sé a qué se refiere, me temo que no conozco a quién nombra.

—Claro que no, aquel reinado quedó en el olvido luego del desastre que arrasó con todo ese imperio— sigue mirándolo con fijeza— me recuerdas mucho al príncipe heredero de ese trono caído. Desmont se llamaba, un joven muy seriado por las mujeres de Transilvania, pareciendo irreal como usted.

Seya suelta una carcajada intentando romper el hielo.

—Qué cosas dice padre ¿Puedo mostrarle la mansión? Si usted me lo permite claramente.

—No, no te lo puedo permitir querida Seya, tienes que atender al Marqués Israel ya que dejaron pendientes unas charlas de cierre sobre las alianzas que creamos con los suyos— se aclara la garganta intentando evitar la mala cara de su hija— no obstante joven cautivador, podré dejar que mi hija menor lo acompañe en este banquete siempre y cuando evite acercarse mucho a ella. Como es la menor de mis hijas me gusta cuidarla de más.

—No se preocupe duque de Vizconci, puede confiar en mi— Belkam asiente con respeto— no osaré acercarme de más a su pequeña hija.

El hombre de canas todavía lo mira con curiosidad, se siente confundido, sabe muy bien que ese rostro angelical lo vio antes en alguno de los miembros de la familia real pero también se queda pensando en las habladurías de todo ese imperio caído. Nadie quedó vivo, ningún sirviente del Castillo y mucho menos alguno que pudiera pertenecer a la familia real.

Sin embargo, no deja de pensar que aquel rostro cautivador que sólo existe en la sangre de los Montecasth, sólo esa familia real tenía los dotes de belleza extrema, tan atrayente como la que tiene el muchacho que está enfrente y el parecido con el hijo de quién fue príncipe en ese entonces. Veinte años atrás cuando todavía sus hijas no existieron ni siquiera o al menos cuando Seya pensaba recién en nacer.

¿Podría haber la posibilidad de que hubiera sobrevivido siquiera uno de esa familia, de aquella sangre azul como todo el imperio solía decir? Nunca supo con certeza si aquella familia procedía de algún Dios, no obstante, nunca jamás podría olvidar la fascinaste belleza de quién se convertiría en Rey en aquellos años. Incluso él, siendo un hombre se quedó impactado por tal rostro, jamás creyó posible que un ser humano pudiera nacer tan perfecto y angelical a la vez.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.