El príncipe Desmont : Legados de Sangre l

CAPÍTULO 13: "La fortaleza mágica"

Me quedé quieta en la habitación, sola y en aquella oscuridad, el día había transcurrido tan rápido que casi lo había sentido como un pestañeo, estaba comenzando a estresarme, comenzando a sentirme deprimida, caminé hacia el balcón y a través de las puertas de vidrio cerradas pude observar el caer de la nieve, puse una mano sobre el cristal anhelando salir de aquí y ser libre, el nudo en mi garganta nuevamente se formó y unas cuantas lagrimas derramaron por mis mejillas, nunca me había sentido tan sola en mi vida a pesar de ver a Luigi y a Cassandra de vez en cuando, la única humana que lo sentía todo era yo ¿Qué estarían haciendo ahora mismo mis padres? ¿Qué estarían diciendo mis amigos? Había perdido la cuenta de los días pero intuía que habían pasado como dos meses aproximadamente.

En cuanto me di la vuelta salté pávida, aquella sombra salió hacia la luz del reflejo de la noche y pude ver a un Desmont apenado.

—Perdóneme Katrina— me miró fijamente a los ojos— nunca quise que las cosas pasaran de esta manera, lamento que no tuvieras que hacer y con quién.

No dije nada ¿Qué podría decirle ahora? Yo estaba tan confundida con sus cambios de humor.

—Puedo hacer algo por ti ¿Quieres dar un paseo mañana por el bosque?— preguntó algo temeroso seguramente de ser rechazado.

— ¿Y los Orakis?

—En las mañanas es lo opuesto ¿Confías en mí?— juntó sus labios suavemente esperando una respuesta.

Le sonreí con finura.

—Si.

Bastó aquella noche en el que le respondí aquello, había podido conseguir sueño sin tormentosas pesadillas o alucinaciones, después de tanto tiempo había podido descansar en paz sin interrupciones siquiera. En cuanto abrí los ojos me sentí emocionada de hacer algo nuevo, algo diferente a lo de mis últimos días, Desmont, iba a pasar un día con él y no sé si era correcto o si debí cerrarme a su invitación, no tenía ni la menor idea en realidad, tan solo quería darme una oportunidad de poder pasarla mejor, me dirigí al ropero de siempre y saqué un vestido blanco largo hasta la altura de mis tobillos y encima me acomodé una pequeña capa roja que llegaba por debajo de mi cintura.

Me pinté los labios rojos con aquella tinta que se encontraba en alguno de los pequeños recipientes que había dejado Cassandra y salí lista para aquel nuevo día. En cuanto me encontré ya fuera del Castillo encontré a Desmont quién acariciaba al caballo fantasma con el que había querido huir aquella noche, él realmente era un príncipe de ensueños, traía puesto otro traje real, un pantalón de tela color azul oscuro al igual que su chaqueta que dejaba al descubierto aquel camisa blanca y aquellas botas negras hasta la altura de sus rodillas.

En cuanto se dio la vuelta pude verlo por primera vez bajo la luz del sol, aquel cabello negro azabache que tenía sobresaltando bajo su piel blanca como la leche.

— ¿Estás lista?— me extendió la mano e inmediatamente le di la mía.

Su tacto frío me erizó la piel removiendo cada parte de mi vientre, era imposible evitar aquello, me ayudó a subir sobre el caballo tomándome de la cintura mientras yo me quedaba embelesada con su belleza mientras él se encontraba seguramente más distraído.

— ¿Cómo se llama?— pregunté curiosa luego de retomar la compostura,

—Valiente—me sonrió a medias y luego miró al caballo mientras acariciaba su cabeza.

Me sorprendí, él si podía tocarlo, no lo atravesaba como yo.

— ¿Cómo es posible que lo puedas tocar?

—Soy un ancla, estoy entre la vida y la muerte, puedo tocar a los del otro mundo y a los humanos también— soltó un suspiro— Valiente es mi mejor amigo, solía pasar el mayor tiempo del día con él, cada vez que leía un libro me quedaba a su lado en el lugar al que te llevaré.

Cogió la cuerda del corcel fantasma mientras avanzaba a pasos lentos, me sentía más que en un cuento de hadas, nunca me imaginé estar en esta posición.

— ¿Valiente de qué color era?— pregunté mientras observaba a mí alrededor, la tarde era más que perfecta.

—Blanco como la nieve— respondió.

¡Wau! Supuse que era el típico caballo de sangre de un príncipe como él.

— ¿Sabes idiomas?

—Sé algunos cuantos, el inglés, italiano, Francés el húngaro mi idioma natal y el rumano.




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