El protector: El sexto inmortal

Un nuevo mundo

Zeynep se dirigía al gran bazar una vez que había dejado a la pequeña Val en la escuela. Iba feliz hasta que se dio cuenta que Hakan no se encontraba en el local y este estaba completamente abierto. ¿Cómo era posible eso? La rutina que tenían era tan perfecta y a la vez tan monótona, que no se explicaba que pudiera haber pasado, pero fuese lo que fuese, seguramente no era nada bueno. Preguntó a sus vecinos comerciantes y le dijeron que sólo lo habían visto partir del bazar con una dama de cabello al hombro muy atractiva y de ojos verdes.

—Siento mucho ser yo quien te lo diga, prefiero no mentirte —le dijo como si la verdadera razón fuera que Hakan se fue con otra mujer para ponerle los cuernos. Zeynep no sabía quién era esta misteriosa chica, y es qué en esta línea del tiempo jamás la llegó a conocer y Hakan por respeto tanto a la memoria de Leyla, como a su relación amorosa con Zeynep, omitió ese pequeño detalle de su ex novia que creía fallecida. Ella de inmediato cerró el local y fue en busca de su esposo, el cual era como si se lo hubiera tragado la tierra, y es que aunque no me lo crean, fue casi así.

Leyla al sentir que Hakan le tomó del brazo, dio media vuelta para que él la pudiera apreciar mejor, y en cuanto la reconoció, selló sus recuerdos con un beso que Hakan no pudo resistir. Había tanto que explicar, y a la vez tantos sentimientos reprimidos que Hakan no pudo resistir la tentación de tener en su boca el suave labial de Leyla una vez más.

—Pensé que te había perdido, después de eliminar a Faysal te busqué por todos lados, recorrí cada rincón de Estambul sin siquiera un indicio tuyo —dijo Hakan una vez que recobro el aliento y empezaba a ver que no se trataba de un sueño.

—Lo sé, y es que no soy la Leyla de este mundo.

—¿Qué quieres decir? No te entiendo —respondió Hakan desconcertado.

—¿Ves esto? —le preguntó Leyla, sacó de su chamarra lo que ahora sostenía en su mano, que pareciera ser una moneda antigua, y sobre ella había una piedra preciosa de color morado. Lo raro, es que esta piedra tenia forma de un águila de dos cabezas. Era realmente hermosa aquella gema, talismán, en realidad de igual forma que Hakan, desconozco que sea.

—Sí, ¿qué es?

—Vamos, sígueme —dijo Leyla, dio media vuelta y a toda prisa comenzó a alejarse del bazar, inclusive de Hakan pues a él le costaba seguir su paso, Leyla era muy delgada y eso le ayudaba mucho para pasar por en medio de la gente y escabullirse hasta que llegó a un lugar tranquilo. Hakan llegó cinco minutos después. Él era mucho más fornido y tuvo que estar chocando hombro con hombro por más de una ocasión con los demás para no perder de vista a Leyla. Lo cual inevitablemente pasó, pero su instinto la llevó con ella.

—¿Ahora si me puedes explicar qué pasa? ¿Qué hacemos aquí?

—En realidad te estaba esperando, caminas como tortuga, ¿veo que perdiste ya la condición verdad?

—¡Claro que no! Sigo siendo tan ágil como una liebre —contestó el orgullo de Hakan que no le agradó parra nada le dijeran lento.

—¡Me alegra! De ser así, ¡alcánzame! —dijo Leyla y antes de que Hakan pudiera comprender, ella se dio media vuelta y se echó a correr tan rápido como sus piernas se lo permitían. Hakan, hizo un gesto de —no otra vez— y corrió detrás de ella, pero; o Leyla había alcanzado una mejor condición física o Hakan había perdido la suya, apenas y podía mantener su paso y por más que le imploraba a Leyla que se detuviera ella no lo hacía, no hasta que llegaron a aquel templo. En cuanto Hakan vio que se detuvo ahí, su corazón comenzó a latir todavía más fuerte, esta vez más por el miedo que por el cansancio, pues se trataba de más ni menos que el templo donde están enterrados los inmortales.

—¿¡Qué hacemos aquí!? ¡Dame una respuesta ahora! No más juegos tuyos.

—Si te lo explico no me vas a creer, tengo que mostrártelo —respondió Leyla, dijo unas palabras en lo que pareciera ser latín mientras con su mano apuntaba el talismán hacia la entrada, y la puerta se abrió de par en par.

—Leyla, no sabes lo que estás haciendo, ¡salte de ahí! —le gritó Hakan, pero es como si un ave lo hubiera silbado, pues Leyla no hizo el mínimo caso y dio unos pequeños pasos para adentrarse en el templo.

—Ven, o ¿acaso el gran Hakan tiene miedo? —lo dijo con tono burlesco invitándolo a pasar. Hakan sabía que no debía, pero se trataba de Leyla, de  su gran amor antes de Zeynep, ¿cómo no confiar en ella? Además se sentía confiado, él fue el único protector que logró derrotar a los inmortales, fuese lo que fuese el peligro que se avecinaba, se creía capaz de poder salir victorioso una vez más. En cuanto cruzó, Leyla colocó el talismán esta vez sobre el pecho de Hakan y volvió a decir unas palabras en latín. Todo el cuarto se iluminó y pasaron de un blanco intenso a un bosque viejo y descuidado, verde opaco como si no hubiera sol, pero con un olor desagradable. Había varios árboles tirados.

—¿Qué me quieres decir con esta alucinación? ¿Ahora tú eres el oráculo? De lo contrario créeme que es una pésima broma.

—No es ninguna broma, no soy ningún oráculo y mucho menos es una ilusión. Estamos en una realidad alterna, una segunda línea del tiempo que se creó no sé porqué, pero el oráculo dice que tú alteraste el orden del universo, sólo que aquí, en lugar de que tú los derrotaras, ellos se llevaron la victoria y perdiste. Es por eso que te traje aquí, necesitamos de tu ayuda por favor.



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En el texto hay: fantasia, accion, amor

Editado: 15.10.2020

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