El Próximo Viernes.

I

1. El viernes en donde Lezza se sorprende por primera vez.

 El viernes en donde Lezza se sorprende por primera vez     

Era viernes por la mañana. Lezza ya había escuchado el interfono y bajaba con un retraso de cinco minutos porque no encontraba su otro zapato. Su madre no dijo nada, aunque la señora Hyper estaba molesta, y no solo con su hija, sino, que también con su marido. Pero ese es otro tema que no nos conviene tocar ahora.

Hizo su rutina de ejercicios, comió una manzana verde y subió a la habitación para ducharse y vestirse para el último día de la semana. Al tomar su celular, observó que este no respondía, intentó apagarlo pero ya lo estaba, le sacó la batería, lo conectó al cargador pero la pantalla seguía negra y sin el acostumbrado fondo de pandas que tenía como protector de pantalla. Faltaban cinco minutos para que Marline apareciera y le dijera que el chofer la esperaba, por lo que resolvió dejar su objeto mas preciado cargando. Tomó su mochila y un reproductor de música que tenía años de no utilizar, buscó sus audífonos y emprendió el camino hacia el auto que la esperaba fuera de casa.

Lezza no sabía que comer. Era uno de esos días donde todo el menú llevaba algo de grasa y por ende, mas calorías. Sabía que debía comer, pero corría el riesgo de tomar una de esas hamburguesas o pizzas grasientas que le harían recurrir a una dieta, de nuevo. Había algo que se nos olvidaba, Lezza no estaba obsesionada por su peso o complexión, sino que tantas dietas sumamente rígidas le habían dejado una lección: No excederse en el consumo de grasas, para así, no tener que pasar por esas horribles dietas que incluían demasiadas dosis de linaza con agua que le daban arcadas. Era una chica como cualquiera, pero con un trauma desde pequeña, uno que continuaba cargando y le imposibilitaba ver la comida que su madre consideraba "asquerosa" de una buena manera.

Al final, no comió nada y se sentó en una banqueta a escuchar música. No tenia su celular para distraerse con las actualizaciones en Friendline y mucho menos tenía algo bueno que hacer. Un avión de papel fue a parar a su lado, era blanco y se veía la sombra de tinta con la que habían escrito algo. Desdobló el avión y leyó el mensaje oculto.

<<Ven a nuestra mesa. Estamos en el centro del patio>>

Lezza miró a todos lados pero no había nadie. Resolvió ir hacia esa mesa porque no tenía buenas razones para no aceptar y a lo mejor era el club de periodismo queriéndole ofrecer una plaza en la sección de fotografía escolar por la que tanto había rogado. Hacía una semana que habían realizado las convocatorias y Lezza se postuló aunque no se sentía segura con respecto a su decisión.

Llegando al patio, observó la mesa del centro en la que no se encontraba nadie. Camino hacia ella y al llegar había otra página, pero esta no estaba doblada.

<<Que fácil caes Lezzandra Hyper>>

—Compañeros estudiante, les presento a la rica niña de papi Lezzandra Hyper. Una marginada forrada de dinero. Esta misma niña que quiere burlarse de todos nosotros y lo único que hace es estorbar en nuestras vidas. Ella es la escoria en persona, una chica que quiere imponer sus reglas, una tonta que no es nadie. ¿Por qué sigues aquí Lezzandra? ¿Tu papi quiere que hagas obras de caridad?

Helen Graham. Ese era el nombre de la chica que hablaba con un megáfono en su mano. Su séquito de chicas reían y aplaudían ante cada cosa que decía su amiga. Había una historia entre Helen y Lezza, y era una historia bastante corta a decir verdad.

Helen fue una de las tantas amigas de Lezza en su infancia. El señor Hyper, en agradecimiento a su amistad, decidió otorgarle un papel en uno de los tantos comerciales de Hyper Dreams, pero el problema fue que Helen enfermó para esos días. Entonces, para salvar la producción y el costo que se había invertido, se decidió que Lezza podría reemplazarla. ¿Tan solo fue por eso? Se preguntaran y la respuesta es si. Helen se resintió tanto que llegó a odiarla y en muchas ocasiones trato de sabotear los proyectos en los que, ocasionalmente, Lezza participaba, pero desde hace unos años, la hija de los Hyper, había dejado de colaborar, aun así, el odio que Helen conservaba aún seguía intacto.

Lezza se quedó estática. No supo que todo el patio estaba murmurando cosas y menos que el grupo de chicos que le exigían que se fuera de la escuela, aumentaba cada vez más. No supo nada hasta que sintió su mejilla fría cuando una ráfaga de viento surcó por su rostro, sólo ahí supo que estaba llorando y también, solo ahí se dio cuenta que habían personas que se reían y otras que la obligaban a irse. Entre tanto alboroto, nadie se preocupo de si ella estaba bien o mal, nadie se preocupo por su salud o bienestar, nadie lo hizo. Lezza salió del patio y comenzó a correr en dirección a la salida. Las lágrimas le imposibilitaban ver bien, por lo que se las seco con el dorso de la mano.




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