Ya una semana ha pasado y los vientos se han intensificado. Literalmente. El cuerpo de Soph esta aun acostumbrándose a los poderes, por lo tanto, en cualquier momento sus ojos se colocan brillantes. Por esa razón Isabella consiguió la manera de hacer lentes de contacto especiales para ella. Nosotros seguimos yendo a clases normales, pero la tensión es palpable con nuestro profesor. Él sabe que nosotros tenemos que ver con el famoso secreto y eso hace que todo se vuelva más incómodo.
Al finalizar la clase, él nos llama.
—Chicos ¿Cómo está la agente Gonzáles?
—¿Por qué no le pregunta a ella? – me cruzo de brazos.
—Bien, lo admito. Cometí un error al pedirle un tiempo y la amo, no puedo seguir al saber que está mal por mi culpa o algo así.
—Yo no quiero sus explicaciones, puede ir y hablar con ella. No le cuesta nada ¿O sí? – nos mira y luego sale de la sala casi corriendo.
— ¿Qué sucedió y porque soy el último en enterarme? – reclama mi amigo a mi lado.
—Hace una semana Isabella y el profe se separaron por el secreto. – le resumo.
Salimos de la sala y vamos hacia el salón de entrenamiento nuestro. Allí ya se encontraban los chicos y Soph estaba en el centro de un tornado con Kate guiándola. Al parecer todo va bien. Falta una persona y acabo de darme cuenta que no estuvo en clases.
—¿Dónde está Mateo?
—Aquí. – responde detrás de nosotros. - ¿Ya me extrañabas?
—No fuiste a clases ¿Dónde estabas? – ignore su pregunta.
— Aww... Hasta te preocupaste de que no haya ido a clases. – ruedo los ojos.
— No seas estúpido. – él sonríe, pero hace como si le hubiera llegado un disparo al corazón. Cuando recupera su compostura, responde.
—Tuve una reunión con la Selección, vienen en tres semanas y quieren hacer una pequeña fiesta en honor al aniversario de la Safeguard.
Asiento y me fijo en Soph, quien aún mantiene controlado el tornado a su alrededor. Kate le dice que aumente el viento y lo hace perfectamente, también al disminuirlo. Lo siguiente es tirar los objetos al tornado y que ella los devuelva, así que rápidamente creo el panel frente a los demás.
—Sophie, lánzame el de cinco kilos, despacio. – y la pesa cae en manos de Kate delicadamente. – ahora el de un kilo. – y sucede lo mismo. – y el de tres kilos. – la situación vuelve a repetirse. Todos miramos a la niña, sorprendidos. El tornado termina. – Lo lograste. – le aplaudimos.
—¿Han encontrado información? – pregunto a los chicos detrás del panel.
—Hasta el momento no hay ninguna noticia sobre algo sobrenatural, así que creo que los únicos advenedizos del mundo son ustedes cuatro. – comunica Isabella.
—Está bien, pero aun así hay que estar atentos. ¿Cómo van con eso de las estrellas?
—Estábamos buscando anomalías en las estrellas, por ejemplo, que se hayan repetido solo el día que nacieron y el día en que se convirtieron.
—¿Y encontraron algo?
—Si, pero son como mil estrellas que tenemos que investigar una a una. – Mateo contesta.
—¿Hay algún astrónomo aquí o algo parecido que nos pueda ayudar?
— El agente Peña. – responde Isabella en un suspiro. – él estudió astrofísica y luego se convirtió en agente, así que sabe de todo eso.
—¿Crees que sea correcto que venga a ayudarnos?
—Si sirve de algo, supongo que es lo mejor. – se encoge de hombros. – hay que dejar de lado lo personal y concentrarse en lo profesional. – un golpe en el hielo hace que nos quedemos en silencio. Soph está volando.
Está en la punta de arriba del tornado y fue Kate la que golpeó el hielo para llamar nuestra atención.
—¡Sophie! ¡Respira hondo y tranquilízate! – le pide mi amiga, pero Soph no la escucha. – Alison, vas a tener que subir y calmarla. Alex puede quemar el lugar si lo hace.
—¡Yo no puedo elevarme! – grito porque el ruido del viento ahoga mi voz.
—Si puedes, solo confía en ti y piensa en salvar a Sophie.
Cierro mis ojos y saco mis guantes. Los tiro al suelo y coloco mis manos apuntando al suelo. Hielo sale de mis manos, pero no me impulsa. Los segundos avanzan, pero nada sucede. Niego con la cabeza y lo intento una última vez. Me preparo y salto, pero no siento el impulso. Finalmente me decido por crear una escalera de hielo rápidamente y subirla.
—Sophie, escúchame y concéntrate en mi voz. – ella no me mira, tiene la vista al frente con los ojos totalmente plateados. - ¡Sophie! – no responde, ni siquiera me mira. Es como si estuviera ausente.
—¡Alison, voy a debilitarla un poco y necesito que estés atenta para atraparla! – avisa Kate y yo asiento con la cabeza.
Veo como estira los brazos apuntando a la niña, concentrándose en no dañarla. Como si fuera brillo morado, una línea recta proveniente de las manos de Kate se detiene en el cuerpo de Soph. El viento se detiene y salto para atraparla con un brazo mientras que con el derecho creo una capa de nieve en el piso para caer en ella.
—¿Qué... que pasó? – pregunta tartamudeando. En mis brazos se siente tan indefensa, tan débil.
—Tranquila, ya estás a salvo. – le digo y Alex se nos acerca corriendo, la toma en sus brazos dándole calor.
—¿Cómo está? – pregunta una temerosa Kate.
—Tranquila, está bien, lo hiciste bien. – le consuelo. – Isabella, necesito un sedante ¿Puedes conseguirte con la enfermera una habitación también? – asiente y sale corriendo hacia el consultorio conmigo detrás.
—¿Cómo sabes qué hacer? ¿Has pasado por esto antes?
—Si y no es que sea la mejor experiencia del mundo. – aprieto los labios cuando los recuerdos me invaden. – ahora ella está sintiendo dolor y malos recuerdos le atormentan, pero en menor intensidad a lo que sentí yo, eso es lo bueno. – llegamos al consultorio y ella habla con la enfermera de la última vez sin revelar mucha información.
—«Alex, ven al consultorio. Todo está listo».
—«En camino»
Minutos después entran los chicos y Alex trae a su hermana en brazos. Rápidamente la deja en una camilla y la enfermera le inyecta el sedante. Los ojitos de la niña comienzan a cerrarse y todos nos quedamos en silencio.