Estoy aquí en esta habitación, en medio de la mañana. En la malhumorada luz gris, su cuerpo parecía una mera sugerencia contra la silla, su pelo una mancha de sombra.
—He estado esperando este momento, señorita Sherwood. Nunca conocí a alguien tan... tan interesante y atractiva como usted.
Unas voces flotaron desde el piso de abajo, la conversación de unas sirvientas en dialecto local que no pude entender.
Cerré la puerta tan suavemente como pude y apreté la espalda contra ella, con la mente acelerada. Hay una cerradura, un cerrojo, muchas formas de mantener esta puerta cerrado del resto del mundo...
Sashi se levantó de su silla y dió varios pasos en mi dirección.
Le miro directamente cuando se acerca a la luz.
—Si esto es por el beso...
—No. —responde encogiéndose ligeramente de hombros. —Pero estoy seguro de que lo hubiera disfrutado.
—¡No debería estar aquí!
—Y, sin embargo, señorita Sherwood, aquí está. Usted y yo. Me preguntaba qué la hizo venir hasta aquí.
—Debería irme, —dije.
—¿Por qué? —preguntó, acercandose un poco más.
Esta vez se paró más cerca. Parecía peligroso. Un hombre peligroso, buscando algo dispuesto a quitarme. Su blusa de algodón estaba suelta, abierta a la altura del pecho, dejando al descubierto su piel oscura. No me excitaba. Estaba nerviosa...su proximidad era oscura y no me gustaba.
—Porque no quiero crear problemas innecesarios con sus padres. Ni con ningún miembro de esta casa.
—Ya veo. —respondiói,levantado la mano y con el dedo índice delinea la línea de mi mandíbula. Y sus ojos, esos ojos de pirata. Oscuros. tan negros como la noche, parecían acariciarme, besarme. El tacto me hizo dar un paso hacia atrás. No debería de estar aquí. Debo de irme. Yo no quiero esto.
—Tengo la sensación de que este será uno de nuestros muchos encuentros, señorita Sherwood. Aunque prefería llamarla…Beverly. —continúo diciendo, acercándose un poco más, y yo dando un paso hacia atrás. —Y ese beso…llegará y me aseguraré de que lo disfrute. De que desee más. No debería desaprovecharlo, señorita…Beverly. Si me permite llamarla así. La soledad no es la mejor compañía, especialmente para una extranjera, lejos de casa…lejos de todo lo familiar y del confort.
Por segundos no supe que decir. Sashi Yogananda, me estaba haciendo pasar de la nerviosidad por estar aquí, a solas con el… a la irritabilidad. ¿Qué clase de pensamientos lujuriosos tenía sobre mí? ¿Le había dado la impresión de que buscaba cercanía…algo más íntimo con él?
Bien hecho, Bev me dije. Pesando en cómo una vez más mi curiosidad me colocaba en situaciones incomodas.
—No sé lo que quiere de mi... ¡Dime lo que quiere, entonces!
Sashi bajó la mirada; su sonrisa creció. Se pasó una mano lentamente por el cuello de su blusa abierta.
—Lo único que quiero, —dijo en voz baja mirándome a los ojos. —Es una pequeña charla. Me gustaría saber más de ti. De su país, ya sabes.
—No. —Respondí enseguida.
—¿Por qué no? —Su sonrisa se hizo más amplia brevemente, y luego se hizo más pequeña. —No tiene mucho que hacer hoy. Seguimos disfrutando de la resaca festiva... y mañana será otro día. De vuelta a la tediosa rutina. A las responsabilidades. De vuelta a las lecciones.
Noto como sus dedos se mueven hacia adelante y hacia atrás, jugando con los flecos de la manga de su blusa.
— ¿Por qué quiere saberlo? solo soy una empleada más. ¿No crees que deberías respetar eso?
Se encoge de hombros nuevamente.
—Solo me preguntaba…
—Ya veo. ¿Se preguntaba o se interesaba por una tutora simple e insignificante? Creo que en su lugar debería de disfrutar y dedicar su tiempo y esfuerzo a hacer algo diferente y productivo... no perder el tiempo en algo o por alguien de quien no obtendrás nada más que una conversación trivial. Y lo curioso es que creas que vine aquí para que me besaras…—empujé la puerta para abrirla.
—Bueno, debo decir que eso estaba en mi lista…pero ahora quiero más…Me pregunto ahora si has sido genuina o si esto es un juego femenino, para captar toda mi atención. Porque señorita Sherwood, debo de admitir que está teniendo éxito.
—No me intimida—dije tajante. —Si espera una aventura exótica durante mi estancia bajo este techo, me temo que se decepcionará sorprendentemente.
—Eso es bueno. —me miró a los ojos. —Me gusta las sorpresas.
Nos miramos fijamente y me pareció que la habitación se oscurecía aún más. Los ojos de Sashi, la oscuridad que alguna vez fue vívida, ahora es tan profunda como el océano en la noche. Más allá de la ventana, el día sigue tranquilo y hermoso como siempre.
—Y déjame darte una respuesta anticipada a tu pregunta.—añadí.
—¿Ningún beso? —preguntó, aún más suave.
—No.
Sus labios se arquearon.
—Muy bien, Beverly. Pero seguiré insistiendo en el beso... y espero mucho más.
—No, Sashi. —Dije acercándome un paso más a él, frunciendo el ceño. Algo extraño estaba sucediendo aquí; El poder entre nosotros había cambiado. Lo sentí, esa sensación de peligro se desvanecía y algo nuevo crecía en su lugar.
Algo parecido al miedo.
Luego él retrocedió unos pasos hacia la silla.
—Sabes, me acaba de recordar cuando mi madre solía hacer este tipo de cosas con mi padre. Siempre enfrentándose él, sin miedo, segura de sus actos, mujer orgullosa. Mirando hacia arriba nunca hacia abajo. Y me gusta ese tipo de mujer. Y supongo que eso fue lo que más le atrajo a mi padre de ella. Ya no veo esa energía electrica entre ellos. Ahora pasan más tiempo separados el uno del otro. Tampoco es que se evitan…sólo que ya no son tan jóvenes.
Luego se giró y, sin más, su mirada se volvió fría pero su sonrisa permaneció.
—Ha sido un placer tener esta pequeña charla, señorita Beverly. Hagámoslo de nuevo alguna que otra vez. ¿Le parece bien?
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Editado: 25.08.2024