—La vi anoche: ¡La bruja Kumari! —dijo Indira, acercándose a la baranda de piedra. —Caminaba entre las algodoneras…su semblante era serio y su mirada, fija en nosotros.
— ¿De verdad? ¿Cuándo? ¿Crees que aún sigue buscando a su…? —dijo Navani, sin terminar la frase, dándose cuenta de que no estaban solas.
—Por supuesto didi, el deseo de nuestros antepasados se cumplió, pero los Yogananda no pagaron la deuda…
—¿Crees de verdad que viene por…? —calló, como si con solo mencionarlo atraería la atención de la bruja, —Ya es un hombre, además.
—No seas ingenua, Indira, nuestro bhai, es el primogénito…
—Piensa lo que quieras, Didi, solo recuerda que la bruja Kumari se unió a las Nagas, esas sí que son peligrosas. ¿Ya se te ha olvidado lo que escuchábamos detrás de las puertas cuando las sirvientas hablaban de ellas?
—No seas necia, Indira. Por supuesto que no lo he olvidado. Como tampoco podría olvidar las historias tan terroríficas que contaban sobre ellas. Sin embargo, no pensemos que eso nos sucederá a nosotros... a nuestro bhai.
—Pero didi, ya sabes que las brujas de Nagas siempre exigían el primer recién nacido a cambio de un deseo.
—Pues entonces estamos de suerte, didi. Aquí no hay ningún bebé y que sepamos, aun seguimos solteros, los cuatros; Devdas, Sashi, tú y yo. Así que será mejor didi, de que lo olvides y no seas pájaro de mal agüero. No olvides que solo es una leyenda. Los Yogananda no estamos maldito…simplemente somos la envidia de muchos.
—¡Pues yo te digo que la vi! —volvió a replicar Indira, contundentemente.
—¿No sería nuestra prima Rania y tía Priya, paseando por los jardines, con sus ideas de poder contactar con el más allá…y todas esas tonterías de la que hablan cuando creen que no la escuchamos? —respondió incrédula sin creer que la bruja Kumari, estuviera rondando por De Dhama Veda.
—¡Pues insisto en que la vi! Y creo que deberíamos de comentárselo a mamá, ella sabrá qué hacer.
—¡Vamos! —dijo Navani, cogiéndola por el brazo. —Muéstrame exactamente el lugar donde aparentemente apareció la bruja Kumari. —añadió Navani más molesta que curiosa.
Todos los habitantes de De Dhama Veda y de las regiones cercanas conocían sobre la legenda de las brujas de Nagas y de la bruja Kumari. Pero de ello había pasado más de treinta años desde la última aparición por la comarca.
Según la legenda, las brujas de Nagas, eran mujeres hermosas que a cambio de un deseo exigían al primer recién nacido, sin impórtales el sexo del bebé. Se las caracterizaban de color rojizo y negro, siendo las más crueles y despiadadas de su especie y atacando a cualquier ser vivo que se les acerque después de paralizarlo con su furiosa mirada.
Tenían una aguda inteligencia y mucho encanto, que utilizaban para atraer o despistar a los posibles enemigos, y aunque aparentaban dormir nunca llegaban a estar del todo inconscientes, por lo que sorprenderlas era una tarea prácticamente imposible.
Las dos bajaron las escaleras sin ser vistas. Aún faltaba más de media hora para la media noche, cuando las dos hermanas se adentraron en la extensión amplia y llana, donde le camino se partía en dos. A la derecha las llevaría hacia la capilla y a la izquierda hacía el edificio bajo donde vivía Devdas.
—¡Es aquí! —dijo Indira, parándose en seco y soltándose de la mano de su hermana.
—¿Aquí? —preguntó Navani, mirando a su alrededor. —Sera mejor que no ocultemos entre los azahares, si la bruja Kumari decide pasear por aquí, será mejor estar fuera de su vista.
Indira asintió, arrepintiéndose. Esta aventura nocturna parecía poco prometedora. Ellas nunca habían visto a la bruja Kumari y mucho menos las brujas de Nagas.
***
En tres días tendremos Luna llena, —comentó Priya, observando hacia el exterior, desde su ventana. Rania seguía sentada en la única silla en las habitaciones de su madre. Por alguna razón su madre actuaba fuera de lo usual. Se le veía ansiosa, y con esa sonrisa que solo significaba una cosa...
Didi…Hermana.
Bhai…Hermano.
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Editado: 25.08.2024