Capitulo 1
Me desperte como de costumbre, por el despertador, mis ojos se acostumbraron a la luz poco a poco. Apague la alarma. Mi cama estaba tan cómoda, tan caliente, ¿tenía que levantarme hoy? Y otra vez volvía a entrar en el mismo dilema, si merecía la pena despertarse o no. Entonces me apure a pararme, si no lo hacía ahora, no lo haría ni hoy, ni mañana. Camine hasta mi ropero, me coloque el uniforme de la escuela. Mi mamá pensó que tener un espejo de tamaño completo era buena idea, lo que no sabía era que detestaba tener que mirarme. Hice una pausa, no podía ignorar mi reflejo por más de que lo deseara con todo mí ser. Repase mi aspecto, desde mi baja altura, a mi cabello desalineado, toque mi estomago, podía sentir los doblados de mi piel. No era delgada, estaba completamente lejos de serlo, odiaba mi cuerpo, el sentirme pesada, el continuo roce de mis piernas al caminar, como me quedan los vestidos, mis cachetes. No podía verme y apreciarme. Cada día, trataba de mirarme al espejo y encontrar algo, una cosa aunque sea, que me haga sentir hermosa. Veía a las chicas de mi edad, con su cabello hermoso, con sus cuerpos perfectos, incluso las que no cumplían con los estándares. Es como si cada mujer en el mundo se destacara por algo, ya sea su sonrisa, sus ojos, su tonalidad de piel, un atributo, algo que a mí me faltaba. Era como si todas fueran hermosas, todas menos yo. Deje de lado mis pensamientos, camine fuera de la habitación y fui directo al comedor. Allí estaba mi hermano, él era hermoso. Deportista, con cabello oscuro y ojos ámbar. Al lugar entro mi mamá, con su deslumbrante sonrisa. Mi mamá era la mujer más hermosa que alguna vez vi, con su cabello castaño, con sus ojos cafés y esa figura que destaca en cualquier lugar. Mi papá nunca desayunaba con nosotros, el trabajo le permitía vernos, pero no en la mañana.
-Buenos días princesa. – habla mi mamá mientras me saludaba con un abrazo.
Le sonreí en respuesta.
Sentí que alguien me tocaba la cabeza, voltee a mirar y era Harding, mi hermano.
-Por si no estás segura, hoy es lunes, ¿sabes en qué año estamos? – Bromeó.
-Sí, se qué año es, se que eres mi hermano y que estamos por ir al infierno. – respondí.
Tomo mi mano, seguido de esto sonrió. – No le digas “infierno” a la escuela, además no puede ser tan malo si estoy allí, vamos, que falta poco para que termine el año.
Le devolví la sonrisa. Tenía que desayunar, pero pensé que no era necesario, odiaba llegar tarde a clases, prefería ir sin comer que perderme.
Entramos al auto, en la parte de atrás, como era de costumbre. El chofer aveces intercambiaba palabras con nosotros, pero eran muy pocas las oportunidades en las que lo hacía. Generalmente solo hablaba de deportes con Harding.
-¿Recuerdas cuando rompimos el jarrón de mamá? – interrogó.
-Sí, estábamos jugando por toda la casa y me caí en el mueble. – Comente.
-¡Y tu cabeza quedo atrapada en el frasco! – Soltó entre risas. Esa anécdota paso cuando teníamos tan solo nueve años, pero él la sigue recordando con toda la gracia del mundo.
-Tuviste que romper el jarrón para sacármelo de la cabeza, luego conspiramos en donde esconderlo. – Seguí recordando. Me uní a las risas, no porque me de gracia lo que cuenta, sino, porque su risa era contagiosa.
-Sí, dejarlo dentro de otro Jarrón fue buena idea. – Concluí.
-De no ser que a papá se le rompiera el jarrón donde metimos el que rompimos. – Hizo una pausa. – Esa es la suerte de los Bons.
-Bueno, pero, ¿Por qué recordaste eso? – Le pregunte.
-Lo primero, te veías decaída y como buen hermano me preocupo por ti. -.
Suspire. – Ahora dime la segunda y verdadera razón.
-Bueno, está bien. – Responde. - ¿Cómo le ocultamos a mamá que su hijo está a una falta de que lo expulsen?
-¡¿Qué hiciste ahora?! – Pregunte. El se encogió de hombros, no importa la edad que tengamos, siempre se asusta cuando me enojo.
-La muestra me vio en lo que pensé que era una pelea con Damián. – Confesó.
-Eso les pasa por jugar tan bruto. – Le respondí. – Mira, ya llegamos, por lo que luego te doy una solución o ideo un plan.
Salí del auto sin esperarlo, camine hasta la primera clase, la cual paso rápido. Para mi suerte era física, es una de mis materias favoritas, por lo que se paso rápido y la hora del almuerzo llegó. Camine hasta la cafetería, allí vi a Amanda, quien me indico que me sentara junto a ella y sus amigas. Este año no fue tan malo gracias a ella, antes la pasaba sola la mayor parte del tiempo. Camine a donde estaban y tome asiento, junto a ella estaba Elena y Dennis. Me acomode en la silla y deje mi bolso a un lado.